*Foto intervenida
Todo respira a su modo.
La nube que se llueve en leves gotas,
y después es un aguacero torrentoso
que arrastra con la vida misma,
en las casas descuajadas
moviéndose en las arrevolveradas aguas como barcas
al desgaire.
Todo respira, hasta la silvestre amapola
que deja ver tanto el encanto de sus pétalos
como la leche de su endriago
tras la cual corren quienes se niegan
a construirde su destino en el amor.
Respira hasta la piedra que se planta en el camino,
como un refrán de alerta con los otros,
cruzados por la bondad o la maldad de sus
actos.
Todo respira,
hasta esa muchachita
que con desenfado pasea su cuerpo
en una bicicleta montañera,
frente a mi ventana
mientras el viento le levanta las faldas,
poniendo sus piernas al desnudo
atleta de la ternura de mis mañanas