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viernes, 27 de octubre de 2023

UNA MUJER FATAL

 








Foto intervenida



El relato tiene asidero en la realidad. “Que bien lo cuentas”, me dicen los amigos con un ápice de duda justificada, pues sólo algunos me vieron con la mujer de manera ocasional.  Me sucedió con una locutora de radio. Tenía en la noche, en una de las emisoras de F.M de la ciudad, un programa de baladas y boleros donde comentaba cada canción con un susurro gabacho cautivador. 

Soñaba con conocerla. Debe ser tan hermosa como su cautivante voz - me decía en estado casi febril. Un amigo, Samuel, productor de radio, me la presentó, una tardecita, después de que salí de una audiencia en el Palacio de Justicia.  Al fin pude satisfacer la curiosidad. Era una mujer deseable, labios mórbidos como los de Angeline Jolie, la actriz; ojos almendrados y esa voz suya, deliraba, como debió ser la de Circe que, embrujó a los tripulantes de embarcación de Ulises de regreso a Ítaca   

La invité varias veces a un café, en el Berna, para tantear el terreno de un posible amorío; a almorzar, cuando ya sabía que tenía su confianza, pues me apretaba la mano cálidamente y me daba un beso tierno, capaz de enternecerme, cuando nos despedíamos. Hubo luego discoteca, repegados con la salsa de Lavoe, al calor de unas buenas cervezas, que nos llevaron al mejor motel de la ciudad, Los espejos, donde supe de las delicias de su cuerpo ardiente y bien apretadito, pues hacía gimnasio. Me estaba enamorando sin remedio. Tienes una traga maluca, esa mujer es una feme fatale -me decía en un francés macarrónico, la tía Lucinda, cuando le conté una mañana del sábado que fue a visitarme al apartamento que, esta era la mujer de mi vida.  Te debe haber dado tierra de muerto. O, debe tener cangarejera en el sumidero porque ya no das bola, querido sobrino, y me perdonas la vulgaridad, para que tú tan coqueto, andes vuelto mierda por esa mujer”

Cierto, Ella me manejaba como un pelele, y para peor sufría una celotipia espantosa, más insufrible que la de Juan Pablo Castel con María Iribarne, en la novela de Ernesto Sábato. A tal punto sus celos que, ninguna mujer se me podía acercar. Les hacía escenas que se me hacían imposibles, en una mujer que me había atrapado por su dulzura. La verdad eso empezó a fastidiarme. Y a pesar que la quería tanto, sabía que tenía que quitármela de encima, porque ella, iba a acabar con mi vida. Y fue haciéndose tan grande el fastidio que, cuando le pedí un consejo para regalarle algo en su cumpleaños a una amiga de la familia, Naty, por quien sentía algo más que una amistad, me desilusionó tanto, cuando en plena calle se despachó contra mí, abandonando la dulzura de su voz, "qué le vas a regalar. Nada. En tu vida solo yo merezco de regalos". Eso, y el verla una tarde en el reservado del Berna, besándose con mi amigo, Samuel- el productor de radio- terminaron por librarme al fin de su fatal encanto y tortura.

martes, 17 de octubre de 2023

ECO

 








Foto ptopia, Museo de arte modeno, Ramírez Villanizar, Pamplona, Colombia (norte de santander



Eco de su dulce voz que se repite en las grietas

de la vieja ciudad,

como un fino puñal que hiere de felicidad la memoria.

No está,

es el viento que se ha quedado con su habla de sirena

citadina,

y me fuerza a buscarla en la barra de los bares

donde cantábamos con Sabina

mi corazón de viaje

de un pasado bucanero

de un velero al abordaje

de un no te quiero querer

La vieja ciudad huele a ella,

como una flor que hubiera abierto

su sexo,

a los aromas del deseo,

desparramándolos por la piel de las piedras

y los muros,

como una bella maldición




martes, 3 de octubre de 2023

Cántaro

 








Bajo la sombra de tu pelo

hueles azahar

y en el nido de tu pecho

tus ojos custodios

son estrellas mientras duermo en ellos.

Contigo siento que soy la brisa

que se eleva ingrávida

y se vuelve lluvia luego

para mojar tu cuerpo,

y encajar en cada poro

de tu piel

la eternidad del agua.

!Corre¡ lluvia por su piel,

que soy el agua,

y tú cántaro agradecido.

Mañana,

amor,

serás durazno

y me embriagaré de su licor

en cada beso tuyo.

Muerde mi boca

que muerdo la tuya.

mi durazno en flor,

Es la hora del tálamo

y la piel llama al abrigo

de los cuerpos.

Vendrá la madrugada

y en tu cuerpo desnudo

nacerán jazmines

saludando el nuevo día.



*Foto intervenida