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viernes, 2 de mayo de 2008

SIN PENA NI GLORIA DEFUNCION DE VANGUARDIA & CULTURA

Colombia es un país de revistas literarias. Cada día que pasa se funda una revista, y muere otra u otras, porque son, mayormente, las que desaparecen que las que se crean. Si dolió ( dolor cultural) que un periódico de la estatura nacional como El Espectador, le dijera adios, por la carencia de rentabilidad, a su Magazín Dominical que había dado un salto abismal, del formato tabloide al de revista, por qué no vamos a sentir, por cercanía, el entierro sin pena ni gloria que, Vanguardia Liberal hace de su antiguo Vanguardia Dominical, últimamente, Vanguardia & Cultura (!vaya que denominación tan árida para los menesteres del espíritu, las letras y el arte¡). La razón, ya se intuía, pero que confirma el boletín cultural virtual, Perro Ciego :"la cultura no vende, no es negocio y no le interesa a los lectores..."
Lamentable la desaparición de este medio que, a no dudarlo, se había convertido en un espacio para la divulgación, la promoción , el comento, y la crítica del quehacer cultural, artístico y literario del oriente colombiano.Parece que los únicos deudos que tendrá Vanguardia & Cultura, será el de los artistas, gestores de cultura y escritores, porque los directivos de Vanguardia Liberal, se muestran felices por la desaparición definitiva del suplemento cultural, que desde hace años, clamaban por su cierre definitivo, ya que en sus cuentas, era un lastre económico: no producía o generaba ingreso alguno con carácter de ganancial o dividendo.
Tomás Vargas Osorio ( Regreso de la muerte y Cuentos santandereanos), ese oibano que en 1941, descansó del agite periodístico,y político; de los afanes versadores, del juicio literario y la creación cuentística, debe estar revolcándose en su tumba, por la desaparición del suplemento literario y cultural de Vanguardia Liberal, que él , 75 años atrás fundara.
La Joroba del Camello, se suma a las protestas de Perro Ciego, y artistas santandereanos que observan con angustia, cómo se le cierran espacios a la expresión y divulgación del pensamiento, el arte y la cultura. Ahora es el momento de revivir aquellas revistas de calle, sin permiso, subterráneas, que hace unos años, llegaban mano a mano a lectores populares. Un réquien in pace, por Vanguardia & Cultura, suplemento que recibe las paladas de tierra enterradora, porque en Colombia, los medios de expresión artística y literaria están moribundos, y a los que tienen la plata para no dejarlos morir, poco les importa.

martes, 29 de abril de 2008

!He vuelto¡

Como un pez en tierra firme,
abriendo los fuelles de las agallas,
para agarrar pedazos de vida,
este marinero de la palabra,
tendido en la dura cama
de un hospital,
sólo tiene recuerdos
para la memoria de los hospitales de ultramar,
lóbregos lugares,
donde Maqroll el Gaviero,
el mítico marino de los poemas
y novelas de Mutis,
le ganó tantos lances a la muerte.
Ahora soy otro Maqroll,
ensopando en el sudor,
las sábanas de hospital,
reventando en los dolores,
de un páncreas que se hincha,
en la única defensa de la almeja.
La muerte se agazapa,
sin guadaña ni hábito talar de albornoz.
Ella corre por los torrentes
del maltrecho cuerpo,
inundándolo de podres,
y hace estrechas las fronteras
entre la vida y la muerte;
la vida pende de un hilo,
un hilo frágil de araña,
que se rompe al menor soplo de la brisa,
pero el hilo resistió,
y ! héme aquí ¡
de vuelta al puerto
después de la borrasca,
para beber el ron bravo de los nativos,
y celebrar con una negra recia,
el regreso a la vida.

miércoles, 9 de abril de 2008

Pan y mesa




Quiero el pan para todos.
En mi mesa no habrán sobras
cuando las manos unidas
todas
saluden la victoria,
y vos,
ángel mío,
cantes los himnos
refrendando el sueño
por tantas lunas
y soles esperado.

