
Desciendo,
por el llano de tu vientre,
bosque de pelusitas doradas.
Afano mi lengua
en tu ombligo,
y tu voz gime
en cantos de alondra
el placer presentido.
Bajo,
lento
lamiendo,
tu ingle
poro a poro,
y tu pubis se estremece,
tiembla al roce
de mis labios humedecidos,
y en cada hebra
de tu bosque de arcifinio,
vibran ,
templadas de deseo
raices interiores.
Urge mi lengua sus designios,
pájaro que bebe,
dentro ebrias humedades,
y fuera,
muerde el bulbo carnal
de tu caverna,
ahora en mi boca,
yesca y pedernal
encendidos.
Te estremeces en tus hoquedades
donde algas y mar,
se avivan en el fuego;
bajas a mi vientre,
y levantas con tus besos vaporados
las jarcias,
las cangrenas
y las gavias
de mi velero enloquecido.
Ahora,
a pesar de la tormenta,
soy ya dueño
de tus mares interiores.