Miro las
cabriolas del tiempo,
andando y
desandando
y se
instala en el pasado,
en algún
mueble que aún no
condenamos
al cuarto de rebrujo;
en la
ventana donde se apostaba ella,
para el
furtivo beso.
En la casa
vieja de cuartos espaciosos,
donde
alguna vez,
nos desnudamos y urgidos de deseo,
supimos por primera vez del amor venéreo.
Foto
propia. Piedecuesta, La Sinfonía