Imagen intervenida
Miro las cabriolas del tiempo,
andando y desandando
y se instala en el pasado,
en algún mueble que aún no
condenamos al cuarto de rebrujo;
en la ventana donde se apostaba ella,
como en el nicho de un altar
para darnos el furtivo beso;
en la casa vieja de cuartos espaciosos,
donde alguna vez,
nos desnudamos urgidos de deseo,
y supimos por primera vez
de aquel amor venéreo,
que ahora,
después de tanto tiempo transcurrido,
cuando nos tropezamos por ahí
me miras y te sonrojas
como si se repitiera
aquella vez de la entrega