*Foto propia intervenida
Han
clausurado la puerta
que da al
patio de la vieja casa.
Tras
cristales aún se ve la fuente,
después de
tantas telarañas zurcidas
por el
tiempo.
Y en la
nostalgia la sombra de su pelo
hecha de
silencios;
y sus
labios húmedos
-a pesar de
los crudos veranos-
abiertos
siempre al beso.
Sí. Aún
está la fuente de piedra sin labrar
de donde
rescataba los pájaros náufragos,
que, en los
torrenciales inviernos,
caían en la
pileta empapados por la lluvia.
¿A dónde
hoy los pájaros?
¿A dónde hoy sus
húmedos labios?