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martes, 29 de diciembre de 2020

Savia y sombra

 

 






Foto propia: Museo Ramírez Villamizar, Pamplona




Entiérrame aquí cuando muera,

en este viejo patio

donde se cruzan los aires de la rosa

de los vientos,
bajo el viejo magnolio con el cual,

el tiempo no ha podido,
que quiero ser savia 
en su tronco,
en sus ramas,
en sus hojas;
y nido de pájaros

en el dosel de su cielo.

Entiérrame aquí, 

bajo el magnolio

que también quiero ser sombra



sábado, 19 de diciembre de 2020

Susurro

 


*Foto intervenida


¡Qué! importan el tiempo y la distancia.

La vuelvo a ver después de tantos soles,

después de tantas lunas,

después de tanta agua bajo los puentes.

Tiene los mismos ojos

de profundo cielo,

y los mismos labios de fresa en su boca.

No llevaba la faldita de tableta,

ni el cuaderno de apuntes,

donde algunas veces

le enseñé a hacer ensayos

¡Qué! importan el tiempo y la distancia

si me quedé en sus ojos

como un pez de ternura.

Esta mañana

la sorpresa de su voz en el teléfono,

fue un susurro de brisa amanecida.




 

 

viernes, 11 de diciembre de 2020

Brisa

 






*Foto intervenida


Desde aquí donde no te tengo,

busco en los nardos el olor
de tu cuerpo de madrugada.
Aún la brisa del alba
no olvida la fragancia a limonero de tu pelo.
En la antípoda en que estás,
quizás ya hayas mirado esta luna,
tan llena de luz como tus ojos,
en el asombro de tu gruta rebosada
de humedades de la vez primera.
Sé que volverás cuando ya me extrañes.
Dejaré la puerta abierta,

para que entres como una brisa grata,
en la piel de la noche.




martes, 24 de noviembre de 2020

Como una canción





*Foto intervenida



Quise hacer una canción 

mientras le pongo el botón que le falta a la camisa,

y ella prepara el café que riega el aroma de su amor

por toda la casa,

como una primavera adelantada.

Y salgo al patio a tararear mis versos ripiosos

en una canción feliz llevada por brisa que azota

las malvas, 

amapolas, 

azaleas

y hortensias 

crecidas por ensalmo en los viejos maceteros 

que el tiempo no ha podido con ellos.

En cada verso soltado al viento

como pájaros desenjaulados,

caballos desbravados que vuelven 

a su llano,

versos  aún en bruto, 

siento en ellos la caricia del sol calcinante  y del viento

aire brioso.

Cómo me hacen   feliz  mis versos ripiosos

soltados a la rosa de los vientos del patio de mi casa.

Ojalá suelten  amarras en otros lares 

con el contento  de  las flores silvestres

de mi patio.


 





.


domingo, 15 de noviembre de 2020

EL GATILLERO

 

 



Foto intervenida



La boca le sabía a cobre cuando abrió los ojos. Trató de moverse de la cama, pero una agonía le trepanaba el estómago. Al fin tuvo que levantarse, porque se le vinieron unas incontenibles ganas de vomitar. Creyó que se le iba la vida, cuando dejó en la taza del inodoro, una baba verde y mucilaginosa. Se levantó untó de crema el cepillo de dientes y se lavó la boca con saña. Pero le olía la piel, al bravo aguardiente con el cual pasó la marihuana, que le había traído Néstor su contacto de Buenaventura. Se metió bajo la ducha hasta sentir que no hedía como la sentina de esos barcos que venían del otro lado del mundo, y descargaba a pulso cuando fue estibador. Entonces recordó a la mujer con la cual había estado toda la noche, esa perra que se ha puesto a organizar los pelaos con sus campañitas sociales en Nuquí, y hay que darle balín, recordaba el mensaje que le habían dejado en su correo. Era una morena de nalgas rotundas, le brillaban los ojos como dos candelillas, en la oscuridad del cuarto.

