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martes, 24 de diciembre de 2019

El poema que no pude escribir












*Foto de internet intervenida


Natalia, Rodrigo:
Quise escribirles un poema de amor,
A su amor de cómplices,
Por tantas vainas de la vida
Que compartían
Pero no pude
El dolor no me deja

Cómo escribirlo,
Si los bárbaros,
Camino del tálamo
Les mataron su mayor felicidad:
La de seguir siendo cómplices
De la vida




Colombia, es una carnicería de artistas,escritores, estudiantes, líderes sociales, pensadores, profesionales de las ciencias sociales y defensores del medio ambiente. Matanzas que se han agudizado porque puede más la rabia contra un régimen que gobierna para el sistema financiero, en el más quintaesenciado neoliberalismo, y el pueblo acude al arma pacífica de las marchas, el paro y los cacerolazos como protesta. Natalia y Rodrigo, la última de las muertes sensibles, eran antropólogos y ecologistas con proyectos ambientales de gran envergadura. Los mataron brutalmente, como una señal de escarmiento, cuando estaban en la costa atlántica, ad portas de su luna de miel. Qué mierda de país, mi país¡

martes, 10 de diciembre de 2019

Vaticinios








*Foto intervenida


... esa

boca carnal
había estado
en mis sueños,
no importa
el tiempo,
ni el espacio
de los enfebrecidos
delirios.
Ahora,
sólo sé
que era tu boca
de húmedo
y salino beso,
de cuando madrugas al alba,
y empieza a respirar el día
la promesa de tu cuerpo,
como una flor de erógenos
pétalos…

miércoles, 27 de noviembre de 2019

Rasgaduras










*Foto intervenida




Muerde la angustia de la tarde
el alma.
Tu beso sabe a sal
grano a grano
como una siembra de amargura
en un reloj de arena 
eterno,
y nos vamos quedando
sin tiempo,
sin historia
desnudos de todo
desnudos de piel


jueves, 14 de noviembre de 2019

TIEMPO DE BRUJAS










Foto intervenida de internet


Creo la primera vez que la vi, andaba de elásticos y gafas oscuras en una bicicleta montañera por el barrio, No me interesó qué hacía, hasta cuando casi me atropella, en el momento en que yo corría a buscar un taxi. Ella rodó al derrapar la bicicleta, sus elásticos se rompieron por las rodillas que le empezaron a sangrar, y sus lentes negros volaron por los aires. Vi sus ojos almendrados, bellos y cautivadores, pero inexpresivos, que me miraban en la duda de la disculpa y el dolor. No tuve más remedio que auxiliarla, y la levanté del suelo. Sentí que era recia y atlética. La brisa le hizo caer su pelo lacio y trigueño por la cara. Apenas pude escucharle, un ahogado discúlpeme, y a pesar de mis ruegos, para que fuera al hospital, buscó los lentes y su bicicleta, y se perdió de mi vista y del barrio.

Por ahí al vuelo, alguien me dijo que era arquitecta, y que como en él aún se conservaban casas coloniales, pensaba hacer un estudio. La verdad, no volví a saber de ella, y ya la había olvidado, cuando me la tropecé por la parte vieja de la ciudad, tomándole fotos a una vieja Capilla de las Clarisas. Me confirmó que era arquitecta. Le fascinaban las casas viejas y las iglesias, y si eran de orden gótico mejor. Me lo dijo cuando entramos a una especie bar, y ya sentados, nos bebimos una cerveza. Fue cuando le confesé que trabajaba para una revista. Hacía calor, y no sé por qué sentía que conocía a esa mujer de antes. Me llegaban ramalazos de momentos vividos con ella, pero no podía ponerlos en claro, mientras nos besábamos, besos que me parecían dárselos a un ser etéreo e ingrávido. Y se fue como siempre, sin despedirse, dejándome pegado el olor de su perfume, agradable al olfato, pero con la fragancia de los ramos de flores de difunto.

Seguro que no es invento, ella viene y se va de mi vida como el humo, le decía a uno de mis amigos, un treinta y uno de octubre, cuando salimos en eso de las seis de la tarde, a tomarnos una cerveza. Acabábamos de entregar el material al jefe de redacción, y le hablaba a Jorge ( escribía de política en la revista),  de la mujer fantasma que sobrecogía mi vida, en un bar de la Avenida de los periodistas. Afuera, veía desde el ventanal inmenso del bar, grupos de gente ya disfrazados, por las aceras de la avenida, camino de los clubes y las discotecas, que habían programado noche de brujas, en el centro de la ciudad.

