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domingo, 22 de febrero de 2015

Cuento de carnaval

CUENTO DE CARNAVAL
Se acercaban los carnavales, porque ya la radio molía hasta la sordera, en la voz de Joe Arroyo, Te olvidé, y Alfredo, pensó mientras se bebía con los amigos, una cerveza , por los lados de Murillo Toro, cerca al estadio, que la proximidad de las fiestas carnestoléndicas, lo habían cogido sin aviso. Vió bajar por la cincunvalar los congos de Galapa, preludiando el Carnaval, y pensó en el disfraz que llevaría a las fiestas del club. ESte año iría sólo. Que Irina. su novia, se las arreglara como pudiera, pero este año, iría solo. Pensaba en que podía hacer un buen levante, y se acordó de la bella etiope, que en la primera fiesta de carnaval del club a la que fue, terminó desenmascarando en uno de los baños, y haciéndole el amor, sentado en la taza del inodoro, mientras afuera, las mujeres hacían cola para orinar.

No sabía cómo decirle a Irina, que este año, no iría con ella a la fiesta de disfraces del club. Al fin, cuando terminó la jornada de trabajo,la buscó en las oficinas de la Registraduría donde trabajaba, y la invitó a tomarse una cerveza, cerca al Teatro Amira de la Rosa. No se le ocurría qué decirle, cuando vio pasar a su jefe en busca de los parquedaderos, y le dijo a Irina, que su jefe le iba a comunicar algo urgente, y a él se le había olvidado preguntarle. HIzo que alcanzaba a su jefe, y cuando previó que ya no estaba al alcance de la mirada de Irina, compró en una de las casetas, El Heraldo. Miró en la página deportiva la entrevista a Mac Nelly Torres, la nueva contratación del Junior, para matar el tiempo, y regresó con Irina. 
-Amor, para qué te quería el jefe?-
-Vainas de trabajo-le respondió y se hizo el preocupado
-Bueno, y por qué esa cara, amor?-
-Es que no puedo estar para la fiesta de carnavales del club-
-Y, eso?- Irina consternada
-Tengo que viajar a la oficina de Plato, a recibir a nombre del jefe unos informes muy confidenciales, y urgentes, que no se pueden enviar por Internet.Qué pesar bella, que no pueda estar.

En los días de carnaval, Alfredo se volvió el mago de las mil caras, y de las elusiones, para no hacerse notar en la ciudad, y hacerle creer a Irina, que -realmente- se encontraba en Plato. Ahora el problema estaba en el disfraz que llevaría a la fiesta, Pasaron por su mente trajes de piratas, reyes, cantantes famosos, y al fin optó por uno de casanova veneciano, muy barroco, que le aconsejaron en la tienda de disfraces.

Por estos días evitó ir su apartamento, y fue a quedarse en una casita que tenía un tío, rumbo a Malambo. La noche de la fiesta, se atavió con su traje de casanova y su máscara veneciana, modelando frente a un espejo grande, con bordes de madera taraceada, que su tío había mandado instalar en uno de los pasillos de la casa, para que la pared no quedara desnuda, y tampoco diera esa sensación de soledad que tanto lo mortificaba. Pidió un taxi, y llegó al club en esos de las nueve de la noche, y ya el gerente del club leía el bando que liberaría el desenfreno, y la guacherna. 

La orquesta abrió la fiesta, con Tambores de carnaval, en el momento en que Alfredo se servía en la barra un margarita. Reparó, entonces, en la Shakira, que bailaba cerca a la tarima, con un pirata desdentado. Le gustaba el meneo de sus caderas, lo asumía seductor. Luego la perdió y se entregó a su coctel de margarita con placer epicúreo. Al rato, no se dio cuenta, la Shakira, bailaba frente a él con un Salvador Dali, que entusiasmado por el alcohol ( y la droga, pensó Alfredo), daba saltitos de oso afeminado. La Shakira tras su antifaz, avistó que Alfredo la miraba con delectación, y éste vio que la Shakira bebía wodka puro, a pico de botella. Pensó en Irina, porque a ella le encantaba de manera generosa, beber wodka, preferiblemente sin mezcla. La volvió a perder de vista, cuando Alfredo ya llevaba cuatro margaritas encima. Al rato, levantó la cabeza, y la shakira, lo tomó de las manos y lo condujo cerca a la tarima,me gusta tener la orquesta junto a mi cuerpo y mis oídos, y bailaron arrastradito, Te olvidé; se besaron locamente, y ella sintió entre sus piernas abultarse el miembro de Alfredo, y un calor abajo de su pubis, empezó a marearla. Y se dejó llevar. Alfredo la arrastraba hacia el vestier. Tirando al suelo algunas de las ropas, de la gente que había llegado al club para disfrazarse ahí mismo, la Shakira se acostó, y él intento arrancarle la máscara. No pudo. Prácticamente, parecía aferrada con metales al cuero cabelludo de la mujer, La besó en el cuello y ella gimió, le gustaba, y él reiteró los besos. Le enervaba. La mujer lo abrazó, y él supo, lo que había presentido: la calidez de un cuerpo armónico de mujer; luego, ella, enroscó sus piernas en las suyas, y meneando sus caderas fue creciendo hasta la marea alta de sus aguas, y el desfallecimiento.

El lunes, supuestamente de vuelta de Plato, llamó a Irina, a la Registraduría, y quedaron de encontrarse para tomarse una cervezas y hablar de cómo le fue a él en Plato. Se citaron en el lugar de siempre, se besaron, pero él sintió que Irina lo hizo con cierto desgano, Alfredo estaba inquieto por saber si Irina había ido a la fiesta de disfraces del club.
-Fuiste a la fiesta del club ?- le preguntó sin rodeos
-Claro¡ No iba a perdérmela, porque no estuvieras-
-Y que tal estuvo?-
.-Algo aburrida. Hasta me vine temprano-
- Y de qué te disfrazaste, amor?
-De Shakira