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martes, 25 de julio de 2023

La calle de las alcahuetas

 

 




 


 No la sentí llegar, por la modorra que me había causado la tercera botella de aguardiente. Cuando el aguardiente se me hace dulzón, sé que estoy a punto de emborracharme; entonces me levanté de la mesa, a pesar de los ruegos de los amigos para que, me quedara otro rato; pagué la ronda, y me aventuré calle abajo, a pesar del peligro que entrañaba transitar La Calle de las alcahuetas, a esa hora de la noche, de alta densidad de malandrines entrenados para el raponeo de carteras, el cuchillo en la espalda, y no haga movimientos raros, hermano, porque le corto hasta el alma, en medio de los ventorrillos a lado y lado de la vía, y la hedentina de orines revenidos.

 Una puta, a la que llamaban la cremallera, tenía en la mejilla izquierda una cicatriz larga y cosida tan burdamente, que le quedaron las huellas de la sutura como si fuera un sierre, me acompañó hasta uno de los caserones de la ciudad histórica, donde vivía !Doctor! no es hora de andar por estos lugares tan peligrosos, en semejante  borrachera.

 Era fuerte, y bonita a pesar de la cicatriz en la cara. Le había hecho un favor que me agradecía hondamente. Tenía un niño, al cual le bajé la fiebre una noche que llegó al hospital sin un peso, y el niño delirando: la gastroenteritis lo estaba matando. Se la combatí, por nada, por humanidad. Ni siquiera acepté su gratitud de una noche de cama. Me ayudó a entrar al cuarto, que tenía puerta a la calle, y se fue luego con la noche que, empezaba a ventear un frío  glacial.

 En la cama todo empezó a darme vueltas, hasta caer en un abismo de remolinos, y flotar, luego, en una nata de silencio. Sé que es una mujer, la que está aquí. Tiene los ojos almendrados, y me llama, para que la siga por los zaguanes del patio de geranios, nomeolvides, y begonias. La sigo como si levitara, pero lo más extraño es que, no escuche el griterío de los grillos en el patio, y que al mirarme en el alto espejo que cuelga encima del lavamanos, este no me devuelva la imagen de mi cara 

 


Imagen intervenida





42 comentarios:

São dijo...

Um texto que me comoveu pelo tema e por bem escrito que está.

Abrazo

Tatiana Aguilera dijo...

Una borrachera impensada y luego el transitar por una calle indebida. Un cuchillo le causó una herida mortal, pero iba tan bebido que apenas se dio cuenta. En ese momento aparece “la cremallera” que le ayudó y le llevó a su casa donde falleció.
Entretenido relato Carlos.

Abrazos

Citu dijo...

Genial relato el final te deja sin palabras. Me encanta como escribes. Te mando un beso.

Macondo dijo...

Magnífico e impresionante relato. Te felicito.
Un abrazo.

Cabrónidas dijo...

El alcohol es una buena anestesia. Y las prostitutas buenas personas, y mejores mujeres.

Alfred dijo...

Parece una borrachera densa, de esas que te llevan con neblina, al más allá.

Un abrazo.

Ana dijo...

Esta historia me ha impresionado. En primera instancia por la humanidad de los protagonistas en un escenario tan sombrío. Pero el sueño, y en especial ese no reconocerse en el espejo me ha dejado fascinada. Es un relato espléndido.

Buen día por tu tierra y besos Carlos!!

CHARO dijo...

Un buen relato con misterio incluido, me he quedado con las ganas de seguir leyendo. El alcohol es un mal compañero que hace muchísimo daño, siempre lo he tenido lejos de mi vida.Saludos

carlos perrotti dijo...

Duro relato. Una historia para mirar... de tan bien narrada que está.

Abrazo hasta vos, Tocayo.

Enrique TF dijo...

Soberbio relato, Carlos Augusto. Me has llevado hasta el escenario sin que me diera cuenta.
Un abrazo, escritor.

Verónica O.M. dijo...

Cuántos peligros tiene la calle y, los efectos del alcohol.
Muy misterioso final.
Un abrazo, Carlos 😎

Maia dijo...

Un escenario duro y sin retorno.

Mari Carmen dijo...


De lo más impactante que te he leído, Carlos
Calle y borrachera, menos mal que se encontró con una buena mujer, en el más noble sentido de la palabra.
Abrazos.

stella dijo...

Dura y real escena la que narras, y lo haces con tal perfecci´n que parece estar viendo la escena a tiempo real
Me ha gustado muchisimo
Un abrazo

Clarisa T. dijo...

Qué buen relato y qué mágica construcción de los personajes y esas callejuelas donde la borrachera te hace sentir esas vueltas, que me pareció todo tan real. Un gran trabajo, Carlos. Y ese final con esa duda existencial, te quedó perfecto. Gracias por el disfrute, un lujo y placer es siempre leerte, estimado Carlos.
Abrazo!

María dijo...