Para vos

Vos,
la rosa,
vos,
el sol
vos,
la luna,
vos,
el pan,
vos,
todo.

domingo, 30 de marzo de 2008

ESPEJO

Ante los golpes insistentes, abrió la puerta. Un hombre cayó al suelo, aún con el temblor del puñal en la espalda. Lo volteó para verle cara, y descubrió con asombro, que el rostro del hombre muerto, era su propio rostro.

sábado, 22 de marzo de 2008

JULIO DELGADO,UNA JOVEN PROMESA DE LA CUENTISTICA PIEDECUESTANA

Últimamente he escuchado con reiteración que a los jóvenes no les interesa escribir, y por ende, menos hacer literatura en Piedecuesta. Nada más lejano de la verdad, pues quienes aventuran estos comentarios, lo hacen en cafés en medio de la euforia de la cafeína de un tinto, o el alcohol de alguna cerveza, que los estimula al vano cotorreo.. No se han metido en el barro de las investigaciones, ni menos aperturado espacios para hablar y hacer literatura, que al menos les dé un sustento a sus afirmaciones. Con propiedad digo que a los jóvenes piedecuestanos, sí les interesa leer y hacer literatura. El mantener una tertulia, Tras las huellas del poema, por muchos años, me ha permito acercarme a los intereses creativos de los jóvenes en el ámbito de la literatura. La poesía es una de las más afectas. En Tras las huellas del poemas, se han formado jóvenes como Adriana Ortega, hoy estudiante de cine ("las madres lloran y se quiebran/ las lágrimas envenenadas de ira"), Heide Meneses, luchando con la vida para sobrevivir ("Que me arrojo al abismo de color amargo/junto a la frustración que fuma hierbas extrañas para olvidar sus víctimas"), Eduardo Tello, bregando con la vida, pero manteniendo la escritura poética ("paso por su casa aún/ sabiendo que no podré verla/ pienso en sus labios/ por ese camino vagan los míos"), y Yesenia Fernanda Sandoval, invidente, lírica por naturaleza ("Sólo tu, /ojos hechiceros/ labios seductores"), entre otros y otras.
Uno piensa que, mientras las autoridades culturales no salgan del enconchamiento de sus oficinas, a los espacios donde se hace arte y cultura, no se podrá hablar de una política real de desarrollo cultural. Ahora, lamentablemente,quienes tienen el imaginario puesto en la creación del arte y la literatura en cualesquiera de sus expresiones, tienen que pasar proyectos, para que el sector oficial se dé cuenta que existen, sin llegar a pensar que la cultura y el arte la hace el pueblo sin pedirle permiso al Estado, porque si no sería cultura oficial. Esas gentes que hacen arte sin acudir al Estado, son las que mantienen fresco el espíritu por crear. Es el Estado el que tiene que llegar a ellas, es su deber constitucional, para mantener viva la libertad de creación, y más cuando se necesita fortalecer el espíritu de libertad del pensamiento. Y, por eso laudable que los jóvenes escritores piedecuestanos, así sea en folletos, o abriendo espacios en cafés, hagan conocer contra viento y marea, sus poemas, sus ensayos, o sus cuentos.
En el campo de la narrativa, por estos días cayeron en mis manos, unos cuentos del joven , Julio Delgado, con el cual me había tropezado en charlas literarias en el Café Kussy-Huayra, pero no sabía que escribía. Grato ha sido leer sus relatos muy prometedores, que revelan una virtud de su narrativa: la de las frases largas y envolventes, que buscan explicar, Brenda duerme sola a falta de ácaros que defequen polvo en el espacio donde, precisamente sólo persiste la protuberancia de alguno de sus miembros embalsamados por las franjas azules del cobertor."
El fraseo en Julio Delgado, es rítmico y sostenido, para darle musicalidad al texto, y situarlo en el camino de una prosa poética, así la intención mayor sea la de narrar. No toda narrativa es poética, por eso la de Julio Delgado, es distintiva se identifica, en ese andar de frases que poetizan sin dejar de la lado la intención mayor y directriz, que es la de narrar, " te he traído el amor en los fármacos caducos y mis manos severas; hace rato venía odiando el rincón en el que ahora finges estar agobiada por los consuelos que tu incapacidad neutra ha transformado mil veces en mi presencia, en mi retorno cada vez que yo te he ocasionado una tristeza, un laberinto parcamente tapizado, un estado catatónico que ante mi vista en primer plano se destaca fuertemente en contrastes de blanco y negro."
Naturalmente, es el fraseo largo - que discurre desenvolviéndose en un ovillo- el que le permite premonizar y ratificar sus augurios apoyándose en lo narrativo y poético, "de repente, escuché unos fuertes pasos de pies descalzos que bajaban por la escalera y de los que pude deducir eran de un hombre gordo y pesado. Acerté, el hombre era alto y su estómago era más grande que su cabeza calva y repugnantemente pecosa".
Los cuentos de Julio Delgado, definitivamente viscerales, salen de adentro, en un acento triste, cuando no pesimista, desangelizado, que me hizo recordar a Andrés Caicedo. Julio tiene mucho qué decir al lector, y posee hartos recursos literarias para contarlo : prosa poética y narración, y epítetos terminales del fraseo de gran vigor ("triste resignación", "ardor vaporoso", "espasmo sobrenatural". Pero que sea el mismo Julio el que hable. He aquí, su relato, Deus Machina:



