
En la película rodando segundos en su mente, los dos desnudos en el cuartito aquel donde agotaban la ansiedad de sus encuentros furtivos; esos segundos antes de que el hombre del guante negro jalara el gatillo, y !pum¡, una reventazón de sesos , sangre y huesos, alargándose sobre el piso como un extraño arabesco.