
Mi voz deviene
de tiempos antiguos
prístinos aullidos
en altares de piedra
de basalto.
La sangre chisguetea
los rostros ceremoniales
de sacerdotes y vestales.
La luna se detiene
cuando la daga esmaltada
abre la carne.
EL estridular
de pájaros negros,
rompe el silencio denso
de la noche,
y la memoria se pierde,
en los caminos somnolientos
donde una lábil frontera
separa la vida de la muerte.