¡Qué! importan el tiempo
y la distancia.
La vuelvo a ver después
de tantos soles,
después de tantas lunas,
después de tanta agua bajo los puentes.
Tiene los mismos ojos
de profundo cielo,
y los mismos labios de fresa
en su boca.
No llevaba la faldita de tableta,
ni el cuaderno de
apuntes,
donde algunas veces
le enseñé a hacer ensayos
¡Qué! importan el tiempo
y la distancia
si me quedé en sus ojos
como un pez de ternura.
Esta mañana
la sorpresa de su voz en
el teléfono,
fue un susurro de brisa
amanecida.