Aún no terminábamos la primera cerveza, cuando vi entrar al bar un "parche" de disfrazados como los personajes de la Odisea. Sólo les faltaba el barco. Ahí estaban Ulises, y los protagonistas de su retorno a Ítaca, como el esperpéntico Polifemo, y su único ojo en la frente; también la hechicera Circe, que entró de última, y esparció un olor a flores de difunto, la misma odoración que caracterizaba a la mujer que entraba y salía de mi vida (la arquitecta) sin pedir permiso. Lo que más me extrañó fue que no se hizo en la barra, como el resto de la comparsa, sino en una de las mesas que estaban vacías y se quedó mirándome. Es ella, no hay duda, me dije, y sin despedirme de Jorge, fui a abordarla, la tomé del brazo, y salimos a la Avenida. Caminamos unas cuadras, y nos registramos en un pintoresco hotel, quería impresionarla, mientras afuera la algarabía de los niños ya pedía dulces a montón. Nos instalamos en uno de los cuartos del segundo piso. Te mereces lo mejor, elogiando el hotel, creo que le dije, mientras me miraba tras sus ojos almendrados.

La noche fue inolvidable: besos, espasmos de piel, y marasmos cuando ya no quedaba otro camino que dejar que la ansiedad se desbordara. Recuerdo que en la desnudez que le daba brillo a su cuerpo de ensalmo la noche, se levantó. Voy al baño dijo, y me quedé profundamente dormido, hasta altas horas de la mañana, con el sol ya entrando por la ventana, cuando con estupor observo que ella no está. Llamo a recepción, y pregunto por la mujer que se registró conmigo en la noche. Bárbara, así se llama, se registró con ese nombre. La mujer que me habla desde la recepción, me dice, para mi desesperación, que yo venía algo embriagado, pero no me acompañaba ninguna mujer

jueves, 31 de octubre de 2019

Ausencia









*Foto propia


La tarde huele a ti,
a naranjo en flor,
en la brisa que levanta alas
en las hojas de las ceibas
y de los caracolíes.
Más tarde lloverá,
y la lluvia caerá 
sobre los tejados,
inundando los patios
de la casa
como si llorara tu ausencia


miércoles, 23 de octubre de 2019

Cuánto puede un poema





*Foto intervenida







Creí que nunca me volvería a hablar, cuando le confesé entre nubes de rubor y vergüenza, que la quería. No se conmovió. Se quedó mirándome con un gesto indescifrable de Gioconda, y no sacó palabra alguna

Hoy, le dejé un poema, que me pareció hasta cursi, en la última hoja de uno de sus cuadernos de estudio, como para que no lo leyera:
"No me importa que me quiten la luz eléctrica/
si tengo una hidroeléctrica de luceros
en tus ojos."

Me va a matar, pensé, cuando cogió el cuaderno, y vi que pasaba hojas y hojas, y se detuvo en la última página, leyendo con interés el poema que le había dejado. Pero no. Levantó la mirada, me sonrió, y me mandó un sublime beso. Entonces, supe, cuánto puede la poesía por banal y cursi, que parezca


miércoles, 9 de octubre de 2019

Amargos

   







*Foto propia intervenida



La vida tiene sus amargos,
y los espacios de luz
pierden el sentimiento 
del color;
la esperanza se torna carcajada de payaso
en su rostro de albayalde;
y el beso va cediendo su peso de dulzura,
como si se besara a la misma muerte.
!Qué fría se siente el alma
en estas horas de indeleble dolor¡





sábado, 28 de septiembre de 2019

ÉPICA DEL DESEO










*Foto de archivo intervenida



Te hago con mis dedos,
en la curvatura de tus costas,
grávidas de golfos y bahías
de deseo.
Seducido por el espejismo de tus ojos,
eché mis naves en tus mares interiores,
mientras en tus pechos,
un magma de fuego
ardía en la punta de tus pezones.
Cuántas veces quemaron con placer
mis labios y mi lengua,
al ritmo de tu pecho volcán y suspiro,
delirio y ternura.
Te hago con mis dedos de deseo
llanura de tu vientre de espigas arcifinias,
Subiré a tu monte de Venus,
y entre su bosque de ramas oscuras,
sembraré un bosque de banderas blancas.
Lo que venga es ganancia,
al derribar la puerta de la gruta,
para que recalen en tu mar salado,
mis barcos de victoria

jueves, 19 de septiembre de 2019

CRÓNICA DE SOMBRAS Y DELIRIOS








*Foto de intervención



Dicen que -prácticamente- lo cecinaste, porque la crónica roja, enfatiza que " tras incontables puntadas, le fue abriendo el pecho hasta desangrarlo", y eso no es asesinar sino cecinar con sevicia para causar dolor.

