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viernes, 25 de diciembre de 2009

Una canción de Bob Dylan me arrancó estos versos




En el viento que trae


el humo de los cañones,


abriéndole boquetes de muerte


a la vida;


en el susurro de las aves agónicas,


junto a las fosas del olvido;


en los ayes de los bosques


talados,


mientras se aparta la niebla;


en el dolor de una patria


que se desmorona


en la traición y la mentira;


en la orfandad de mi alma,


sin brújula ni astrolabio


me llega esta angustia


que revienta sueños y utopías

lunes, 21 de diciembre de 2009

Cronica de viaje: Betulia, paraíso yariguíe

Crónica de viaje: Betulia, paraíso yariguíe




En Colombia hay tres toponímicos de Betulia: uno en la Costa, otro en el departamento de Antioquia, y el Betulia, de la tierra nuestra, que nos aprestábamos a visitar. No es extraño que haya tres Betulias -le escuché decir a Manuelito en eso de las seis de la tarde, del 18 de diciembre, en el corsa de mi hermana Luzmarina, cuando emprendíamos la marcha rumbo al sur del departamento-, si fueron los mismos españoles los que conquistaron y colonizaron éstas tierras a sangre y fuego y las evangelizaron a punta de biblia, cruz y curas doctrineros. Entonces le solté que Betulia debía responder a un nombre biblíco. Claro, de ahí lo tomaron, de la Biblia-adujo Manuelito, que había estudiado el bachillerato en el seminario para ser cura, pero terminó de Filósofo en una universidad pública, contra el querer de sus tías ricas, que siempre pensaron para su sobrino una profesión de más caché social-. En el libro de Judith, se nombra una ciudad similar a Betulia, remató mi filósofo de cabecera.


E
n el trayecto de Guatiguará a Chocoa, por carretera destapada (huecos y polvo en cantidades industriales), calentamos baterías con whisky vivo, puro. En el primer sorbo, sentí que me quemaba los entresijos, como si una sanguijuela me mordiera adentro del estómago. Manuelito, empalideció, este whisky está más bravo que mi mujer la wayú, soltamos entonces, una carcajada estruendosa, en el mismo momento en que una ráfaga de polvo ensopaba los vasos de plástico con restos de whisky aún. En el camino ya se sentía la alegría decembrina.

En Chocoa, en el municipio de Girón, el frontis de la iglesia iluminado y la gente reunida afuera, pensamos, hablaban ya de los aguinaldos y la novena. Paramos a dejar el registro del momento. El flash de la camára incendió la noche. Los parroquianos volvieron a mirar temerosos. Estaban reunidos, por otros menesteres, nos habíamos equivocado : no quieren que en estos lados les acomoden un relleno sanitario, que contaminará sus fundos y predios rurales, el aire ya no será el mismo, aspirarán mierda y tóxicos, habló manuelito, mientras se aplicaba hasta el fondo un amarillo, como él llama al whisky. Teníamos que aligerar el paso, pues en Betulia, otra hermana, la Juez Municipal, nos esperaba.

Más adelante de Chocoa, un buen trayecto de carretera pavimentada, los ojos puestos sobre el campo, no queríamos perdernos de ningún acontecimiento: el salto de una liebre, de un conejo silvestre, el estridular de las chicharras, el canto de los surrucucus, lechuzas, búhos, o como les dicen en la costa, mochuelos. La noche también tiene su vida en el campo.

Abajo se quedaba el río Suárez estrechado por el verano y los playones, mientras ascendíamos a Zapatoca, llamada la Ciudad Levítica, por el cultivo de seminaristas (hoy allí no se cocinan ni para remedio). Zapatoca, en la actualidad es la ciudad antiestrés, pueblo apacible, de clima benigno (fuerza el abrigo por el frío), que aspira a vivir del turismo, y quizá de los pollos de doña Leonor Serrano, quien ha hecho vida política en Bogotá, y ahora ha llenado de galpones las vecindades rurales de Zapatoca, como para recordarles a los zapatocas, que ella lo sigue siendo, porque vuelve por sus fueros, sin dejar a Bogotá, al traerles pollos, gallinaza y mierda contaminante, en cantidades industriales. Por lo menos, los zapatocas, no pueden quejarse: los pollos de doña Leonor, les hacen el favor de levantarlos bien madrugaditos con su sinfónico piar. Ya no necesitarán de relojes o celulares despertadores.

