¿Cómo escribir los versos más dulces
cuando a tu país lo matan en las
calles?
¿Cómo “sacrificar un mundo para pulir un verso”*,
si te silencian las balas oficiales sin perdón?
Gente de todos colores:
media,
de abajo,
estudiantes,
niños,
muchachos
viejos,
arrancados,
artistas,
pequeños empresarios
buhoneros
mecánicos,
poetas y
chaceros
marchan por las calles,
con el amarillo, azul, rojo de la bandera
enhiestos los colores de la patria.
Todas las gargantas juntas
juntas
todas las gargantas
alzadas
en una sola garganta
furia jupiterina contra
los tributos,
los gravámenes,
los impuestos inclementes
de arraigados tentáculos
que estrangulan los salarios de la
nación.
Y han disparado desde todos los
costados
del país,
sin piedad,
han tirado matar
y los medios electrónicos y escritos
oficiosos con la pauta publicitaria del
gobierno
en el bolsillo
niegan los muertos sin sonrojo,
sin pudor:
esos muertos no son sus muertos,
ufanándose de decir “siempre la verdad”
Nadie ha dado la orden de disparar
-vocifera el gobierno-
pero si todos los vieron,
a esos muertos que son nuestros muertos
caer,
todos los vieron
desangrarse en la bandera patria
que llevaban como escudo
en una larga agonía,
agonía larga
para la cual nada podrá el
olvido…
porque esos muertos si eran nuestros
muertos