cuando el hombre sintió en medio del sueño que trataban de ahogarlo con una cuerda enroscada a su cuello como una boa constrictor, no se impacientó porque era esa pesadilla que se repetía siempre cuando dormía mal; sólo que ahora no despertó por más que atronaron la puerta de su cuarto a golpes, y tuvieron que tumbarla para poder entrar, y encontrarlo con la bragueta de la piyama hecha un desastre de orines, la lengua afuera morada como sotana de obispo, y una soga con un moñito de seda muy pintoresco, de esos de regalo, atenazada a su garganta.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario