El bar ya no estaba,
allí donde cogidos de la mano
y en la otra una cerveza,
cantábamos "La flor de la canela",
con una Chabuca enamorada,
y "te recuerdo Amanda", con el sentimiento de dolor de un
Víctor Jara.
Ni siquiera el teatro donde subimos al palco de madera
a darnos los primeros besos,
y donde nos enamoramos de las películas de Costa Gravas,
que nos abrió al camino político,
estaba.
Menos tu nombre que a punta de buril
y de amor,
grabé en la pared de piedra de la ermita,
pensando hacerlo eterno
y ahora se ha perdido entre sus escombros
y ruina.
*Foto propia