Abre la ciudad sus párpados al día.
Un ejército de nubes desde la Mesa de Ruitoque,
con la amenaza de una boa constrictor,
se expande por todos sus costados.
Llovizna la ciudad en la costra de sus edificios
blancos,
bermejos,
amarillos,
cenizos por el tiempo.
La gente corre por las avenidas, profesionales o no,
madrugándole al rebusque de la vida.
No hay otra forma de vivir, el trabajo ya no es como antes,
perdió su honra y dignidad,
se duelen los
ancianos jugando a la baraja en las cantinas de los barrios viejos,
caries en la ciudad moderna de torres de babel,
estos barrios ya sin
memoria y sin historia.
¿Quién se
acordará de ellos?
Llovizna en la piel,
y se anega el alma,
con el presagio
lento de que vendrán tiempos peores
Foto propia: Vista de Floridablanca, y la cerrazón sobre la Mesa de Ruitoque
Foto propia: Vista de Floridablanca, y la cerrazón sobre la Mesa de Ruitoque