No te disculpo, ni tampoco te juzgo, siempre fuiste un ser dolorido. Hablas de tus razones para matar al hombre que amabas indeciblemente, de esa manera tan dura y cruel; pero tus razones, no son precisas, infieren los delirios de una mujer atormentada por un dolor de siempre, y tuviste que imaginarte que otra distinta a ti lo besaba como si fueras tú, y estaba dentro de él sin ser tú, para hundirle en el pecho tantas veces el cuchillo, buscando matar ese dolor que siempre te ha perseguido como una sombra lábil e indeleble.

domingo, 8 de septiembre de 2019

Susurro









*foto intervenida


!Qué importan el tiempo y la distancia¡
La vuelvo a ver después 
de tantos soles
tantas lunas.
Tiene los mismos ojos
de profundo cielo,
y los mismos labios deseables
en la fruta de su boca.
No llevaba la faldita tableteada,
ni el cuaderno de apuntes,
donde algunas veces
le enseñé a hacer ensayos
!Qué importan el tiempo y la distancia¡
si me quedé en sus ojos
como un pez de ternura.
Esta mañana,
la sorpresa de su voz en el teléfono,
fue un susurro de brisa amanecida.


jueves, 29 de agosto de 2019

Sueño







*Foto intervenida




La tarde ha puesto el sol en tus ojos,
y una brisa  juega 
con las guedejas de tu cabello,
con la ternura de un niño 
que acaricia las crines de su caballito de madera.
El mar es una lámina serena 
mientras lo miras,
y  se cuela en tus ojos azules,
en un horizonte de barcas 
que el viento mueve sus velas
como si fueran bailarinas de papel
Luego el  mar y tus ojos 
se funden;
ya no hay horizonte,
ni barcas,
ni azul,
no estás.

sábado, 17 de agosto de 2019

Mi muchacha






*Foto intervenida


Cuando pasaba mi muchacha 
por la ventana,
su pelo espigaba las hebras 
como una siembra de trigo 
en el sol de mediodía.
Hasta la brisa se alegraba,
y hacía fiesta levantando
los volantes
de sus faldas de colores,
que ella trataba de aplacarlas
con la gracia
de sus largas y bellas manos
de muchacha.
Ya no pasa más mi muchacha,
y he clausurado la ventana.
!Para qué la ventana¡
Si ya no pasa más mi muchacha

sábado, 10 de agosto de 2019

Mítica







*Foto propia, Bogotá



Ciudad de calles laberínticas,
sin un hilo de Ariadna,
que nos rescate 

de sus socavones, 
donde acecha el Minotauro.
Pero...

por qué temer a la bestia,
si todos llevamos 

un Minotauro dentro

lunes, 29 de julio de 2019

DECISIÓN








*Foto de internet intervenida





Luis Aute,  "ay¡ amor mío/que terriblemente absurdo/ es estar vivo/ sin el alma de tu cuerpo/ sin tu latido...", la escuchas en el ring tone del celular, mientras vas en el articulado,pero no contestas la llamada. La canción te pega duro, hace rato que esas canciones de despecho te hacen saltar la ansiedad, y sólo la paras dándole al saco de arena que te quedó como recuerdo de cuando te ganabas la vida a los golpes en un tinglado de box. 

Hace rato sientes que se te maleó el alma, hace rato esa idea te espina el alma, desde que ella se convirtió en una mujer distante y distinta contigo. Entonces te bajas, y no tomas el bus que te lleve a casa. Ya nada podrá detenerte porque has resuelto que será esta noche.




lunes, 22 de julio de 2019

AGUADA









*Foto propia intervenida




Avanza el día tan lento como un caracol, 
y se despereza en las nubes 
amenazando lluvia en las laderas de la cordillera.
El calor no cede
cuchilla afilada que parte en trocitos delgados
el pecho.
Más tarde la lluvia se juntará con el calor,
y un leve sopor adormecerá el alma en un limbo.
Sólo un beso tuyo sabrá despertarnos,
a este caer de notas de lluvia 
sobre el tejado.
Llueve,
como si fuera una brisa de agua
y mi alma tiene la tristeza de tus ojos
cuando te vas

lunes, 15 de julio de 2019

ONÍRICA














foto intervenida

Noche sin luna,
tan callada que  los sapos,
han suspendido su monótono croar 
en las charcas,
y los grillos y cigarras, 
su orquesta de bajos y tenores,
en el bosque de ceibas y encinos
Se ha detenido el tiempo,
blindando las horas 
en un limbo de carbono.
Nada se escucha,
nada se ve.
Sueñas con una sirena varada 
en un mar de cristal.
Quieres moverte en tu sueño,
pero no puedes.
La sirena tiene los ojos abiertos, 
pidiendo  auxilio,
pero no puedes ayudarla,
y chapalea,
rompiendo los cristales de agua, 
con sus aletas,
con su cabeza,
con su dorso,
hasta liberarse.
Te despiertas, 
y tus pies,
tus costados,
tu cabeza,
son grifos de sangre.

