INGRÁVIDOS
Aletea la brisa
en el abrazo
de nuestros cuerpos,
en esa hora
en que el sol cierra sus párpados
tras una nube fugitiva,
y soñamos a juntar el alma
en cada beso dulce.
Hay una eternidad,
que sólo la rompe
el vuelo de los pájaros
buscando sus granos de centeno
en el piso de la vieja calle
donde somos etéreos.
lunes, 16 de diciembre de 2013
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