La carretera a Zapatoca, tiene trayectos sin pavimentar, soportables. De Zapatoca a Betulia, empinándose para luego descender al pueblo traganubes, la carretera es destapada. Se come polvo hasta por los codos. Pero el paisaje es impresionante, con las especies vegetales nativas, embellecidas por la niebla, cuando las nubes bajan, a darse de besos con las montañas. Betulia está encajonada; la impresión que da cuando se observa de día desde los éjidos de entrada, es que es un pueblo de casas regadas montaña abajo que algunas tienen que agarrarse de las laderas para no trastabillar. Cinco mil almas repartidas, entre gente urbana y rural, de espíritu agrario, y ahora fincando su destino en el turismo. El anillo turístico que se proyecta, partiendo de Bucaramanga (la capital del departamento), pasando por Zapatoca, Betulia, Galán, La Fuente, y el Socorro, bordeando la Hoya de Río Suárez, es la esperanza del pueblo traganubes, no sólo para que no se lo coma el tigre del abandono, sino para que se conserve su fauna y flora nativas. Por lo que no es raro que se haya resguardado la hacienda de Montebello, legendaria por la figura de Leo Von Lengerke, que se vino de Alemania, por un duelo amoroso, Magdalena arriba, y se bajó en Barrancabermeja, en tiempos de La colonia,(siglo XIX) para levantar su señorío en estas tierras de Zapatoca y Betulia, sembrándolas de caminos de piedra, y puentes colgantes, como ingeniero que era, y dejando su simiente en los cuerpos de las hermosas nativas, como buen padrón que también era, rió Manuelito con el apunte, mientras se fumaba un mentolado, y que no resistían el embrujo de sus ojos azules, me dije para mi coleto. Por eso, en estas tierra prima un dicho: ojiazul, descendiente seguro del culión Leo.


B
etulia
, fue territorio de los indios guanes y yariguíes. Estos últimos belicosos y aguerridos. Por eso no extraña que se hayan encontrado tumbas en sus montañas. De ahí, el cementerio indígena, que bordea el llamado Salto Blanco, donde Otoniel, soberano de estas tierras, con paciencia benedictina, ha abierto las tumbas para guardar la memoria de éstas culturas aborígenes, encerrándolas en especies de bohíos, construído senderos, levantado puentes en guadua, entechándolos en paja y palma, y conservado las especies nativas de estos lares, surcados por nacimientos prístinos de agua, que van al despeñadero a nivel, donde se vuelven chorros níveos, ante la mirada deslumbrada de quienes aún tenemos respeto por el mundo natural, en estos tiempos postmodernos, neoliberales y de globalización, donde sólo importan la competencia, la explotación de los recursos sin razón ni piedad, y el consumo desmedido.

A
Otoniel quedé de mandarle La Otra raya del Tigre, la novela de Pedro Gómez Valderrama, el narrador de más vuelo y universalidad de Santander, que recogió desde la fabulación la mítica figura del alemán Lengerke.
Aún en betulia se siente la candidez de las gentes. A uno le queda la impresión, que en esta comunidad de calles empedradas, donde se respira aire puro, y la tierra huele como lo decía el filósofo envigadeño, el brujo de otraparte, Fernando González, a mierda de vaca, es porque aún, eso que llaman ahora competencia y productividad, no ha destruído el alma de los betulianos. Todavía, aquí se hacen favores, y se cree en la palabra empeñada. Quizás por eso pervive un espíritu quintaesencialmente humano. Vivir aquí, no sé, por qué me trae a la memoria la aldea naciente de Macondo de Cien Años de Soledad. Aquí, antes que lo que se vive en las ciudades,de estar asistiendo a un echar a pique las cosas que nos hablan de nosotros y nos dan rostro, se experimenta un recobrar la materia de lo que somos hechos los santandereanos: franqueza y lealtad.



El domingo veinte, liando bártulos, para el retorno, mientras las nubes, caían tras pausas cortas, sobre el pueblo y las imponentes montañas vecinas, ya empezaba a matarnos la nostalgia, que nos dio por preguntar el valor de las casas, con sus fachadas pintadas de vivos colores, y adornadas de maceteros de flores de matices diversos. No quedaba sino el regreso. Lo grato es tan breve...pero no había de otra: volver a la ciudad con su fauna de carros,y buses, vomitando por sus exhostos CO2. El ceño se nos frunció, habíamos perdido la euforia del viernes cuando en medio de los whiskys, la salsa de Joe Arroyo, Willie Colón, y Fruko Tesos, sentíamos viva la aventura de Betulia. El regreso se hizo silencioso, silencio funerario.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Tristeza


!Tristeza¡

devuélveme la locura

de esas noches,

con ella.

