Foto intervenida
Husmear en las grietas de la ciudad
si envejece la piel.
Ver como cae el zócalo del viejo teatro
a donde los novios buscaban los palcos
para reencontrarse en sus bocas,
en sus manos,
cuando se apagaban las luces
Mirar cómo la ciudad ha perdido su rostro,
en el derrumbe de las viejas casas,
aquellas que hablaban del amor a la madera
en las puertas
taraceadas por viejos artesanos.
La ciudad se fue quedando sin indicios
de su historia,
aquellos monumentos que hablaban de ella,
habitan el recuerdo.
La ciudad de ahora no habla,
híbrida de modas,
de arquitectura vacía,
monólogo de edificaciones,
calles donde nadie se entiende,
porque cada uno es un mundo,
y si hay lenguaje el del arma afilada,
(bájese del billo*, hermano)
o del fierro* que escupe la muerte,
(de algo hay que vivir, parce, así sea
matando)
Tampoco nada queda del sendero aquel
camino del salto de agua,
que caía hecha espuma,
sobre nuestros cuerpos desnudos
liberando el deseo
de las ataduras del pecado
*Billo: dinero
*Fierro: arma de fuego
12 comentarios:
Cuando todo se destruye solo queda el recuerdo, y con el tiempo, ni este.
A veces esos recuerdos se convierten en deseos ardientes y regresan precioso texto Carlos, un abrazo desde mi brillo del mar
Me encantó tu escrito tan lleno de nostalgia de otro tiempo. Saludos
Bonito texto, cargado de la melancolía por el ayer.
Un abrazo.
El recuerdo de alguien que nos dejo puede ser muy doloroso. Te mando un beso.
Siempre he pensado en eso, si las ciudades se mueren como se mueren las personas. Mi colonia parece tan diferente, se que son las mismas casas, e incluso las mismas personas. A veces creo que la que cambio fui yo. Texto bello y reflexivo. gracias por compartir.
El hierro y el hormigón acabarán por devorarlo todo, y llegará un punto en el que ya no nos reconoceremos.
O poema é fiel à mudança radical do que nos cerca...
Abraço
Amigo, lo que comento Blogger no lo registra o va a tu casilla de comentarios...
Abrazo. Magnífico poema!!
Bellísimo, y muy importante preservar estos recuerdos que son parte de nuestra historia, para que las generaciones venideras, esas, que ya no ven más allá de sus propias narices, y que todo son prisas y tecnologías, sepan apreciar que se puede construir un mundo más humano y bello.
Un fuerte abrazo, amigo Carlos.
Lo que sí queda, tras leerte, amigo Carlos, es esa sensación tan agradable de haber entrado en los sonidos de violín de unas letras que suenan a buena literatura. Qué belleza tan vitalista, sensorial, nostálgica... Me agradó mucho.
Un abrazo amplio, grande, de aprecio y de amigo.
Nostálgico poema, querido amigo, cuando la ciudad queda muda, todo se llena de nostalgia, los recuerdos nos invaden.
Un placer leerte.
Un abrazo.
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