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martes, 9 de febrero de 2021

ECOS

 




*Foto intervenida



El eco de su dulce voz  se repite en las grietas

de la ciudad vieja,

como un fino puñal que hiere de felicidad la memoria.

Ella, no está.

Es el viento que se ha quedado con su habla de sirena

citadina,

y me fuerza a buscarla en la barra de los bares

donde cantábamos con Sabina

“mi corazón de viaje

de un pasado bucanero

de un velero al abordaje

de un no te quiero querer”

La vieja ciudad huele a ella,

flor,   

con su sexo abierto,

a los aromas del deseo,

desparramados 

por la piel de las piedras

y los muros,

como una bella maldición