De sábanas empapadas

en el sudor de los cuerpos

ardidos

por la fiebre del deseo.

jueves, 10 de diciembre de 2009

Crónica de amor por Terry, mi perro*




Había jurado no volver a tener perros, aquella tarde cuando me llamaron al trabajo, y sin anestésico ninguno, al natural, en seco me dijeron que a Dante - el cóquer temperamental que en la casa había mordido a Raymundo y todo el mundo, pero que Raymundo y todo el mundo quería- un chofer de esos sin alma (perricida al fin) se lo había cargado, al mundo de la nada entre las ruedas de su destartalado carro.

Cuando llegué, ya le habían cerrado sus ojos claros de viejo cazador. En el patio de la casa no podían aterrizar colibríes, petirrojos, o píchagos, porque eran víctimas de su sapiencia ancestral de atrapador de pájaros. No lo niego, la muerte de mi cóquer me conmocionó con el mismo impacto del deceso de un familiar próximo, que cuando mis amigos, entre ellos, Manuelito, que adora también los animales, y en especial los gatos, tiene un siamés que la wayú, su mujer detesta, porque a Manuelito, sólo le falta que se acueste con el minino, ya que a mi ni me toca, abrieron el hueco donde Dante reposaría sus huesos, sólo me faltó que se me encharcaran los ojos, como cuando entre las notas de una canción de despedida que le cantaba en el entierro a Cleofe, mi madre, los ojos se me diluviaron .
. No lo niego. Juré no tener más perros. No soportaba la idea ver morir otro perro de mis amores, y pensaba parodiando a Alberto Cortez, que cuando un perro se va/ queda un espacio vacío/ que no se puede llenar ni con las aguas de un río. Pero más pueden las querencias. Y, una amiga, viendo mi sufrimiento por la desaparición de mi orejas largas, Dante, una noche se apareció por mi casa con una bola de pelo. Un chau-chau bebecito, al cual había que desentrañarle la morfología, levantándole la hirsuta pelambre. De verdad que le agradecí su gesto. Pero no me sentía con fuerzas para criar otro perro. Sin embargo le dije que lo dejara. De pronto encontraba alguien que lo adoptara. Mi amiga, Auxiliar de Enefermería, luego me contaría la historia de Terry: la Jefe de Enfermería suya, tenía una perra Chau-chau, y se le salió a la calle y un criollito la preñó. Tuvo más de siete perros. La jefe estaba desesperada, con tantos cachorritos, revoloteando por la casa. Tenía que salir de los perritos. Y uno de ellos fue el chau-chau que me trajo mi amiga.
La bola de pelo, buscó un rincón y se acomodó en la casa. Por las mañanas, al despertarme sentía que alguien me estaba mirando. Era la bola de pelo, los ojos en medio del pelo erizado fijos en mi, quería hacerme el indiferente, pero no podía y menos cuando mi amiga me contó que la bola de pelo, se la habían regalado antes a otra persona, y ésta la botó a la calle.

Un día la Jefe de Enfermería, que caminaba de regreso a su casa, después de una jornada agotadora, sintió que le olisqueban los pies. Era la bola de pelo. Desde ese momento, supe que se quedaría en mi casa, y en mi corazón. Más cuando en las mañanas, se sentaba en sus cuartos traseros no sólo a mirarme, sino a darme lenguetazos de cariño. Tuve que llamarle Terry, no por el perro de las tiras cómicas. Le puse este nombre como apócope de terrible, porque el chau-chau que creció, es extremadamente cariñoso y juguetón, la antinomia de Dante que sólo sabía querer a mordiscos. Juega de manera infatigable, que uno termina tirando la toalla, y Terry fresco como una lechuga. Y es que sabe hacerse querer. Cuando observa que me pongo los tenis para ir a trotar, se sube a mi cama, me lenguetea, y me mira con sus ojitos enternecedores, que no me queda más remedio que ponerle el lazo de amansar y a desandar con él la carretera polvorienta. Ahora somos, parodiando otra canción de Cortez, mi Terry y yo.
*Dedicado a Cristian, Mundo Animal.

domingo, 6 de diciembre de 2009

Mortaja


No la vi en sueños. Varada en la espesura, estaba la casa, inmensa, alta como la arboladura de un barco, pero no había nadie en ella, a pesar de los muebles y las camas cubiertos de sábanas blancas. Es que éstas sábanas blancas eran su mortaja.

martes, 1 de diciembre de 2009

En la primera mirada


En la primera mirada,

en el primer beso,

el primer te quiero,

supe

que escribiríamos

una historiade amor

sin límites:

es que todo,

nos estaba permitido.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Cerrazones


Sólo sé,

que hay momentos

en la punta del iceberg,

cuando la vida

es una nube densa

donde no hay rostros

dulces,

ni tiernos besos,

menos la memoria de una lágrima.