Había podido matarla, esa noche cuando la enredó con el cuento de que él trabajaba para las comunidades negras del Bajo Cauca, mientras bailaban, al ritmo de Herencia de Timbiquí, “Vive a tu manera”, grupo que había sido invitado a animar las fiestas patronales. Sí. Hubiera podido matarla ahí mismo, mientras hacían el amor, en medio del jolgorio y la pólvora que reventaba los cielos, en uno de los cuartos de la Asistencia social de Nuquí, pero no pudo. Por primera vez sintió miedo, mierda físico miedo, a pesar de que en sus cuentas pasaban más de cien los muertos; le temblaron los dedos a la hora de jalar del gatillo.


ACOTACIÓN: éste cuento en homenaje a los líderes y lideresas sociales, de las comunidades negras colombianas de la Costa Pacífica, asesinados por las fuerzas oscuras del sistema y el paramilitarismo. Subo este video, A mi manera y hago su mención en el relato, porque Herencia de Timbiquí, fue uno de los grupos que se pronunció sin esguinces,  contra el asesinato sistemático de los líderes sociales, y ha manifestado su inconformidad con un gobierno que ha sistematizado la violencia contra quienes quieren una Colombia inclusiva y diferente. Y, porque, no joda¡ son creativos y me ensalma su música, a partir de la fusión de aires típicos del Pacifico colombiano, en la búsqueda de nuevos sonidos.





jueves, 5 de noviembre de 2020

MASCARADA

 





*Foto propia intervenida



Se puso el antifaz,
y supo que ya tenía máscara,
la de los fingimientos diarios porque la verdad duele,
la de las poses tanteadas al caminar para ganar adeptos
la del amor actuado para que digan que cortés
y buen amante es.
Se va por la vida con el camuflaje de las palabras,
lengua de culebra mapaná que engaña,
Alguien grita desde otra orilla de la vida
que ama la verdad,
su verdad con gesto de comedia,
o de trágica mascarada
donde se anuncia la vida,
y la muerte decapita las cabezas del convite
Cómo creer en el otro,
si el otro dejó de ser diferente
y hoy cercena las palabras
en los libros;
amordaza las cuerdas de una guitarra
que canta libertad,
y le pone en las manos fusiles a los niños
para que ametrallen desde su inocencia
la vida,
como si ya no tuviera suficientes
muertes la vida



miércoles, 28 de octubre de 2020

ANDADURAS Y CAMINOS

 







Foto propia



Cuántas lunas erró los caminos,

y sintió golpear su corazón

con la fuerza de las patas de los caballos

sobre las piedras,

al borde del abismo.

Cuántas veces unos besos y el licor,

pusieron la vida en la orilla de la navaja afilada

de la muerte.

Tiró tantas veces los dados como un Sergio Stepansky,

en su camino por la curva del orbe,

cantando con Cabral, "y ser feliz es mi color de identidad",

Tantas veces se dolió de los niños

matando el hambre con sopas de papel,

y se alegró   con los hombres,

que en su camino  

derribaban las estatuas de héroes falsos,

cagadas por los pájaros

en pueblos polvorientos,

como un buen sarcasmo

o la mejor de las ironías.

Con una guitarra por fusil,

unos versos en la aljaba,

y una botella de ron,

va andando su libertad hasta que la consuma

el polvo de los caminos



jueves, 22 de octubre de 2020

LA DE OJOS ESMERALDINOS





*Foto intervenida


Siempre me gustaron sus ojos esmeraldinos; y no lo pongo en duda, la querencia por ella me entró por sus ojos, aquella noche que como invitada de mi hermana Antonia (compañeras de Derecho en la universidad), a la fiesta de brujas, fue el centro de atención de las miradas de los hombres, y de las mujeres - más  envidia que  admiración- por la belleza de sus ojos , que se destacaban entre las cuencas de su antifaz, y su bella vestimenta de geisha.

Alguien por ahí, al verme tan enamorado de Antonia, dijo al rompe, "Juanjo se enamoró no de Antonia, sino de sus ojos, sáquenle los ojos a Antonia, y Juanjo recuperará la cordura". Cuando me lo contaron, sentí un escalofrío y como una culebrilla me recorrió el cuerpo, escalofrío de un vaticinio pensé. Algo estaba por suceder.

