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jueves, 15 de noviembre de 2007

La mujer con un sonrisa que nunca pareciera separarse de su boca y de sus labios

Recuerda que conoció a la mujer, meses antes de que la vereda se volviera un infierno. Aún los cadáveres no bajaban por el turbio río con toda una suerte de gallinazos encimados, sacándoles las tripas. Había venido como maestra temporal, porque la oficial estaba en licencia de maternidad. Supo que no le era indiferente, aquella tarde cuando se acercó a la escuela para reparar las vigas del techo que estaban que se venían al suelo, vencidas por el agua que filtraban cientos de goteras, y la implacable y demoledora tarea del comején. Ella, alzando el brazo le señaló las vigas enmohecidas de hongos, y abiertas por la acción de la polilla que amenazaban con escurrir el techo de cañabrava revestido de cagajón. Quedó de venir al otro día, madrugadito, pues a vista de buen cubero, ya había hecho cálculos de los estragos del agua y el comején en el techo. Por la madera no había que preocuparse, pues en el aserradero de su propiedad, tenía una reserva de palos propios de entechar. Ella, que se quedaba en la escuela pues tenía dormitorio para la maestra y cocina, le preguntó si le apetecía café o limonada. Él - un tanto azorado - le respondió que no se molestara. Ella con una sonrisa que parecía nunca separarse de sus labios y su boca, le dijo que no era molestia y dio vuelta, camino de la cocina, con un giro tan bello y natural, que le produjo cosquillitas en el estómago.
Los días que estuvo trepado en el tejado, cambiando las maderas podridas, y poniendo tejas seguras, para que el agua no volviera a poner en peligro la estabilidad del techo, ella tuvo que hacer clase en uno de los pasillos, y él veía desde lo alto cómo de vez en cuando la mujer levantaba una mirada de angustia a donde él estaba, temiendo que de pronto resbalara por una de las aguas del empinado tejado y se rompiera los huesos y el alma. En esos días sintió que Sombra lo quería, con el mismo ardor conque él había empezado también a quererla.
Después, una tarde de viento y sol, Sombra se apareció por el aserradero, y sin mediar palabra alguna se abrazaron, y se reventaron los labios de tanto besarse. Luego se tendieron en la cáscara seca y la viruta que dejaba en el suelo la madera cepillada, desnudándose a medias por la ansiedad de hacer el amor. Otros días metidos en el río desnudos, Sombra sentía cómo Peregrino la penetraba con su sexo urgido, tibio y placentero, cuando descargaba su furia viscosa, haciéndola perder la noción del tiempo y el espacio.
Acordaron ir a vivir juntos, por lo pronto; luego habría tiempo para pensar en casarse. Sombra juró no volver a la ciudad. Ya no le importaba. Allá nada la ataba . Se sentía mejor en el campo, ahora que había conocido a Peregrino, y tenían el sueño igual de tener hijos. Pero, la felicidad no la venden completa, y sobre la vereda se desgajó la tormenta, primero con los pasquines amenazando de muerte a la gente para que se largara bien lejos y dejara la tierra. Como no hicieron caso( nadie quería irse irse), los pasquines volvieron con la amenza de incendiar ranchos, y matar gente sin piedad, y aparecieron los hombres embozados con ropa de camuflado, disparando al bulto, y metiéndole candela a todo lo que tuviera paredes y techo. De la escuela sólo quedaron las cenizas. Dicen que Sombra, para salvarse de la plomacera y la quemazón, corrió sin pausa ni fatiga a la parte de atrás de la escuela, donde los niños habían levantado la huerta, y como alma que lleva el diablo, cogió por el sendero que lleva al río. Del aserradero tampoco queda ni el recuerdo, dicen los que regresaron a la vereda con la esperanza de rehacer la vida, pero no pudieron, porque la tierra ya tenía dueño: los gringos que parcelaron para cultivar oleaginosas.
Peregrino, que la noche de los plomazos, en la huída, apenas alcanzó a llevarse lo puesto, ahora es como su nombre: un peregrino tras las huellas de Sombra. En su errancia ha conocido todos albegues de desplazados del país, buscando dar con el paredero de Sombra. Les ha dado tantas veces la vuelta a los albegues, en su errancia de noria, que ha perdido la cuenta.
Sombra sólo lo tenía a él, cuando se enamoraron. Huérfana en la ciudad, había quedado al cuidado de un tío que apenas ganaba con su tiendita de barrio, para sostenerse medianamente los dos. A los pocos días de haberse ido para la vereda , el tío murió de un enfisema pulmonar. Sombra no tenía suficiente dinero para enterrarlo, por lo que Peregrino, le construyó un cajón de arrayán, para al menos hacerle un entierro decente, y le dio algunos pesos, para los gastos del cura y la misa.
Ahora el Peregrino transhumante, tiene la certeza de que Sombra está viva. Siente en el aire su presencia por eso no admite que está muerta. Él la olfatea en ese olor a mastranto que denunciaba su presencia, cvuiando iba a visitarlo al aserradero, y hacían el amor con tanta rabia, como si el mundo se les fuera acabar. En el campo aprendió a reconocer en la distancia a las personas por su olor. Ahora que ha llegado a esta ciudad tan grande, con tantos carros apiñados en las calles, que no les queda espacio para rodar rápidamente,y de edificios tan altos que tapan la visión de las montañas, su olfato le dice que Sombra vive en esta ciudad fría y oscura. Con su maleta de cuero camina la ciudad tras el rastro de Sombra. Olfatea y en medio del humo espeso que exhalan los exhostos de los carros, desentraña el olor a mastranto de la piel de Sombra. Se hace noche. Peregrino va por una avenida larga de bares y tabernas bulliciosos. Sabe que Sombra está cerca, porque el olor a mastranto se hace fuerte. Espera en la parada del bus. La primera que se baja es una mujer con una sonrisa que pareciera nunca separarse de sus labios y su boca. Peregrino la ve, y sabe que es Sombra: huele al inconfundible mastranto. El corazón se levuelve saltos. La mujer va justo al edificio que está frente a la parada. Peregrino la sigue. Cuando la mujer abre la puerta, Peregrino la toma del brazo y le pregunta:
- Eres Sombra, cierto?-
La mujer, se zafa , y le responde con voz pedregosa, mientras por sus mejillas ruedan dos lágrimas:
-No, señor. Se ha equivocado.
Peregrino queda perplejo. Instintivamente levanta la mirada, y observa el aviso luminoso que identifica el edificio al que entró la mujer: Motel, La casita del placer. En el segundo piso se enciende la luz de uno de los cuartos que están a oscuras, y a Peregrino le llegan las tufaradas inconfundibles de mastranto fermentadas por el sexo, de cuando en las tardes en el aserradero hacía el amor con Sombra.