Es la hora de duras cerrazones

lunes, 16 de noviembre de 2009

Huevos de ansiedad




He sentido


que la luna ya no era


mi hermana.


Que el sol se había


hecho noche,


que las palomas


volaban en un cielo


sin estrellas,


que las bocas


de los revólveres


vomitaban sus


balas de muerte,


y los niños,


jóvenes,


y viejos


rodaban de nuevo


a las fosas ya olvidadas.


!Qué terrible¡


la noche


sin candil,


y el viento frío


azotando las puertas


y ventanas de esta casa


poblada de ausencias


y en su ulular


un canto de hiena,


aria yerta,


que muerde adentro


como áspid inclemente.


Esta noche no hay


un


beso,


una


caricia dulce


que abrevie mi dolor,


espina en un costado,


que enerva con


ponzoña ,


el resto de este cuerpo,


hecho de nervaduras


simples y sensibles.


A la noche me asomo,


por una ventana de niebla


y no sé quién soy:


He perdido mi brújula


y astrolabio,


erro


por regiones sin contornos,


ilímites,


como esta angustia que pone


en mi alma,


huevos de ansiedad.




sábado, 7 de noviembre de 2009

Ansiedades


Sólo notas

de silencio

de mudeces.

Pero

alguien se agita

en esta noche

sin luna
y,
sin estrellas:

vos que ansías

un beso mío,

como

yo el tuyo

lunes, 2 de noviembre de 2009

Tan solas de vos


Te busqué

en la hoja de mis recuerdos

y no estabas.

Tampoco

aquella servilleta

donde escribimos

el poema
de nuestras pieles ardidas,

al alimón.

Tampoco estabas allí,

en el oscuro desván,

donde apretabas

tu boca contra la mía,

cuando necesitábamos

de unos besos,

que borraran las ansiedades
del día.

No te encontré

tampoco,

bajo la sombra

de la ceiba centenaria,

donde te abrazaba,

y beso a beso

te desnudaba

con afán,

buscando adentro de tus carnes

esa marmita

de calor de tu sexo,

que me hacía sentir vivo.

He entrado al viejo bar,

y ahí tampoco estabas.

Vacía está la barra

donde te sentabas,

y esperabas

a que llegara,

haciéndome un lugar al lado tuyo,

para cantar

con la melancólica guitarra

del barman,
la canción de Serrat,

que tanto nos gustaba:

"la mujer que yo quiero

no necesita

bañarse cada noche

en agua bendita..."

!Cómo me duelen las cosas,

tan tristes,

tan solas de vos¡.

domingo, 25 de octubre de 2009

Aún la espero


Confiaba

en una buena

estrella,

que al final

la pusiera

en mi camino...

aún espero,

mientras las hojas

caen

en un otoño eterno.

miércoles, 21 de octubre de 2009

Sólo es eso...


Hoy me he levantado

abrevando tus ausencias.

Abrazo ese espacio

donde debieras estar,

y sólo es eso,

un lugar sin vos,

donde mora la ansiedad de tenerte,

y pone huevos de melancolía,

la angustia

de no poder darte un beso.

sábado, 17 de octubre de 2009

EL CULEBRERO


La mujer se quedó mirándolo con sus ojos fríos y acerados, y él vio en ellos, cómo el hombre de lentecitos de seminarista, y lengua de culebrero, que más tarde se treparía al lomo del poder, abría la caja de Pandora, y esparcía las semillas de esta puta guerra que nos está matando.

domingo, 11 de octubre de 2009

Talón de Aquiles, poesía al sur: Déborah Eguren.






Creo que no la hubiera conocido si el azar no pone en mi camino el poemario de Lucía Borsani, poeta uruguaya que me hizo llegar desde el sur, sus versos de Loca por la luna. Ella aperturó en unas notas transidas de magia y de pasión, el poemario de la Borsani, con una luna que es la culpable de que Lucía escriba, ame, despierte su sensualidad poro a poro, y sea piel y corazón. Así conocí a Déborah Eguren, en esa culpabilidad de los azares, y nació una amistad que echó raices en los versos (hemos escrito a cuatro manos, intercambiado textos), y en un cariño que se ha hecho sentimiento recíproco.

