
La nostalgia del primer abrazo,
esa sonrisa suya con la alegría
de un rehilete al sol.
Después la vecindad de sus muslos,
faldita al vuelo
y sus adorables panties apretados
a la bondad de un angélico pubis,
mientras mis labios aprietan los suyos
en un beso que es ternura,
en un beso que muerde,
en un beso que enrosca su lengua,
y abre la bahía de sus piernas,
al culmen del placer.