Foto propia: Museo Ramírez Villamizar, Pamplona
Entiérrame aquí cuando muera,
en este viejo patio
donde se cruzan los aires de la rosa
en el dosel de su cielo.
Entiérrame aquí,
bajo el magnolio
que también quiero ser sombra
crítica, pensamiento,mundo cultural, ensayo, producción narrativa y poesia, artes escénicas.
Foto propia: Museo Ramírez Villamizar, Pamplona
Entiérrame aquí cuando muera,
en este viejo patio
donde se cruzan los aires de la rosa
en el dosel de su cielo.
Entiérrame aquí,
bajo el magnolio
que también quiero ser sombra
¡Qué! importan el tiempo
y la distancia.
La vuelvo a ver después
de tantos soles,
después de tantas lunas,
después de tanta agua bajo los puentes.
Tiene los mismos ojos
de profundo cielo,
y los mismos labios de fresa
en su boca.
No llevaba la faldita de tableta,
ni el cuaderno de
apuntes,
donde algunas veces
le enseñé a hacer ensayos
¡Qué! importan el tiempo
y la distancia
si me quedé en sus ojos
como un pez de ternura.
Esta mañana
la sorpresa de su voz en
el teléfono,
fue un susurro de brisa
amanecida.
*Foto intervenida
Desde aquí donde no te tengo,
busco en los nardos el olor
de tu cuerpo de madrugada.
Aún la brisa del alba
no olvida la fragancia a limonero de tu pelo.
En la antípoda en que estás,
quizás ya hayas mirado esta luna,
tan llena de luz como tus ojos,
en el asombro de tu gruta rebosada
de humedades de la vez primera.
Sé que volverás cuando ya me extrañes.
Dejaré la puerta abierta,
*Foto intervenida
Quise hacer una canción
mientras le pongo el botón que le falta a la camisa,
y ella prepara el café que riega el aroma de su amor
por toda la casa,
como una primavera adelantada.
Y salgo al patio a tararear mis versos ripiosos
en una canción feliz llevada por brisa que azota
las malvas,
amapolas,
azaleas
y hortensias
crecidas por ensalmo en los viejos maceteros
que el tiempo no ha podido con ellos.
En cada verso soltado al viento
como pájaros desenjaulados,
caballos desbravados que vuelven
a su llano,
versos aún en bruto,
siento en ellos la caricia del sol calcinante y del viento
aire brioso.
Cómo me hacen feliz mis versos ripiosos
soltados a la rosa de los vientos del patio de mi casa.
Ojalá suelten amarras en otros lares
con el contento de las flores silvestres
de mi patio.
.
Foto intervenida
La boca le sabía a cobre cuando abrió los ojos. Trató de moverse de la cama, pero una agonía le trepanaba el estómago. Al fin tuvo que levantarse, porque se le vinieron unas incontenibles ganas de vomitar. Creyó que se le iba la vida, cuando dejó en la taza del inodoro, una baba verde y mucilaginosa. Se levantó untó de crema el cepillo de dientes y se lavó la boca con saña. Pero le olía la piel, al bravo aguardiente con el cual pasó la marihuana, que le había traído Néstor su contacto de Buenaventura. Se metió bajo la ducha hasta sentir que no hedía como la sentina de esos barcos que venían del otro lado del mundo, y descargaba a pulso cuando fue estibador. Entonces recordó a la mujer con la cual había estado toda la noche, esa perra que se ha puesto a organizar los pelaos con sus campañitas sociales en Nuquí, y hay que darle balín, recordaba el mensaje que le habían dejado en su correo. Era una morena de nalgas rotundas, le brillaban los ojos como dos candelillas, en la oscuridad del cuarto.
Había podido matarla, esa noche cuando la enredó
con el cuento de que él trabajaba para las comunidades negras del Bajo Cauca,
mientras bailaban, al ritmo de Herencia de Timbiquí, “Vive a tu manera”, grupo que había
sido invitado a animar las fiestas patronales. Sí. Hubiera podido matarla ahí
mismo, mientras hacían el amor, en medio del jolgorio y la pólvora que
reventaba los cielos, en uno de los cuartos de la Asistencia social de Nuquí,
pero no pudo. Por primera vez sintió miedo, mierda físico miedo,
a pesar de que en sus cuentas pasaban más de cien los muertos; le temblaron los
dedos a la hora de jalar del gatillo.
ACOTACIÓN: éste cuento en homenaje a los líderes y lideresas sociales, de las comunidades negras colombianas de la Costa Pacífica, asesinados por las fuerzas oscuras del sistema y el paramilitarismo. Subo este video, A mi manera y hago su mención en el relato, porque Herencia de Timbiquí, fue uno de los grupos que se pronunció sin esguinces, contra el asesinato sistemático de los líderes sociales, y ha manifestado su inconformidad con un gobierno que ha sistematizado la violencia contra quienes quieren una Colombia inclusiva y diferente. Y, porque, no joda¡ son creativos y me ensalma su música, a partir de la fusión de aires típicos del Pacifico colombiano, en la búsqueda de nuevos sonidos.
Foto propia
Cuántas
lunas erró los caminos,
y
sintió golpear su corazón
con
la fuerza de las patas de los caballos
sobre
las piedras,
al
borde del abismo.
Cuántas
veces unos besos y el licor,
pusieron
la vida en la orilla de la navaja afilada
de
la muerte.
