Creyó que había sido un sueño, pero la mujer estaba a su lado, desnuda entre las sàbanas, a la luz de luna que entraba plena por el vano de la ventana. Con horror observó los hilillos vegetales, que brotaban de la cuenca de sus ojos sin órbitas, y del hueco de su boca sin piel, aferrándose a las junturas de cemento de la pared de ladrillo de la rústica habitación, con sus zarcillos negros de paticas de araña.
domingo, 25 de julio de 2010
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