El calor vaporoso ya se había esparcido lo suficiente. Sentado a un lado de la cama sostuve mi cabeza. En ese momento pensé que era muy gracioso el hecho de que pudiera perderla, de que se me saliera de las manos o se desprendiera de mi cuello con facilidad. Frotaba mis manos húmedas y de inmediato las lanzaba contra mi cabeza que no paraba de negar con ese gesto ladeado, mis ojos cerrados querían no pesar tanto y que los párpados no los oprimiera con una triste resignación. Quería respirar y lo hacia con dificultad por esa molesta constelación de fuego invisible. El sudor en mi cuerpo desnudo parecía impedido de satisfacerme. Allí sentado quise soplar un poco mi pecho, mis brazos y mis muslos que ya comenzaban a temblar. Respiraba aún con más insistencia forzándome a ceder a la tranquilidad, a un latido sincronizado con el corazón. Ese temblor epidérmico, podría asegurarlo, era como esa mismísima constelación o como el ardor vaporoso; algo que mi cuerpo no podía digerir ni expulsar con un espasmo sobrenatural.

Desde un principio supe que todo saldría mal. La insistencia de mi pecho y el dolor de cabeza no eran nada a comparación de lo que me acometería más tarde. En el cielo raso una luz pululaba al compás de un ventilador casi descompuesto que tenia un ruidito estrambótico. A mi derecha, en aquel fondo del cuarto estaba la puerta, con una línea iluminada por base en donde las luces de afuera parpadeaban mucho más con pasos de gente: un tráfico de voces, de ruidos de otras puertas cerradas con dureza, de chismes entre empelados de servicio y una voz que no paraba de ir y venir dando ordenes y gritando con intervalos de tos y aguosos escupitajos. Pero el ruido más intenso era el de algunas mujeres que ya seducidas por los hombres se extendían en interminables carcajadas que eran el proemio de un grito final disminuido y mediocremente consolado.

Detrás de mí, ella comenzó a serpentearme la espalda. Ese roce sudoroso me alteró los músculos. Me erguí con rigidez, mis ojos vibraron bruscos mientras la escuchaba mascullar palabras con su aliento y de vez en cuando un rechinar de dientes apretados.¡¡¡Aldemar!!! ¡¡¡Aldemar!!!- comencé a gritar- ¡¡¡sáqueme de aquí proxeneta mierdoso!!! Pero la algarabía de afuera seguía en su caravana patética de luces.

