
Ese día que todos sintieron el pálpito de que la voluntad era más fuerte que el mismo poder de las armas, dejaron los miedos y salieron de sus casas, formando un colosal enjambre humano, en la vasta plazueleta que quedaba frente al Palacio, y el tirano al verse tan pequeño ante la airada y abigarrada muchedumbre , no le quedó más remedio que huir sigilosamente por la puerta de atrás de la Casa de gobierno, vestido de paisano, y llevando a cuestas la pesada caja de caudales.