Déborah, es también poeta, con ese espíritu de un García Lorca, transhumando sus versos en tertulias y recitales, para que la poesía no muera. Como el caracol que lleva la casa encima, Déborah tiene por ropa sus poemas. Sin ellos andaría sin rostro. Son como las hojas para el árbol, su resguardo.
Recién acaba de publicar su poemario, Talón de Aquiles, que es el desague de sus versos instalados en anteriores publicaciones: Horas que merecen el viaje, o de sus pergeños poéticos en los florilegios: Antología PLata-Caribe, Poesía Dominicana y Uruguaya del siglo XXI (2008) y Antología de la poesía erótica latinoamericana de Chiapas, acogida en el título de Al filo del gozo, responsabilidad editorial de Viento al hombro.


La poesía de Déborah, se ha caracterizado por ser un fresco de la vida. Tienen la virtud sus versos de desplegarse como la cola de un pavo real o recogerse sus versos en estructuras pequeñas casi un haicú, para decir en su estrechez, tanto de la vida, sentencias universales, condensación de los avatares de ese estar en el cosmos, que conmocionan en su síntesis. Talón de Aquiles, es una expresión de esta cortedad existencial de la poética de Déborah. En Talón de Aquiles cabe todo, desde el oficio mismo de la poesía y sus avatares:



En el espacio de la poesía
la tensión del silencio y la palabra
abismo al acecho
babel insaciable.


La vida misma, puede ser vista en ese pasar nada, en la normalidad que niega el accidente, y ofrece el aburrimiento, cuando:



En el espacio de la monotonía
la certeza del no desvío
simetría y noria
un todo igual.



Y, el beso toma en los versos de Déborah, una categoria sublime y material, una naturaleza proteica que define como:


...musgo tenue de coral
un aleluya
esencia de agua bendita

Y, el placer desbordante del sexo hecho en sus versos, metáfora de:


...gozo salino
un aria en la piel
jardín de humedades lunares.
Y la existencia se funda en horizontes. He ahí, una de las razones para que la vida tenga sentido, por eso, un espacio para;



...la utopía
quimera de luz
peldaños al horizonte
sueños a favor de la vida.
Ahora que Talón de Aquiles es una realidad, y el lector tiene en sus manos estos versos, en el filo de su interpretación, han dejado de ser del mundo privado de Déborah, son pandongas al viento.
Y más, cuando la poeta, retomando los periplos de los artistas medievales, ha liado la maleta de sus poemas, para transhumar con sus versos en recitales por pueblos y ciudades de la tierra del maestro Mario Benedetti, de la nunca olvidada Idea Vilariño y el sin par Juan Carlos Onetti. Es que entiende que la poesía debe tener también una puesta en escena, con música al fondo, que exorne la voz, en la juglaría de los versos que han caracterizado su obra escrita y hecha palabra viva.




























jueves, 8 de octubre de 2009

Somos















Somos


encanto recíproco:


tú ninfa,


yo Orfeo.


Tú sol,


yo tierra.


Somos


cóncavo y convexo:


tú agua


yo árbol.


Tú cielo


yo nube.


Somos


hechizo de cristal:


tú brisa


yo lluvia.


Tú escarcha

yo hoja.


Es que somos


tú y yo.


lunes, 5 de octubre de 2009

Nostalgia, en do dolorido, para mercedes Sosa


Nostalgia, en do dolorido, para Mercedes Sosa


Se fue,
un sentimiento,
una razón de rebeldía
hecha canción,
la voz dulce de Mercedes,
ahora susurro
en la copa de los árboles,
y guiño de estrella
a los marineros
en tierra,
rumiando
en la puerta de
algún bar,
el último sueño,
la utopía no resuelta.

lunes, 28 de septiembre de 2009

Se me van las horas





Cómo se van de rápidas
las horas
contigo.
Se me hacen tan chiquitas,
que un beso tuyo
que soñaba eterno,
es sólo una brizna
.

domingo, 20 de septiembre de 2009

Suma y resta poética, antología poética santandereana


La poesía, le había dicho en una entrevista en medio del estruendo del ensayo de la banda de guerra, en el colegio donde trabajo, a un periodista que me indagaba sobre su futuro nada esperanzador , que a pesar de los medios electrónicos y el internet, que conspiraban contra los versos, mantenía su horizonte. La poesía, le enfatizaba, no va a desaparecer. En el fondo todo ser humano es poeta potencial, de oficio o espontáneo. Quién, enamorado, no le ha escrito versos tiernos y dulces a la novia. Quién no ha sacado lo mejor de su arsenal de versos de galanteo para exaltar las bondadades de una mujer que en la calle nos asombra con su belleza física. Quién ante la puesta del sol no ha expresado con frases que se escapan del lenguaje común, el goce que le produce un fenómeno natural.


