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domingo, 9 de marzo de 2008

CONVERSANDO AL NATURAL CON EDSON VELANDIA Y SU MÚSICA

"Yo le juro que siento siempre que no he empezado todavía"..."...uso mucho, sobretodo, las herramientas de composición sinfónica, que son la forma de ver la arquitectura de la música"..."para mí la música, es como el oficio del pintor, solo frente al cuadro. Eso es influencia de Javier (Quintero)"..."la música es universal, esa es su gracia, no politizarse"..."la música mía es herencia de mi papá.." soy un genio."
Quién no lo conoce. Pelo largo y pajizo, delgado como un junco, pero se trasforma y se robustece con su guitarra al cinto a la mejor manera de Santana, cuando se sube con sus músicos a un escenario. Siempre le ha gustado la música, más ahora que tiene herramientas para componer y cantar con una pasión enfermiza. Respira con la música, la suya, porque tiene la virtud de componer y hacer letras. Sus proyectos musicales caminan en la intencion machadiana de la identidad, con las bandas Cabuya y ahora Velandia y la Tigra. Ha estado en festivales, entre ellos uno del caribe, que se hace en México, donde con Cabuya se trajo el mayor galardón, y claro, un billetico, no muy largo, pero al menos, para satisfacer necesidades elementales, pues no se puede vivir del aire, ni del golpecito en el hombro del que felicita, pero no
compra el CD, y menos, paga la boleta del concierto, porque es el físico colado
Con la Tigra, en Cali, como invitado especial, al festival de jazz, y nominado Velandia y su banda a los premios de la revista Shook, el año pasado, pues el lanzamiento de su CD, Once Rasqas (así sin c, para malestar de los gramáticos), con video-clip a bordo, (El sietemanes ) puso a sonar en las emisoras sus canciones, en una fusión de ritmos, cuyo producto comentaristas de revista y prensa, aventuran unos, como música de cantina (eso no le ofende a Velandia, le halaga), y otros, quienes se aproximan mayormente a su intención, una experiencia para encontrar en la fusión del rock, el jazz, los blues con los ritmos andinos de la guabina y las cantas, sus propios sonidos. Lo importante, es que las rasqas de Edson Velandia, gustan y suenan hoy en las emisoras culturales de Santander de la Luis Carlos Galán, UIS Stéreo, y la Radio Nacional, dándole estatura de cantautor, en ese perfil de un Rafael Urraza que lo deja todo por su música. Pero aquí no termina el prontuario musical de Velandia. También ha incursionado en el mundo musical de los niños, espacio al parecer erosionado para los compositores en el país, pues es escasa la música que se propone en esta franja infantil. Velandia, no le ha tenido miedo al reto. Para él sólo existe la música, así sin categorizaciones, y no hay terrenos vedados. La música no tiene géneros, como tampoco los tiene para el poeta Mutis la literatura. Por eso, el laboratorio hecho con los niños del Jardín Infantil La Ronda de Bucaramanga, que en el álbum Sócrates, cantan sus nanas, sus canciones de cuna, sus rondas, con un deleite y una fruición que sólo puede despertarles, quien tiene la empatía de hacerles canciones en la emoción de su piel de niños.

