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sábado, 19 de junio de 2021

AGUADA EN SEPIA

 










*Foto propia intervenida. Teatro Kussi Huayra (Piedecuesta). Los desvaríos del amor



Sé que no habito en la alegría de los que celebran con champagne

el social escalamiento (arribismo dice mi filósofo);

ni en el glamour de la mujer que se baña en perfume de Lacoste o Chanel;

tampoco estoy en el alma de aquel que saborea un Varela Sarrazanz,

con el falso deleite de un somelier de caro restaurante;

ni en la de aquel que comenta Madame Buterfly a su mujer con mendaz goce,

en un palco sombrío de la ópera.

Nada de eso soy, menos lector de un Cuáthemoc, Walter Rizo o Coelho, que venden libros como si fueran chorizos

Soy de los que se gozan a Fellini en un teatro de miseria,

si es que estos teatros aún se salvan de la ruina,

y bebe el vino más barato en la trastienda,

mientras rasga una guitarra que el corazón arruga

y aniquila el alma.

Soy de los que leen a García Márquez sentado en la taza del baño de la casa;

a Borges al lado de una tinaja de chicha fresca;

a Mariamercedes en el alma anochecida de un bar malogrado por el tiempo,

donde ponen boleros de Daniel Santos, salsa de Blades, Lavoe y Cheo Feliciano;

a Roca en un viejo tiovivo con la cabeza repleta de cervezas.

Soy un cantor de versos desportillados,

que no olvida a Serrat, Sabina, Cabral, Silvio o Milanés en sus canciones;

soy el recuerdo y el olvido,

un actor perdido en la niebla de la escena,

un enamorado de la vida,

cantándole sus penas a la luna,

o ese hombre feliz con cara de niño

cuando las cometas hienden el viento