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martes, 24 de noviembre de 2020

Como una canción





*Foto intervenida



Quise hacer una canción 

mientras le pongo el botón que le falta a la camisa,

y ella prepara el café que riega el aroma de su amor

por toda la casa,

como una primavera adelantada.

Y salgo al patio a tararear mis versos ripiosos

en una canción feliz llevada por brisa que azota

las malvas, 

amapolas, 

azaleas

y hortensias 

crecidas por ensalmo en los viejos maceteros 

que el tiempo no ha podido con ellos.

En cada verso soltado al viento

como pájaros desenjaulados,

caballos desbravados que vuelven 

a su llano,

versos  aún en bruto, 

siento en ellos la caricia del sol calcinante  y del viento

aire brioso.

Cómo me hacen   feliz  mis versos ripiosos

soltados a la rosa de los vientos del patio de mi casa.

Ojalá suelten  amarras en otros lares 

con el contento  de  las flores silvestres

de mi patio.


 





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domingo, 15 de noviembre de 2020

EL GATILLERO

 

 



Foto intervenida



La boca le sabía a cobre cuando abrió los ojos. Trató de moverse de la cama, pero una agonía le trepanaba el estómago. Al fin tuvo que levantarse, porque se le vinieron unas incontenibles ganas de vomitar. Creyó que se le iba la vida, cuando dejó en la taza del inodoro, una baba verde y mucilaginosa. Se levantó untó de crema el cepillo de dientes y se lavó la boca con saña. Pero le olía la piel, al bravo aguardiente con el cual pasó la marihuana, que le había traído Néstor su contacto de Buenaventura. Se metió bajo la ducha hasta sentir que no hedía como la sentina de esos barcos que venían del otro lado del mundo, y descargaba a pulso cuando fue estibador. Entonces recordó a la mujer con la cual había estado toda la noche, esa perra que se ha puesto a organizar los pelaos con sus campañitas sociales en Nuquí, y hay que darle balín, recordaba el mensaje que le habían dejado en su correo. Era una morena de nalgas rotundas, le brillaban los ojos como dos candelillas, en la oscuridad del cuarto.

Había podido matarla, esa noche cuando la enredó con el cuento de que él trabajaba para las comunidades negras del Bajo Cauca, mientras bailaban, al ritmo de Herencia de Timbiquí, “Vive a tu manera”, grupo que había sido invitado a animar las fiestas patronales. Sí. Hubiera podido matarla ahí mismo, mientras hacían el amor, en medio del jolgorio y la pólvora que reventaba los cielos, en uno de los cuartos de la Asistencia social de Nuquí, pero no pudo. Por primera vez sintió miedo, mierda físico miedo, a pesar de que en sus cuentas pasaban más de cien los muertos; le temblaron los dedos a la hora de jalar del gatillo.


ACOTACIÓN: éste cuento en homenaje a los líderes y lideresas sociales, de las comunidades negras colombianas de la Costa Pacífica, asesinados por las fuerzas oscuras del sistema y el paramilitarismo. Subo este video, A mi manera y hago su mención en el relato, porque Herencia de Timbiquí, fue uno de los grupos que se pronunció sin esguinces,  contra el asesinato sistemático de los líderes sociales, y ha manifestado su inconformidad con un gobierno que ha sistematizado la violencia contra quienes quieren una Colombia inclusiva y diferente. Y, porque, no joda¡ son creativos y me ensalma su música, a partir de la fusión de aires típicos del Pacifico colombiano, en la búsqueda de nuevos sonidos.





jueves, 5 de noviembre de 2020

MASCARADA

 





*Foto propia intervenida



Se puso el antifaz,
y supo que ya tenía máscara,
la de los fingimientos diarios porque la verdad duele,
la de las poses tanteadas al caminar para ganar adeptos
la del amor actuado para que digan que cortés
y buen amante es.
Se va por la vida con el camuflaje de las palabras,
lengua de culebra mapaná que engaña,
Alguien grita desde otra orilla de la vida
que ama la verdad,
su verdad con gesto de comedia,
o de trágica mascarada
donde se anuncia la vida,
y la muerte decapita las cabezas del convite
Cómo creer en el otro,
si el otro dejó de ser diferente
y hoy cercena las palabras
en los libros;
amordaza las cuerdas de una guitarra
que canta libertad,
y le pone en las manos fusiles a los niños
para que ametrallen desde su inocencia
la vida,
como si ya no tuviera suficientes
muertes la vida