Tenía la mirada rota, cuando lo vieron por útima vez en un bar de mala muerte, junto al puerto, en Santa Lucía. No era él quien miraba, era la desgracia que llevaba adentro, le refería el capitán del viejo vapor La reina de los vientos, que había capoteado las tormentas más bravas de los cinco mares, a otro lobo de mar en Zanzíbar, mientras jugaban a las cartas y apuraban un vino rancio porque no había más, esperando que cargaran sus barcos con las pacas odorosas a clavo del lugar. Desde que encontró a su Duna, una morenaza wayú de la Guajira colombiana, en el cuarto de máquinas, haciendo el amor en medio del vapor de las calderas, con un negro jamaiquino, la vista se le hizo niebla. Veía por los ojos de amor de ella, y ahora no los tenía. Por eso bajó del barco, a tientas, y se bebió en Santa Lucía las últimas existencias de ron, ahogándose en licor, antes que matarla a ella, le contó el diestro timonel del Reina Isabel, a su ayudante de a bordo, cuando navegaban en el Mar de Timor, cerca a la costa noroeste de Australia, y una lágrima rodaba por su mejilla.
lunes, 29 de marzo de 2010
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11 comentarios:
Cuando el amor traiciona de esa manera es una muerte en vida...errante, buscando la respuesta a esa desazón.
Hermoso Carlos.
Besos.
Cuanto dolor causa una traición así.
Lástima que se llamara Duna....
Un beso Carlos.
Que suerte tener la posibilidad de una huida, aunque se viertan lágrimas.
Una historia de desamor muy bien contada.
Un abrazo.
Y se dió cuenta que el amor no dolía que era lágrima purpura por su mejilla la que le avisaba del dolor de un desamor.
Besos y amor
je
Me hiciste recordar un poco a García Márquez, buen texto.
Saludos.
Carlos Augusto...
a veces las lágrimas lavan heridas... que con el tiempo se curan... o cicatrizan!!!
el engaño... duele y tarda más en sanar!!!
como siempre dejas ternura!!!
tus letras intensas!! mucho!!
hermosos días amigo querido!!!
Felices Pascuas !!!
beso!!!
Mala puñalada para un texto tan cuidado y bien narrado.
con cariño, esencia.
Maldito amor ahogado en alcohol...
Un beso, maestro, y una caricia en tu joroba.
Un excelente texto, mueve los sentimientos.
Alejandro
Excelente!! Sin desperdicios! Felicitaciones! Un abrazo.
que viva la aventura de los dulces desamores
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