Hace unos días, me tropecé en el messenger con el chino Velandia como le digo cariñosamente. Se encuentra trabajando en el Festival Iberoamericano de Teatro, como camarógrafo, y estará, también, con su banda, en el mismo certamen. Algo le habría de servir su amistad con Fanny Mickey, y el posicionamiento de sus rasqas en las emisoras, una propuesta diferente, más de búsqueda, a tantos remiendos o colchas de retazos de eso que llaman fusión, y abunda por ahí, como verdolaga en la playa. De una le planteé hablar de sus asuntos - naturalmente en el campo de la música- como si se estuviera confesando. No habrían dobleces. Sería un palique ameno, sin preguntas preparadas. Sin máscara en las respuestas. Y, los interrogantes fueron fluyendo naturales, la inquietud por conocer el momento en que le pica el gusanillo de la música y Velandia escarba en la memoria, "la primera vez que canté tenía nueve años, fue una canción que mi papá me escribió para celebrar el día del maestro en la escuela María Auxiliadora, que hoy está anexa al Balbino. Pero era un juego, una vaina de las izadas de bandera donde todo el mundo hacía alguna maricada. En bachillerato, en el Balbino, cuando hacía octavo, hubo un festival de la canción, yo cante de puro hijueputa pa' mamar gallo y los ensayos me maravillaron, sentía que eso de cantar era mágico. El día del Festival de la canción canté como un culo. Me deprimí y lloré como una gueva. Entonces de pura venganza, juré que me iba a volver un músico ni el hijueputa. El cuento es que si me pregunta cuándo empezó esto, yo le juro que siempre siento que no he empezado todavía".
A Velandia lo conocí de estudiante en el colegio Balbino García, con una envidiable ansiedad por el teatro (trabajó con el grupo Gestus). Luego asomando al verso al verso, ganó el Primer Concurso Estudiantil de Poesía Metropolitana, organizado por el Balbino García y después al lado de Freddy Chona, ya saxofonista, lo observé, terciada la guitarra, cantando con propiedad y respeto, ya se ganaba sus aplausos, y como tenía su pinta y su tumbao, por ahí le pedían autógrafos, improvisadas fanáticas de su música en ciernes. Se podría pensar que por estos tiempos, rota la pubertad, Velandia andaba buscando un espacio dentro del arte que identificara su vocación. Desde el otro lado del MS, Velandia hila los recuerdos y los encaja en su rompecabezas mental, "a mi desde chiquito me gustó el desorden y la representación. Así que bendito Dios!, fui a parar al Balbino (colegio), allá se sentía mucho desorden creativo. La oportunidad de hacer teatro y de bailar en el grupo de danzas, más para armar borracheras que pa' hacerse bailarín. Todo era un mero descontrol, se podía pasar el año siendo un perfecto vago. Hicimos el periódico El Chivatazo, se acuerda?, y actuaba con usted y trataba de sacarle jugo a la literatura cotidiana, sin ser lector, nunca he sido lector. Luego cantaba con Chona que, era vecino de la cuadra y era como el saltimbanqui de por ahí. Todo era puro descontrol, la edad más bonita de todas. Lo hacíamos por mamar gallo, sin afán de protagonismo. Así empecé esta mierda y trato a toda costa de que no se me derrita esa mística de lo espontáneo. Ahora sólo combino la recocha del colegio y del barrio con otra cosa que me apasiona, que es hacer obras con detalles muy finos, o sea con mucha delicadeza. Creo que eso es la rasqa, lo de mi nuevo CD. O sea que es una joda muy balbinista, muy de Piedecuesta, !claro¡.
Edson Velandia no es improvisado de la música. Tiene una formación académica, recibida en la Universidad Autónoma de Bucaramanga, y uno piensa que ella ha repercutido en sus intereses creativos. Frente a este tópico, reconoce que, " bueno eso es importante, hay que aprovechar las oportunidades de recibir conocimiento y herramientas de todo tipo. Yo uso mucho, sobretodo, las herramientas de composición sinfónica, que son la forma de ver la arquitectura de la música. De eso es lo que más me alimento en relación con la academia."
En Piedecuesta -naturalmente como en todos los lugares- hay un referente musical, que por lo menos, puede ayudar al crecimiento del músico. El maestro Mario Gamboa, que ha estado con celo encomiable frente al proyecto Banda de Músicos de Piedecuesta, desde la dirección y la formación musical, piensa uno qué puede haberle aportado. Al otro lado de la red, Velandia, se toma su tiempo para responder, "Claro¡, es el primer man que me enseñó algo sobre teoría musical. El hecho de que existiera una banda y una Casa de la Cultura hacía que uno tuviera un referente y un hecho motivador, una opción de lo que era ser músico."
Velandia es un creativo ante todo, por ello no es un desacierto categorizarlo como cantautor. Proyectos como Cabuya, y ahora Velandia y la Tigra, tienen sonidos - aunque más este último- propios, pues con Cabuya eran compartidos con el imaginario musical de Sergio. En Velandia y la Tigra, se nota el afán de hacer música más suya, con lo de las rasqas. Cuando se escucha eso de farra garrotera, siente uno que es más su piel musical. Al otro lado de la red, Velandia asiente, !Totalmente¡. Esta obra es nueva, es contemporánea y clásica a la vez. Porque es una obra meramente personal, ni siquiera regional, como era Cabuya. Aquí sólo trabajo con mi propia basura, no con la de un grupo grande. Esta obra es una obra de arte, Cabuya era una obra cultural, o sea que era relacionada con toda nuestra cultura. La Rasqa es la pura mierda mía. Es como la pintura de Javier Quíntero, puro vómito de uno mismo. De hecho para mí ahora la música es como el oficio del pintor, uno sólo frente a su cuadro. Eso es influencia de Javier."
Nadie desconoce el afán de Velandia por componer que, lo ha llevado a hacer música colombiana del interior, atreverse con estructuras clásicas, fusiones con rock, y música para niños con el proyecto Sócrates. Son varios contextos, y uno piensa que puede tener, entre éstos, uno preferido, porque le satisface mejor sus expectativas musicales. Pero no. Definitivamente no. Es categórico, "yo no hago música colombiana. Yo no soy colombiana, me sabe a mierda todo lo que suene a país y a Estado y a nacionalidad y a divisiones políticas. Yo me siento a gusto haciendo sonar la guitarra, la música es universal, esa es su gracia, no politizarse.
En el artista también obra la genética. German Velandia, humorista con varios premios en el hombro ( Sábados Felices de Caracol-Televisión), repentista fino, hacedor de cantas y ahora compositor de letras para carranga, con El son picante, es su padre. De él debe haber rastros en la música que hace su hijo. Edson las reconoce, "la música mía es herencia de mi papá.Todo lo que yo hago es seguir su legado. Quiero y me nace ser fiel a lo que él me ha enseñado, que es -prácticamente- todo lo que yo sé hacer".
La noche se había estirado más de la cuenta, y sabía que al otro la do de la red, ya debían haber bostezos. Pero faltaba la puntada final, y no podía desaprovechar el momento. Le comenté que todo músico tiene un perfil de sí mismo, se reconoce qué es en esto de juntar notas, sonidos armónicos para construir la música, y que él debía tener el suyo. Sin darle vueltas al asunto, en pocas palabras, pero explosivas, soltó la bomba, "!soy un genio¡". Ya no había más de qué hablar," pelao, le agradezco sus respuestas a este palique , con sabor a todo menos a reportaje", y Velandia, natural y silvestre, "yo también le agradezco que pierda el tiempo conmigo. Un abrazo mi hermano desde Bacata", y se enmudecieron los teclados. La noche hacía transito hacia la mañana, y los párpados ya se cerraban...