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jueves, 22 de octubre de 2020

LA DE OJOS ESMERALDINOS





*Foto intervenida


Siempre me gustaron sus ojos esmeraldinos; y no lo pongo en duda, la querencia por ella me entró por sus ojos, aquella noche que como invitada de mi hermana Antonia (compañeras de Derecho en la universidad), a la fiesta de brujas, fue el centro de atención de las miradas de los hombres, y de las mujeres - más  envidia que  admiración- por la belleza de sus ojos , que se destacaban entre las cuencas de su antifaz, y su bella vestimenta de geisha.

Alguien por ahí, al verme tan enamorado de Antonia, dijo al rompe, "Juanjo se enamoró no de Antonia, sino de sus ojos, sáquenle los ojos a Antonia, y Juanjo recuperará la cordura". Cuando me lo contaron, sentí un escalofrío y como una culebrilla me recorrió el cuerpo, escalofrío de un vaticinio pensé. Algo estaba por suceder.

A los tres meses de amantes juiciosos, quise sorprenderla con un regalo, y como tenía llaves, entré en su apartamento de manera furtiva. Supe que se estaba bañando, por el ruido del agua al caer de la regadera. Entonces me escondí en el guardarropas de su alcoba, y al rato, para mi sorpresa y desaliento, vi salir del baño, a una Antonia de ojos grises, que apresuró sus pasos hacia el tocador del fondo de la alcoba, de donde tomó del estuche, los lentes de contacto, que le daban a sus ojos ese color esmeraldino, que habían sido irremediablemente mi perdición