Como se observa, la poesía es afín a la naturaleza humana. sale de adentro, de los redaños. Lo primero que el hombre escribió fue poesía. Primero fue el mito, medio para conocer el mundo, que fue metáfora y magicidad, para acercarnos al origen del cosmos y de la vida misma. Es esa entrañalidad, la que le da permanencia y perdurabilidad a la poesía, menos artificiosa que el cuento o la novela, arrodetados en el contexto narrativo. Por eso, mi fe en hacer versos, a pesar de la incursión en el cuento y la novela, en la dramaturgia y el ensayo. Luego no extraña, por ello, que se sigan pergeñando poemarios, o antologías, para recoger las voces más expresivas de la poética de franjas de territorialidad, por más grande o pequeña que éstas sean. Relevante, entonces, la aparición de una antología que recoge los versos varios de poetas de la Zona metropolitana de Bucaramanga, aquí en el departamento de Santander. Diez los hacedores de versos, seleccionados para este proyecto de Suma y resta poética*, que con sus escarceos poéticos declaran que la poesía no ha muerto, en el Festival Internacional del libro Unlibro, que la Universidad Autónoma de Bucaramanga, organizó en este mes de septiembre.

Con este proyecto de Suma y resta poética, en el cual fueron incluidos poemas míos, gesto que agradezco a la Asociación de poetas de Santander, Palabra en el tiempo, se buscó rendir un homenaje, a uno de los poetas contemporáneos de mayor calado, ya desaparecido, el maestro Hugo caicedo Borrero, de quien la antología, trae a memoración versos cuajados de lirismo ("no temas al amor/ que hasta la muerte vence" ) y de combate, estos hechos no para el estridular de la pancarta, sino del arte poético donde la lucha no declara sectarismo ni banderas, sino la esencia del combate, en ese lado de la palabras, donde la "pluma es más poderosa que la espada".

Diez los poetas convocados, estirando o encogiendo los versos desde posturas diferentes, como la de Natalia Londoño, que se mete en la entraña del poeta para taxidermizarlo, cuando expresa que:

para ser poeta
debe fallarte la razón
o por lo menos estar ausente
y mucho.
Debes haberte sentido solo
aún con tus mejores enemigos...
Haber pasado hambre
y haber sentido frío,
haber caminado en círculo hasta el alba
haber odiado a tus amigos...

O, la existencialista de Angie Gaona, buscando sus origenes, en medio de las telarañas que crean la desmemoria, en ese:

tiempo de la hondura,
tiempo sin sílaba,
cuando soy sólo un sonido
en tránsito a la fatiga.
Busco un manantial
que bañe la pregunta adherida a mi historia.
Busco la vida recién nacida
y hallo la sed
.

Mientras en Sonia Yaneth Amado Ríos, un erotismo moroso, que no hiere, a pesar de la pasión:

Dos seres que se aman dejan abierto su cuerpo
recíprocamente sin reservas
y dejan que sus bocas unan su aliento,
es un lenguaje que incita al entrega
y hace crecer este sentimiento sin fronteras
.

Y, en Gabriel Ayala, es metáfora de la vida donde reina la incertidumbre de un norte con la aguja averiada del astrolabio o la brújula. Tampoco en la noche, hay una estrella polar para indiciar los caminos:

Camina sin dolor bajo los túneles
ya no sabes de dónde vienes
Aunque hayas despojado a la verdad de sus ropajes
Nunca sabrás a dónde vas.
En Javier Félix, sus versos develan una nostalgia de mar. Una memoria de marino que evoca:

alada gota de sol
voz de poeta al mar
casiopea del día
vigía
gaviero
hermano
albatroz.

En Hernando Ardila, la preocupación es la soledad. Esa que proviene de no tener en el otro costado el de ella, y nos marca, porque sin el vapor y aliento de ella, los quehaceres carecen de voluntad y de sentido:

Mi rebeldía
sería triunfante
si estuvieras conmigo.
Para qué sol
luna y estrellas
si estuvieras conmigo
pero no estás
soy tan solo un enmohecido puñados de sueños
soledad
y no más.


E
n Nicolás Reyes Amaya, la muerte que se anuncia, es su obsesión poética. Quién no ha querido abordar la muerte en un verso, que en Reyes Amaya se perfila genuina en:


Unos niños me miran y sonríen,

saben que no soy de este mundo...

comprendí lo mucho que me agrada verme

tras los ojos de los niños

robarles un minuto de su vida para ver mi muerte

reflejada en sus pupilas..,

abiertas

Asume Wilson Bejarano hernández, la poesía como su amante. Es su carne y vivencialidad, por eso no extraña que la poesía sea más entrañable que la misma narrativa:

Poesía mía
Esposa pálida
linda presencia
vierte tus lágrimas
en mi dolor temprano
.

