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martes, 26 de junio de 2012

Entre tangos de despecho (3)


ENTRE TANGOS DE DESPECHO (3)*

Lo vimos como fue hundiéndose en un abismo de inefable dolor. En las noches, aislándose en un rincón del bar, bebía el aguardiente más fuerte, buscando quemar la pena de lo que él -a quien nunca se le escuchó decir una palabra pedestre-llamaba perfidia. Cuando salía de su mutismo, y compartía alguna copa, tratábamos con ese espíritu de psicólogos de cantina, de aconsejarle que la dejara, mujeres es lo que hay; ella no le conviene, y si lo traicionó una vez, lo va a volver a traicionar, y él que aún la amaba, se levantaba de su silla, dando trancos, los ojos encharcados, e hipando para rogarle a "farolito", el guitarrista e intérprete de tangos del bar que le cantara:

No me hablen de ella...
si vivo en sus besos un mundo mejor,
las cuatro paredes que encierran mis horas
son en su ternura un nido de amor.
No me hablen de ella...
porque es un pedazo de mi corazón,
la quiero y si un día precisa mi sangre,
mi sangre y mi vida por ella la doy.

No me digan nada, no manchen su nombre,
mañana es la vida, ayer se pasó.
Si errar es humano, nos dijo el poeta,
perdonar es divino y esa es mi razón.
Ella es el puñado, mi credo y mi fe.
Por ella yo errante gorrión callejero
al besar su boca la jaula busqué.

*NO ME HABLEN DE ELLA
Letra de Jorge Moreira
Musica de Jorge Moreira

lunes, 18 de junio de 2012

Noche sin grillos


No la sentí llegar, por la modorra que me había causado la tercera botella de aguardiente. Cuando el aguardiente se me hace dulzón, sé que estoy a punto de emborracharme, entonces me levanté de la mesa, a pesar de los ruegos de los amigos para que me quedara otro rato, pagué la ronda, y me aventuré calle abajo, a pesar del peligro que entrañaba transitar la Calle de las alcahuetas, a esa hora de la noche, de alta densidad de malandrines entrenados para el raponeo de carteras, el cuchillo en la espalda, y no haga movimientos raros, hermano, porque le corto hasta el alma, en medio de los ventorrillos a lado y lado de la vía, y la hedentina de orines revenidos.

Una puta, a la que llamaban la cremallera, tenía en la mejilla izquierda una cicatriz larga y cosida tan burdamente, que le quedaron las huellas de la sutura como un sierre, me acompañó hasta uno de los caserones de la ciudad histórica, donde vivía. ! Doctor!, no es hora de andar por estos lugares tan peligrosos, en semejante borrachera.
Era fuerte, y bonita a pesar de la cicatriz. Le había hecho un favor que me agradecía hondamente. Tenía un niño, al cual le bajé la fiebre una noche que llegó al hospital sin un peso, y el niño delirando: la gastroenteritis lo estaba matando. Se la combatí, por nada, por humanidad. Ni siquiera acepté su gratitud de una noche de cama. Me ayudó a entrar al cuarto, que tenía puerta a la calle, y se fue luego con la noche, que empezaba a ventear un frío glacial. 

En la cama todo empezó a darme vueltas, hasta caer en un abismo de remolinos, y flotar, luego, en una nata de silencio. Sé que es una mujer, la que está aquí. Tiene los ojos almendrados, y me llama, para que la siga por los zaguanes del patio de geranios, nomeolvides,  y begonias. La sigo como si levitara, pero lo más extraño,  que no escuche el griterío de los grillos en el patio, y al mirarme en el alto espejo que cuelga encima del lavamanos, no me devuelva la imagen de  mi cara

lunes, 11 de junio de 2012

El imperio de los sentidos





Estaba exhausto, en el momento en que la mujer se acaballó sobre su cuerpo desnudo, le amarró la cinta al cuello, y empezó a apretar, irguiendo su sexo como un riel en el de ella, pero  ya era muy tarde para detenerla, cuando se le vino a la memoria la repetida escena de El Imperio de los sentidos.

martes, 5 de junio de 2012

Entre tangos de despecho (2)*



Entre tangos de despecho (2)*


La vio pasar desde la barra, al otro lado del ventanal del bar donde aún, tres años después no se podía sacar el dolor de su abandono, cuando lo dejó en la ruina, yéndose con un corredor de autos, y amigos no le quedaban ya para matar en las natas del trago su ausencia. Se acercó al ventanal y la observó tras el cristal. Ella volteó a mirar, y él se espantó de ese rostro apergaminado como una hoja seca, que no se compadecía con la mujer que lo había enloquecido, de ojos almendrados, piel templada por el sol, y el cuerpo prieto, que lo llevó al desvarío del amor. Ella Se quedó allí en la acera de bar, los pies sembrados en el piso, y él corrió hasta la víctrola, y con una cara de satisfacción retaliativa, introdujo la moneda en el traganiquel, escuchándose en el bar como nunca se había escuchado el tango aquel de:

"Nunca creí que la vería
en un "requiescat in pache"
tan cruel como el de hoy
mire, si no es pa' suicidarse
que por este cachivache
sea lo que soy...
Fiera venganza la del tiempo
que le hace ver deshecho
lo que uno amó...
y este encuentro me ha hecho tanto mal,
que si lo pienso más,
termino envenenao.
Esta noche me emborracho bien,
me mamo bien mamao!....
pa' no pensar."



*ESTA NOCHE ME EMBORRACHO
Letra de Enrique Santos Discépolo
Musica de Enrique Santos Discépolo
Compuesto en 1927