*Foto propia: playa de Coveñas (Colombia)
El mar se
quedó en sus ojos,
basta
mirarlos para sentir su nostalgia.
Sólo
faltan las algas,
las
anémonas,
y los
pececitos de colores
en sus ojos
aguadas
de mar.
En las
noches los observo,
y una
luna se mueve como un candil,
en un
cielo de sombras;
luna que
se quedó encendida
en el fragor,
el pálpito de nuestros cuerpos
en la
playa,
aquella
noche de amor de
diciembre
bajo un
enjambre de luceros y estrellas,
mientras la
brisa arrastraba de lejos
un murmullo de gaitas
y tambores,
alegrando
la noche.