Como un pez en tierra firme,
abriendo los fuelles de las agallas,
para agarrar pedazos de vida,
este marinero de la palabra,
tendido en la dura cama
de un hospital,
sólo tiene recuerdos
para la memoria de los hospitales de ultramar,
lóbregos lugares,
donde Maqroll el Gaviero,
el mítico marino de los poemas
y novelas de Mutis,
le ganó tantos lances a la muerte.
Ahora soy otro Maqroll,
ensopando en el sudor,
las sábanas de hospital,
reventando en los dolores,
de un páncreas que se hincha,
en la única defensa de la almeja.
La muerte se agazapa,
sin guadaña ni hábito talar de albornoz.
Ella corre por los torrentes
del maltrecho cuerpo,
inundándolo de podres,
y hace estrechas las fronteras
entre la vida y la muerte;
la vida pende de un hilo,
un hilo frágil de araña,
que se rompe al menor soplo de la brisa,
pero el hilo resistió,
y ! héme aquí ¡
de vuelta al puerto
después de la borrasca,
para beber el ron bravo de los nativos,
y celebrar con una negra recia,
el regreso a la vida.
martes, 29 de abril de 2008
miércoles, 9 de abril de 2008
Para vos
Vos,
la rosa,
vos,
el sol
vos,
la luna,
vos,
el pan,
vos,
todo.
la rosa,
vos,
el sol
vos,
la luna,
vos,
el pan,
vos,
todo.
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Carlos augusto Pereyra,
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