lunes, 1 de julio de 2019

De amores imposibles






*Foto de internet intervenida



Creo que Heredia cantaba, en la pantalla grande del bar," Ay fogata de amor y luna, razón de mi vida", y sentados en la barra, nos habíamos puestos nostálgicos, trayendo a cuento viejos amores, cuando Alfonso, se quedó mirándome y me dijo, que me iba a parecer ridículo, lo que me iba a contar:
-Estoy enamorado de una violonchelista alemana
-Pero, sino te gusta la música de cámara- le respondí, y él pareció no escucharme
-La vi tocando por pura casualidad, su violonchelo en Film & Arts, y me enamoré perdidamente de ella. Es una muñeca, mi Anette Eisenhauer. Si le vieras la piel. Blanca como el algodón
-Las cámaras mienten. ¡Qué sé yo¡ En televisión se usan muchos trucos para mejorar el aspecto de las personas.
Sin embargo, Alfonso, había puesto una barrera a mis comentarios, y tuve que esperar a que él mismo saliera de su delirio, hasta que me preguntó, que si yo no había tenido amores imposibles. Le dije que no.
Realmente, le mentí. Sí había vivido la experiencia algo similar, pero no como su amor limpio por la violonchelista teutona. Había sido un amor erógeno, por una diva del cine: Marilyn Monroe, la que le cantó en la Casa Blanca, al presidente Kennedy, con voz sensual, “Happy birthday to you / Happy birthday to you / Happy birthday Mr President / Happy birthday to you /  Thanks, Mr President"; aquella que en su película, Níágara, entrado ya en la pubertad, me templó por primera vez, la bragueta de los calzoncillos, en el teatro Mogador; la misma que me llevó a entronizarla, encima de la cabecera de mi cama, en el poster clásico donde el aire le sube la falda, tentadoramente, y ella trata con una  lasciva ingenuidad, de bajarla con sus manos. Sí. La misma que un día le dio la ventolera de casarse con el dramaturgo Arthur Miller, el de La muerte de un viajante, y me entraron unos celos podridos, que no tuve más remedio que bajar su póster, de encima de la cabecera de la cabecera de la cama, y abandonarlo en un viejo baúl, en el cuarto de los trebejos. Pero puede suceder, que después de tantos años abra de nuevo el baúl para mirar el póster de la Monroe, y ya no me mate el deseo sino la nostalgia





martes, 18 de junio de 2019

La hijos de la guerra





Foto propia intervenida


Después de tanto 

tiempo

vuelvo  tras mis pasos,

y la casa sigue ahí,

intacta,

solariega

con sus patios a pleno sol

sus cuartos oscuros 

y espaciosos,

donde los  viejos 

patriarcas,

se acostaban en sus camas 

de roble 

y baldaquín,

cual derecho de pernada

con sus mujercitas 

de pechos apenas en flor

a hacer los hijos 

de la guerra

lunes, 3 de junio de 2019

LA MAGA QUE TODOS QUEREMOS









*Foto intervenida de internet


Siempre habrá una Maga, 

como la de  Rayuela en nosotros. 

La veremos un día despistada, 

con el pelo rebelde en la cara, 

caminando por una calle náufraga de señales, 

y nos iremos tras ella, 

conversando de lo fresca que está la tarde 

(ayer el calor era insoportable), 

y sabremos que vive en un apartamento  

amenazando  ruina; 

pondrá unos discos del gran Satchmo, 

en un equipo de aguja,

nos hablará de El perseguidor de Cortázar, 

y entrada la noche, 

ella preparará un café, 

mientras parlotea de un rincón de la ciudad 

donde los pájaros mueren contra los ventanales,  

entonces nos daremos un beso, 

y seremos ya, 

parte de su juego, 

ese juego interminable de jugar a reencontrarnos 

en la excusa del azar 

o la coincidencia, 

por esos lugares que ella demarca como suyos, 

productos de su amor por la ciudad, 

porque más ha podido esa manera silvestre, 

natural 

y salvaje de amarnos: 

ella desandando nuestros pasos, 

nosotros los de ella

por la gran ciudad