Tiró
tantas veces los dados como un Sergio Stepansky,
en
su camino por la curva del orbe,
cantando
con Cabral, "y ser feliz es mi color de identidad",
Tantas
veces se dolió de los niños
matando
el hambre con sopas de papel,
y
se alegró con los hombres,
que
en su camino
derribaban
las estatuas de héroes falsos,
cagadas
por los pájaros
en
pueblos polvorientos,
como
un buen sarcasmo
o
la mejor de las ironías.
Con
una guitarra por fusil,
unos
versos en la aljaba,
y
una botella de ron,
va
andando su libertad hasta que la consuma
el
polvo de los caminos
*Foto intervenida
Siempre me gustaron sus ojos esmeraldinos; y no lo
pongo en duda, la querencia por ella me entró por sus ojos, aquella noche que
como invitada de mi hermana Antonia (compañeras de Derecho en la universidad),
a la fiesta de brujas, fue el centro de atención de las miradas de los hombres,
y de las mujeres - más envidia que admiración- por la belleza de sus ojos , que
se destacaban entre las cuencas de su antifaz, y su bella vestimenta de geisha.
Alguien por ahí, al verme tan enamorado de Antonia,
dijo al rompe, "Juanjo se enamoró no de Antonia, sino de sus ojos,
sáquenle los ojos a Antonia, y Juanjo recuperará la cordura". Cuando me lo
contaron, sentí un escalofrío y como una culebrilla me recorrió el cuerpo,
escalofrío de un vaticinio pensé. Algo estaba por suceder.
A los tres meses de amantes juiciosos, quise
sorprenderla con un regalo, y como tenía llaves, entré en su apartamento de
manera furtiva. Supe que se estaba bañando, por el ruido del agua al caer de la
regadera. Entonces me escondí en el guardarropas de su alcoba, y al rato, para
mi sorpresa y desaliento, vi salir del baño, a una Antonia de ojos grises, que apresuró
sus pasos hacia el tocador del fondo de la alcoba, de donde tomó del estuche, los
lentes de contacto, que le daban a sus ojos ese color esmeraldino, que habían sido
irremediablemente mi perdición
*Foto intervenida
Muerde la noche
de angustia
el alma.
Tu beso sabe a sal
grano a grano
como una siembra de amargura
en un reloj de arena
de horas eternas
y nos vamos quedando
sin tiempo
sin historia
desnudos de piel
desnudos de todo
Motelito aquel sin ángel,
donde nos sacábamos la
piel cansada por
el peso del trabajo
los fines de semana.
Socavón lo llamabas
porque
estaba en una
callejuela
como un acordeón
apresado
entre casas trogloditas,
donde no se sentía respirar
la vida.
Pero te gustaba me
decías,
esta aventura de los
dos,
tan secreta y clandestina
en este
motelito sin futuro.
Y después de las sábanas
empapadas,
mientras Sabina cantaba
su despecho,
en un parlante pegado al celular
(Y no halle quien de ti
Me dijera ni media palabra
Parecía como si
Me quisiera gastar el destino una broma macabra)
le preguntaba si me quería,
Y ella,
¡Nunca¡
nada me decía,
¡nunca ¡
como si no me escuchara,
silenciosamente bella,
en sus silencios de tardes de motel, bella
que ya me estaba acostumbrando,
por qué no decirlo,
a su callada manera del amor negarme
y me preguntaba,
si algún día me dice que me ama,
será que a su amor voy a acostumbrarme,
como me he acostumbrado a sus silencios
Foto intervenida
Bosteza el día en la curva del reloj
marca una hora imprecisa,
quizás de otra dimensión.
Me quedo mirando la gente que pasa,
con ojos febriles
caminan sobre sobre algodones de nubes,
y una sonrisa sin rostro se va con ella,
en su camino al vacío.
No sé si es mañana,
ayer,
hoy,
voy solo tanteando
en caminos,
rutas,
senderos que sé que he caminado,
pero mis pies no los reconocen,
y a pesar de mis ojos,
como un Edipo después de la confirmación del
vaticinio,
golpeo en las paredes,
ruedo
y desangro
*Foto intervenida
El
hombre se despertó con la horrible sensación de que su cara no era la suya. "Me desconozco",
se dijo cuando se miró en el espejo, y vio luego la mujer que estaba a su lado,
observándolo con dulzura, pero tampoco la reconoció y solo pensó en ahorcarla en
su desespero, como si ella fuera la causante de la pérdida de la memoria de su
identidad.
Sentía una angustia
tenebrante, que se la achacaba a la incertidumbre de no saber quién era , y le
creció la zozobra al no tener la certeza de que recobraría mañana su rostro, y no
persistiría en los días venideros esa sensación martillante de amanecer con una
cara ajena.Final del formulario
Foto intervenida de internet
Dijeron que no eran nuestros muertos,
en este país de muertos sin nombrar,
y eran nuestros muertos,
muchachos de barrio,
yo los vi caer
con una flor de sangre en el pecho
la esperanza rota
su protesta yerta ,
entre el tenebroso ulular de sirenas
de los carros
policiales.
Eran muchachos de barrio
de la ciudad
yo los vi caer.
Dijeron que no eran nuestros muertos,
porque nadie dio la orden oficial de
disparar,
y todos vieron las manos policías
engatilladas
restallar las balas en sus cuerpos,
antes de caer.
Eran nuestros muertos
yo los vi caer,
un nueve de septiembre negro
en una noche negra y larga
en la ciudad
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