lunes, 12 de noviembre de 2007

SE FUE MAILER, QUE SUPO APROVECHAR LA CRÓNICA Y EL REPORTAJE PARA ENRIQUECER LA NOVELA

La década del sesenta, fue decisiva para la renovación de la literatura norteamericana, con gente como TRuman Capote, Gore Vidal y Norman Mailer, que le dieron a la novela un rostro más vigoroso al inyectarle la fuerza de la crónica y el reportaje. Si Capote, lograba cautivar con A sangre fría, al hacer de la crónica de unos asesinos del oeste, una novela perdurable, Norman Mailer, con La Canción del verdugo, recuperaba apoyándose en la crónica y el reportaje, la vida del asesino en serie, Gary Gilmore.
En Los desnudos y los muertos, que recoge la historia de la participación de las fuerzas norteamericanas en la Primera Guerra mundial, hay un intento por desnudar, desvelar ese mundo de quienes tienen en la alta jerarquía del ejército americano, dirigir la guerra, mientras como el mismo Capote, en Sangre de camaleones, Mailer escribe El parque de los ciervos, para poner en la picota el mundo de Hollywood. Se nota la destreza, en este libro, del hurgador de realidad y personas que es el reportero. En El sueño americano, desvela a Norteamérica. Como un Fellini perverso mostrando a Roma y sus indelicadezas, Mailer, abre un boquete con esta novela, para que el lector con espiritu fisgón y de voyeur, se asome a ese mundo americano que promueven de ensueño, y que como en el caso del filósofo envigadeño, Fernando González, cuando se fue a Cali, en busca de la santidad sólo encontró un mundo de " putos y putas."
Sin Mailer, la novela no hubiera tomado la estatura que hoy tiene, por el vigor que le dio al inyectarle las píldoras saludables de la crónica y el reportaje. En Capote, en Mailer, en Vidal, escritores como García Márquez, Vargas Llosa, y el mismo Carlos Fuentes, han abrevado, y por ello no extraña la calidad de su 0bra: el periodismo con la crónica y el reportaje han enriquecido su narrativa.