A los tres meses de amantes juiciosos, quise sorprenderla con un regalo, y como tenía llaves, entré en su apartamento de manera furtiva. Supe que se estaba bañando, por el ruido del agua al caer de la regadera. Entonces me escondí en el guardarropas de su alcoba, y al rato, para mi sorpresa y desaliento, vi salir del baño, a una Antonia de ojos grises, que apresuró sus pasos hacia el tocador del fondo de la alcoba, de donde tomó del estuche, los lentes de contacto, que le daban a sus ojos ese color esmeraldino, que habían sido irremediablemente mi perdición



jueves, 15 de octubre de 2020

GRIETAS





*Foto intervenida




Muerde la noche

de angustia 

el alma.

Tu beso sabe a sal

grano a grano

como una siembra de amargura

en un reloj de arena

de horas eternas

y nos vamos quedando 

sin tiempo

sin historia

desnudos de piel

desnudos de todo



sábado, 3 de octubre de 2020

De amar y querer

 




Motelito aquel sin ángel,

donde nos sacábamos la piel cansada por

el peso del trabajo

los fines de semana.

Socavón lo llamabas porque

estaba en una callejuela

como un acordeón apresado

entre casas trogloditas,

donde no se sentía respirar la vida.

Pero te gustaba me decías,

esta aventura de los dos,

tan secreta y clandestina en este

motelito sin futuro.

Y después de las sábanas empapadas,

mientras Sabina cantaba su despecho,

 en un parlante pegado al celular

(Y no halle quien de ti
Me dijera ni media palabra
Parecía como si
Me quisiera gastar el destino
 una broma macabra)

le preguntaba si me quería,

Y ella,

¡Nunca¡

nada me decía,

¡nunca ¡

como si no me escuchara,

silenciosamente bella,

en sus silencios de tardes de motel, bella

que ya me estaba acostumbrando,

por qué no decirlo,

a su callada manera del amor negarme

y  me preguntaba,  

si algún día me dice que me ama,

será que a su amor voy a acostumbrarme,

como me he acostumbrado a sus silencios




Foto intervenida


viernes, 25 de septiembre de 2020

Surrealidad








*Foto intervenida





Bosteza el día en la curva del reloj

marca una hora imprecisa,

quizás de otra dimensión.

Me quedo mirando la gente que pasa,

con ojos febriles

caminan sobre sobre algodones de nubes,

y una sonrisa sin rostro se va con ella,

en su camino al vacío.

No sé si es mañana,

ayer,

hoy,

voy solo tanteando 

en caminos,

rutas,

senderos que sé que he caminado,

pero mis pies no los reconocen,

y a pesar de mis ojos,

como un Edipo después de la confirmación del vaticinio,

golpeo en las paredes,

ruedo

y desangro



sábado, 19 de septiembre de 2020

DE ROSTROS Y DE CARAS

 

   






*Foto intervenida


   El hombre se despertó con la horrible sensación de que su cara  no era la suya. "Me desconozco", se dijo cuando se miró en el espejo, y vio luego la mujer que estaba a su lado, observándolo con dulzura, pero tampoco la reconoció y solo pensó en ahorcarla en su desespero, como si ella fuera la causante de la pérdida de la memoria de su identidad.

 

  Sentía una angustia tenebrante, que se la achacaba a la incertidumbre de no saber quién era , y le creció la zozobra al no tener la certeza de que recobraría mañana su rostro, y no persistiría en los días venideros esa sensación martillante de amanecer con una cara ajena.Final del formulario

 

 

sábado, 12 de septiembre de 2020

Eran nuestros muertos*












Foto intervenida de internet




Dijeron que no eran nuestros muertos,

en este país de muertos sin nombrar,

y eran nuestros muertos,

muchachos de  barrio,

yo los vi caer

con una flor de sangre en el pecho

la esperanza rota

su protesta yerta ,

entre el tenebroso ulular de sirenas 

de los carros

policiales.

Eran muchachos de barrio

de la ciudad

yo los vi caer.

Dijeron que no eran nuestros muertos,

porque nadie dio la orden oficial de disparar,

y todos vieron las manos policías

engatilladas

restallar las balas en sus cuerpos,

antes de caer.

Eran nuestros muertos

yo los vi caer,

un nueve de septiembre negro

en una noche negra y larga

en la ciudad





*A los jóvenes que marchaban en la noche del 9 de septiembre en Bogotá, contra las masacres sistemáticas y otras indignidades del gobierno faccioso de Duque, y fueron reprimidos a bala por la policía