° Foto recuperada de baúles de recuerdos
Ella era como todas las madres,
con sus defectos y bondades
y así la quería.
Para qué idealizarla.
Sería como ponerle una cara
que no era la suya;
y a mi me gustaba como era
esa mamá de carne y hueso,
con sus sueños y pasiones enhiestas
a la mirada del día para no desfallecer
en las estrecheces de apretar lo del pan diario;
y su cantaleta impajaritable
de radio mal sintonizado
para que fuéramos buenos hijos.
Cuando la invadía la nostalgia
por su tierra banqueña,
se sentaba a cantarnos con mi papá al tiple,
en su voz de dulce mezzosoprano,
boleros que ella aprendió de niña
de los sextetos cubanos,
que aguas arriba del río Magdalena
subían de Barranquilla en los barcos de vapor
camino de Honda,
y hacían una parada en El Banco,
su tierra de duendes y brujas,
su tierra de La Llorona loca,
su tierra cuna de José Barros
compositor de la cumbia legendaria
La piragua.
¡Esa era mi madre!