La muerte ha sido una constante en Suma y resta poética. Carlos Nicolás hernández, la observa, sereno, sin estruendos, ni in faustas ceremonias cuando comprende :

que no se ha muerto
sino que se ha emprendido viaje por otra galaxia
y ser de verdad
ese eterno transeúnte
que tarde o tempreno
tenemos que emprender
.

Y la vida, se ofrece en esta antología en mis versos, a partir de un erotismo abierto, desnudo como la piel misma:

Te beso,
En vos entro
suave,
lento
creciendo
como encendido
pedernal
abriéndome camino entre tus aguas tibias
hasta romper los diques
y sentir qu aferras tus dientes
en mi carne
y eres luego
calma,
serenidad de ola
exánime en la playa
.

la poesía vive, porque es la vida misma. Matar la poesía es matar la vida. Por eso a cambio de fusiles disparando balas, que se disparen ráfagas de versos. Por eso la necesidad de aperturar espacios para los versos, y hacer de los poemas libros y de los libros poemas. Por eso el agradecimiento al poeta, Claudio Edgar Anaya, parcero, sin el cual no hubiera sido posible este libro.



*SUMA Y RESTA POÉTICA. Bucaramanga: Asociación de poetas en Santander, 2009

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Pétalos


Dile a la rosa

que en tu boca

también crecen

pétalos de besos.

domingo, 13 de septiembre de 2009

Plenilunio


Entras

como luna de plenilunio

atracando en mi ventana

silenciosa,

murmullo de brisa

que anuncia el fresco de la noche.

En la penumbra

huelo tu perfume

de hembra.

Vienes a mi

desnuda como

los pétalos de una flor

y mi boca busca la tuya,

durazno

que beso y muerdo,

muerdo y beso,

lengua que enrosca la tuya,

saliva y se humedece,

mientras tus pechos se agitan

y mis manos palomas nerviosas

buscan en el botón de tus pezones.

Gimes,

y tu cuerpo percutido por el deseo

retumba como un atabal

más abajo del vientre.

Toma mi mano tu pubis,

y agita las hebras de su fina flora:

!abracadabra¡

de la garganta estrecha de tu sexo,

por donde entrarán mis aguas seminales,

ansiosas

de juntarse con las tuyas

tibias y lustrales.

lunes, 7 de septiembre de 2009

Ojos


Me empeñé

en ganar el cielo

de sus ojos.

Ahora,

ellos me miran

martes, 1 de septiembre de 2009

Nuditos de amor


Me hago brisa

para llegar a vos,

y amarrarme a tu piel

con nuditos de amor

sábado, 29 de agosto de 2009

Sé que eres




Sé que eres

la que despiertas

mis sueños,

con su boca humecida

de sales milenarias

acopiadas en besos

sin tiempo ni contexto;

la que me ofrece sus pechos florecidos,

donde abrevo ríos de leche

y de miel;

la que a mi costado

junta sus litorales,

y se nos estremece la piel

con el impacto de una estrella;

la que urge

abajo de mi vientre

con dedos encendidos,

la riada de mis mares

en la garganta

profunda de su sexo.
*Pintura del maestro español, Pablo Picasso

miércoles, 26 de agosto de 2009

Fronda o vos.



que

eres

raiz,

tronco,

rama,

hoja,

fruta,

árbol

donde

anidan

mis

sueños

y

utopías.

sábado, 22 de agosto de 2009

Bermellón en sábanas blancas


No sé por qué tengo una enorme fijación por el color rojo. Quizás se me antoja un color de seducción, y pienso si en ello tendrá que ver el hecho de que ella, la mujer que me dejó sus primeras ausencias, llevaba un vestido y lencería bermellón, la tarde de aquel verano hostigante de su primera vez, cuando las sábanas blancas, también, se mancharon de rojo.

domingo, 16 de agosto de 2009

Ansiedad


Ansiedad

Una rosa en tu pelo,

y la de urdimbre azabache

en el ángulo perfecto

de tus muslos,

adonde confluyen

tus deseos y los míos,

en esa hora

de la noche

cuando más aprieta

la ansiedad

de ser en la piel

encendida,

uno solo.

