
Recorro caminos de sal
y arena.
Hay una espina en cada paso.
Sangra el mar del cielo un alcatraz.
Tu voz no me llega,
ni el cuenco de tus manos
donde recoges agua fresca
que mitiga la sed.
Voy en errancia,
hojas mútilas al paso,
caravanas de seres hambrientos
tropiezan mi andar.
En el día soles de canícula
queman la piel y pensamientos;
en la noche lunas gélidas
congelan hasta los sentimientos.
En esta trashumancia,
quizás encuentre una razón
a este desande de caminos,
quizás
tú,
él,
ella,
vosotros,
ellos,
vuelvan a ser el argumento,
que recobre mi destino.
Sangra el mar del cielo un alcatraz.
Tu voz no me llega,
ni el cuenco de tus manos
donde recoges agua fresca
que mitiga la sed.
Voy en errancia,
hojas mútilas al paso,
caravanas de seres hambrientos
tropiezan mi andar.
En el día soles de canícula
queman la piel y pensamientos;
en la noche lunas gélidas
congelan hasta los sentimientos.
En esta trashumancia,
quizás encuentre una razón
a este desande de caminos,
quizás
tú,
él,
ella,
vosotros,
ellos,
vuelvan a ser el argumento,
que recobre mi destino.