A, Edson Velandia y su
mítico burro, que ha creado
toda una suerte de enredos
y disparates propios de la
picaresca.
Al burro lo conocí como en esas películas surrealistas de Buñuel o los cuentos de Cortázar, que uno no sabe si son un sueño o realidad. Tangible o inmaterial el burro existe, pelando las muelas, como dirían los costeños, con una sonrisa perfecta de burro, que ya la quisiera cualquier reina de departamento, distrito o municipio colombiano, en plan de ganarse el inmamable reinado de Cartagena. Tiene las orejas grandes, tan grandes que cuando las levanta tocan las nubes y desencadena un diluvio del putas. Que lo diga el excabuya Edson Velandia, que una tarde le dio la ventolera de lanzar su primer CD de Velandia y la tigra, en la plaza La Libertad de Piedecuesta de espaldas al Palacio Consistorial, y por ahí estaba el burro, camuflado de político, entre los curiosos que se habían arremolinado como hormigas para ver su concierto, y el burro que se muere por la música, cuando La Tigra empezó a tocar, y bramó el sacabuches de Dimitri, instrumento que le encanta con el mismo placer conque coge a las burras, o a los burros, porque para él no hay distinciones de sexo, cuando se trata de placeres (dicen las malas lenguas de los estudiantes de filosofía de la UIS que es un burro epicúreo y hedonista), levantó las orejas al cielo como antenas parabólicas, sin importarle que la gente fuera a descubrir su verdadera personalidad de burro, para escuchar mejor el trombón del excortina de hierro de la banda de Velandia, chocándolas con una nube negra que pasaba en ese momento, desencadenando un aguacero tan diluvial, que los arqueólogos y paleógrafos de un futuro muy lejano, cuando en sus excavaciones desentierren los restos de la civilización garrotera( piedecuestana), encontrarán en los fosilizados manuscritos, el registro del conciento de Velandia y la Tigra, como un concierto pasado por agua.
El burro existe. Tiene el don de la ubicuidad. Está en todos los lados, y en ninguno. En un mismo momento puede vérsele aquí, en Piedecuesta como cualquier cristiano comiendo fritanga donde Alcides y al mismo tiempo en oriente visitando la tumba de Hirohito, cual desprevenido turista, con una cocakola en la mano ; en Cannes, oficiando de director del festival de cine, y en Australia buscando en el lugar equivocado al abominable hombre de las nieves.
Unos turistas colombianos, que andaban visitando Hollywood, lo vieron actuando como sexy simbol, al lado de D´Caprio, en el mismo momento, en que chocaba cristales con el doctor Navas, para celebrar su elección a la alcaldía de Piedecuesta,y en Kussy-Huayra, mientras, en compañía de las González, y el bacán del Eder, desahogaba en los boleros de el cigala, las penas de amor.
El burro no es cuento chino, como decían antiguamente, las señoras. El burro existe, lo que pasa es que tiene la particularidad, el muy bribón, de hacer creer a la gente, cuando se aparece, que es un sueño, un espejismo, o una ilusión óptica. Existirá, cuando ya corre el rumor de que es extraterrestre, y lo comparan con horroroso E.T., de la película de Spielberg, pero el burro tiene su gracia y su tumbao, por lo que no extraña que a soto voce , una inimaginable cantidad de mujeres bellas de la farándula, el modelaje, el cine mundial, y la crema y nata de la sociedad colombiana ( y piedecuestana, por supuesto, pues aquí apareció y se amaña el burro,y el de otros lados no es el original sino su clon), comenten lo adorable que es compartir cobijas con el burro.
Oportuno sería que alguién -pero quién si el burro tiene la capacidad de mostrarse en imagen real y virtual- le avisara al burro lo que traman las señoras que han compartido su cama. Andan en la tarea de contratar a los más avezados cazadores, !oígase¡ bien, del mundo, expertos en safaris africanos, para que cojan vivo al burro, porque corre el cuento de que es el Unicornio Azul que se le perdió a Silvio Rodríguez.
Nota bene: esperen nuevas noticias de el burro.
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