jueves, 13 de agosto de 2009

A propósito de un reconocimiento cultural, crónica de una angustia por escribir


Siempre lo he confesado sin rubores: el Nadaísmo me salvó para la cordura y la locura de escribir. Antes de él no leía, menos garrapateaba un verso trasnochado que mandarle a algún amor subterráneo, que tanto abundaba por aquellos tiempos de nostalgia. Y más, me sedujeron su corrosivo humor, y la iconoclastia de Pablus Gallinazus, de éstas tierras "garroteras", que con su novela La pequeña hermana, estrenó el concurso de novela nacional nadaísta, apuntándole al primer puesto, y al recococimiento popular que vendría después con su canciones testimoniales y de protesta, Principito gamincito, La mula revolucionaria, Una flor para mascar, Silvestre Garabito. Vino a Piedecuesta, y su verbo puso dinamita en las instituciones de tradición de la política, la religión, y el mismo Estado, amarrado a un plebiscito de cogobierno por dieciseis años de los partidos históricos, mientras la democracia se quedaba hecha una mierda, y los nuevos partidos sin oficio, porque por un mandato constitucional, tenían que esperarse tres lustros y un año, para presentarse como opción de poder.
Hoy no soy nadaísta, soy yo, no lo creo sino lo siento, con mis convicciones a cuestas, y mis sueños agarrados de las utopías. Pero el nadaísmo, negarlo sería como desconocer que abordamos el onanismo, anidó en mi cabeza huevos de pensamiento, despertó el imaginario, y me puso en el camino de la lectura sin pausa ni fatiga, y la ansiedad de montarle grafías a los deseos y la razón. Y entendí, por aquellos tiempos, donde aún no fatigaba a Paulo Freyre, que leer era escribir. Y a entender el mundo desde la dialéctica y el existencialismo. La dura brega del hombre por ser, y la negación del otro, desde el poder, de su derecho ético al sueño del mundo con pan en la mesa para todos. Fueron apareciendo los primeros textos, trazos elementales de teatro, cocinados en la burda pancarta, pero después, una muestra -con el juego de los versos y la narrativa corta- de textos dramáticos depurándose de lo panfletario, y horneados para una dramaturgia política y social menos contestaria: Alambrada, La casona, Réplica, textos para los viejos tiempos del teatro El Tablón.
Del teatro a la narrativa, y de ésta como un canguro rebotando a la poesía, al periodismo, a la crítica literaria y cinematográfica en periódicos que terminaba llevándoselos el viento, El Bumangués, Avance juvenil. De tal caldo habría de venir la primera satisfacción, el libro de cuentos, Ha llegado la hora, segundo premio Concurso Nacional de cuento 30 años UIS. Distinción en metálico y la publicación de mil ejemplares, para canjear entre universidades, y doscientos libros para mí. Tiempos aquellos, andaba jodido, con los bolsillos rotos y el premio me puso a saltar en un pie. Ahora, sabía que los cuentos que escribía no eran puro cuento, y pude por lo menos comer pollo, pues por aquellos tiempos comer pollo era como pagarse una noche en el Hotel Hilton o el Tequendama de Bogotá.
Más tarde, a cuatro manos con el crítico Álvaro Ramírez Ortiz, publicamos un homenaje al teatro La Candelaria, y en especial al maestro Santiago García, una entrevista suya, y un ensayo mío sobre el Nuevo teatro colombiano, en La Canderia identidad nacional... dramaturgia nacional. Más tarde públicaría, La Sombra de la máscara, cuentos para mamarle gallo a los héroes de las tiras cómicas y del cine americano: Tarzán, Batman y Robin, Supermán, Rambo, cuentos un tanto undergroond,. y vendría luego, otra de las aspiraciones en el campo de la narrativa, explorar la novela, y se públicó, gracias a la gestión del Alcalde, Miguel Ángel Santos, La saga del último de los duros.
Después, otra de las satisfacciones literarias: primer finalista, del Primer Concurso Metropolitano de Poesía "Gustavo Cote Uribe", organizado por el Instituto de Cultura de Bucaramanga, junto a la de publicar con los poetas Óscar delgado, Juan remolina, y Mariela Basto, de nuestra tertulia Tras las huellas del poema, el poemario colectivo, Páginas de arena. Y, finalmente unos cuentos que tenía atravesados como una espina de pescado en la garganta sobre las fosas comunes, los desplazados y desaparecidos en Colombia, La angustia de las almas en pena, publicados en diciembre del año pasado. Creo que a esto se deba, el reconocimiento que los rectores de la cultura en Piedecuesta, el maestro, Henry Orbegozo, el Licenciado Edgar Bohórquez, y la doctora Elvinia de Valero, dicidieron otorgarme, junto a otros valores de la cultura local, Holguer Alfredo Cruz, Reynaldo Cristancho y Carmen Cecilia Díaz, con motivo de la celebración de las fiestas de aniversario de esta Villa de San Carlos al pie de la cuesta.