Fue con un estremecimiento delicioso que la mujer lamió y mordisqueó mis hombros. Apretujaba constantemente mi cuello con sus manos examinándolo y buscando la forma de acertar en una buena bocanada de carne. La luz del cuarto pestañeaba y el ventilador había dejado de funcionar. Trate de deslizarme fuera de mi asiento pensando que podría alcanzar la puerta, pero sólo caí sentado sobre el suelo con mi cabeza inclinada donde ya podía ver el rostro de la que quería devorarme. Podía ver su hermosa peluca castaña que me rozaba las mejillas y que delineaba el rostro fino y pronunciado de la mujer. Y grité y grité desde mi parálisis. Aun así, con desesperación, cerré los ojos (mientras la mujer se tomaba su tiempo), y pensé en mi frustrado ritual que hacia un rato me había hecho reír con un placer sobrepujado y que ahora me causaría la muerte en las fauces de una desconocida. Pensé en Aldemar y sus malos servicios, en un buzón de sugerencias, en la plata que no tenia y el problema que eso hubiera provocado si las cosas ya no estuvieran definidas por mi fracaso, por el cortejo mal efectuado. Por mis ojos sesgados pasaron aquellos instantes en que mi timidez y falta de aprecio me habían traído a situaciones como esta, pero de las que lograba escapar con la avidez de mi puta cobardía. ¡¡¡Ohh!!! Sagrado Monstruo Volador tócame con tu Índice Tallarinesco y sálvame. Recitadas estas palabras abrí mis ojos, la mujer ya había expandido completamente sus mandíbulas, de su lengua chorreaba saliva perfumada de cigarrillo pero a pesar de esto no dejaba de ser atractiva. Seguirá siéndolo así a pesar de que yo no quiera abrir mis ojos otra vez. Quiero pensar en lo que me espera.

viernes, 21 de marzo de 2008

La novela del periodista Mauricio Vargas, La última vida del gato.

A Mauricio Vargas lo conocen en Colombia como periodista de la revista Cambio, pero muchos no sabían que había renunciado al periodismo de planta, sólo columnista, y se había dedicado a menestares -no desconexos con el periodismo- como escribir novelas. Creo, va por la tercera con La última vida del gato*, que podría considerarse como el periodismo dentro del periodismo, pues el personaje central es un periodista, que dirige una Unidad Investigativa, en un diario de circulación nacional, naturalmente de Colombia.
La novela le sirve a Vargas, para tocar la realidad actual del país, donde es notoria la influencia de narcos y paramilitares, en la vida política, económica y social nacional. Para nadie es un secreto que las instituciones fundamentales del Estado y de la sociedad, se han visto imbuídas por la corrupción que se deriva de la actividad paramilitar y del narcotráfico. En este contexto se desarrolla la novela de Mauricio Vargas: investigar un evento que involucra a un banquero y a un narco, en el lavado de dinero sucio. Camilo, el periodista, que ha desvelado con su Unidad Investigativa toda una serie de negocios turbios, donde estaban envueltos militares, y otros estamentos del Estado, se aventura en una nueva investigación, que será para él una sorpresa, y tras de la cual está gente perjudicada, anteriormente, por sus investigaciones.
La novela es narrada de manera personal. Camilo, el periodista, le cuenta la historia de su tragedia, a un amigo," lo primero fue el susto hermano. En qué cabeza hermano podía caber que en la mitad del corredor del séptimo piso de un hotel de 250 dólares la noche, refugio del trabajo y la rutina donde escapar, aunque fuera por unos días, de todo lo que le maltrata a uno la vida, un teléfono estallara con su timbre soprano coloratura justo frente a la puerta de los ascensores, justo a mis espaldas.."*. No es una novela lineal. Da saltos en el tiempo, con diálogos ínsitus en la misma narración, cargada de suspenso y erotismo, "Hjalmar apareció en el baño, invadió la ducha con su humanidad pantagruélica sin darle tiempo a Jolie de descubrir que venía armado, la levantó como una pluma y la atravesó sin una sílaba, qué dolor, pero qué rico, tan rico que ni siquiera le molestaba el pomo contra las nalgas, ni los dedos del renano que le atrapaban los muslos como garras, Dios mío, qué manera la de tirar ese titán..."*
No es la gran novela, La última vida del gato, pero si un texto afortunado porque sabe mezclar el interés del oficio periodístico, el suspenso, lo gótico, con un tópico del momento: la corrupción y los negocios turbios que tienen origen en el narcotráfico y el paramilitarismo, y que involucran a los estamentos oficiales.
Mauricio Vargas, como lo han hecho Truman Capote, Norman Mailer, García Márquez, Daniel Samper Pizano, entre otros, hizo escuela en el periodismo para transitar luego, a la narrativa. Ésta novela muestra que madura la pluma y le abre buenas perspectivas al oficio de contar historias largas, que era lo mismo que hacía en alguna forma como periodista con la noticia, la crónica o el reportaje.
*MAURICIO VARGAS. La última vida del gato. Bogotá: Editorial Planeta Colombiana, 2007.
*Ibid. p. 9
*Ibid. p.73