sábado, 10 de noviembre de 2007

La angustia de la espera



El tiempo camina lento
con caparazón de tortuga
por eso las horas
hieren más,
son horas de espera
de una agonía sin límites
tan larga como el mismo
infinito
porque se sabe cuando
cuando parió sus primeros
dolores,
pero no cuando va a terminar
su tortura de espinas,
agobiando el corazón.
Agonía que nació con el secreto
de su partera,
como esas hierbas
que de la noche a la mañana
espigan
emponzoñando el alma
de las matas de rosas y flores
del jardín.
Arde la angustia con la espera
del tigre que ha de saltar,
agazapado entre matojos
en el día,
camuflado con las sombras
en la noche.
!Cómo hiere la angustia de la espera¡

lunes, 5 de noviembre de 2007

La ley colombiana del teatro sin dientes

Uno preferiría que la cultura en Colombia no fuera vista por la ley como compartimentos, y que los recursos para su sostenimiento se repartieran con espíritu de igualdad, de tal manera que ninguna de sus expresiones fuera mirada como la cenicienta. Pero, en Colombia la cultura no es observada como un todo. De ahí, que cada manifestación del arte y la cultura, tenga que luchar por su garantía y protección, por parte del Estado, amparándose en una ley. El precedente lo ha marcado el cine, que logró su ley, y la aprobación de un fondo que genera los recursos para la financiación de proyectos cinematográficos.
Ahora, con alborozo (se ha dado un paso importante), el mundo del teatro colombiano celebra el placement, que la Corte Constitucional, le ha dado a la ley del teatro. Nadie pone en duda la bondad de lo logrado con el aval que le ha dado la Corte a este ley, para que el Ministerio de Cultura aliente el interés de directores, dramaturgos y teatreros organizados en colectivos con trabajo sostenido y permanente, en el montaje de obras que afirmen el sentido de identidad, y despierten el imaginario creativo.
Nadie puede negar, que a partir del movimiento del Nuevo teatro colombiano, se empezó a mirar adentro de los problemas y las necesidades del país. El teatro colombiano, empezó a hablar con voz propia.Sinembargo (no quiero pasar como pesimista), la ley del teatro que acaba de darle tránsito la Corte Constitucional, la dejaron sin muelas, porque no vino con recursos específicos, queda prácticamente al albedrío y la bondad del Ministerio para que le inyecte -sabrá el ministerio de donde- recursos.
Lamentablemente, La ley del teatro, no cuenta con un fondo como el cine, para que el cuento de las salas concertadas, y la formación, promoción, práctica y divulgación del arte de las tablas, que se afinan al interés de esta ley, no sea letra muerta. Sin financiación (no contar con un fondo), sería igualito como tener mamá, pero en el cementerio.

sábado, 3 de noviembre de 2007

El Espejo (minicuento)

La mujer se levantó con la extraña sensación de no tener rostro. Corrió a mirarse en el espejo, y éste le devolvió el gesto grotesco de la muerte

jueves, 1 de noviembre de 2007

LA SOGA (CUENTO)

cuando el hombre sintió en medio del sueño que trataban de ahogarlo con una cuerda enroscada a su cuello como una boa constrictor, no se impacientó porque era esa pesadilla que se repetía siempre cuando dormía mal; sólo que ahora no despertó por más que atronaron la puerta de su cuarto a golpes, y tuvieron que tumbarla para poder entrar, y encontrarlo con la bragueta de la piyama hecha un desastre de orines, la lengua afuera morada como sotana de obispo, y una soga con un moñito de seda muy pintoresco, de esos de regalo, atenazada a su garganta.

martes, 30 de octubre de 2007

Por qué prefiero el cine (Cuento)

  • Manuelito, mi filósofo de cabecera, es un amante empedernido del cine, y a sus cincuenta y seis años de brava soltería, prefiere un drama conflictivo de Antonioni a una cita con una mujer de esas que le harían perder la cabeza a un lama tibetano. No quiere decir que, Manuelito sea de esos que eufemísticamente, hoy llaman del tercer tipo. !No¡ -enfáticamente- !no¡. Para expresarlo en cristiano, Manuelito no es marica. Es un hombre a carta cabal, con un prontuario amoroso que ya quisieran tener los más duros casanovas de estas tierras de machos de Santander, pero en materia de sábanas calientes, nadie le gana, Manuelito es el más macho de los machos, porque mujer que se acuesta con él, no quiere que Manuelito abandone la cama jamás. Sabe amarlas y ser tan dulce y tiernamente adorable, que quedan altamente complacidas, y no escatiman halagar con sobornitos (incluyen regalos costosos y fuertes sumas de dinero), la repitencia de esas horas inmemoriales de indecible placer en la cama. Sinembargo, vuelvo e insisto, para Manuelito, está primero el cine, y siempre me ha intrigado, esa pasión suya por el séptimo arte, que anoche al calor de unos aguardientes (Manuelito, por cuestiones de pertenencia a la tierra, los prefiere al whisky), me atreví a preguntarle, eso sí excusándome de si invadía su privacidad, por qué no cambiaba el cine por una cita de amor, y sin el menor asomo de duda, sin temblarle la voz, seguro y tajante, me respondió:
-El cine es mejor que un orgasmo - Y, apuró la copa de aguardiente hasta el fondo.