La tercera botella de aguardiente…¡vaya aguante! Creo que yo al tercer trago ya no sería capaz de levantarme jaja me ha encantado tu relato, esa descripción casi cinematográfica de la calle peligrosa tirando a sórdida y esa mujer deliciosa y preciosa aun con la cara marcada, al menos eso trasmiten tus letras o será que se hace querer por el gesto que ha tenido aunque fuera solo por agradecimiento…ahora ya nadie sabe agradecer nada. Por eso cuando leo algo que me gusta siempre doy las gracias, como te las doy a ti ahora, por este monentito tan agradable. Abrazo fuerte CARLOS.

lichazul dijo...

Felicitaciones Carlos, un relato muy vívido y fílmico
Abracitos 🤗

Carolina dijo...

¡Hola! Me ha gustado bastante el relato, muy crudo, gracias por el post. Un abrazo ❤️

Ricardo Tribin dijo...

Que relato mas interesante y real, mi muy querido Carlos Augusto.

Dejas mensaje para muchos, incluido yo.

Te abrazo con especial aprecio.

Dionisio Álvarez T. (DAT) dijo...


Hola Carlos; no cabe duda de que con los efluvios del etílico, cualquier sensación extraña puede aparecer y más aún si la movilidad desequilibrada te conduce por sendas poco adecuadas desde las que cualquier sorpresa puede surgir. Gracias por compartir.
Un abrazo

Laura. M dijo...

Agradecida la Cremallera veló por tí. El alcohol y sus estragos dejan malos sueños.
Buen relato.
Un abrazo.

José A. García dijo...

Pocas cosas quedan claras luego de una borrachera con aguardiente.

Saludos,
J.

Manuel dijo...

Relatos tan impactante y tan bien narrado, me hace sentir como si estuviera allí, incluso he sentido el miedo al pasar por esa peligrosa calle de las alcahuetas. El final sobre el no verte reflejado en el espejo, es sublime, y me deja totalmente descolocado, por saber que pasó contigo.
Un fuerte abrazo, amigo Carlos.

Luiz Gomes dijo...

Relatos fortes, meu querido amigo Carlos. Obrigado pela visita e comentário. Bom início de semana.

Graça Pires dijo...

Um enredo sombrio, mas cheio de humanidade. Beber demasiado nunca é bom. Fica-se sem a noção do que realmente acontece, tudo nos parecendo invertido.
Uma boa semana.
Um beijo.

Ana dijo...

Hola, hoy es el día de la Pachamama, te deseo una una buena jornada!!

lanochedemedianoche dijo...

Esos recuerdos duelen, jaja, pero muchas veces en la juventud se disipa rápidamente. muy buen relato poeta amigo.
Abrazo

Rainbow Evening dijo...

daily life described by excellent words.... great poem.

Frodo dijo...

Interesante el hecho de que al momento de ponerse dulzón el aguardiente, el relato empieza a volverse sinuoso, una ilusión, un espejismo difícil de amaRRar.

Abrazos, desde el extrañamente caluroso en agosto Río de la Plata, Carlos querido

la MaLquEridA dijo...

Subyugante el final, sobrecogedor. Hombre sin cara conocida. Tengo un suave temor a los espejos, quizás el miedo a desaparecer hace que mi casa esté llena de ellos.


Un besoPoeta

Solo Yo dijo...

Que bien escrito y que cruda historia!

Martín Jacob dijo...

Genial... crudo y genial.
Siempre me pregunté cuánto de real es la imagen del espejo y, sobre todo, qué tipo de historia nos contamos a nosotros mismos.

Jo dijo...

me sentí en México :)

Ay qué bonito es volar
A las dos de la mañana
A las dos de la mañana
Ay qué bonito es volar
Ay mamá
Subir y dejarse caer
En los brazos de una dama
En los brazos de una dama
Y hasta quisiera llorar ay mamá


https://www.youtube.com/watch?v=9pT4Q5piexc

Manuela Fernández dijo...

Un relato muy sutil. El final da para releer el texto completo.
SAludos.

Ricardo Tribin dijo...

Mi querido Carlos Augusto:

Me encanta como siempre visitarte .

Gran abrazo.

Ana Mª Ferrin dijo...

Cuando entro en tu blog, tengo la sensación de hacerlo en territorio de alguien que, o ha vivido mucho, o ha imaginado bien.
En cualquier caso, enhorabuena. Lograr la sensación de verdad no es fácil.

Buen agosto.

Juvenal Nunes dijo...

Relato dramático de vidas à deriva, em que o perigo espreita a cada esquina.
Abraço amigo.
Juvenal Nunes

lichazul dijo...

Buen comienzo de semana 👍 abrazos 🤗

mariarosa dijo...

Que buen relato Carlos, una belleza son tus historias, pero esta me ha conmovido. Abrazo y saludos.

Myriam dijo...

Excelente y sobrecogedor relato, muy bien ambientado en esa agria sordidez. ¡3 botellas de aguardiente, aunque compartidas entre amigos son un montón! No es de extrañar que el doctor no haya sentido en cuchillo en la espalda. Muy tierna " la cremallera" que lo acompañó a su casa. Todas las escenas, muy fílmicas, la verdad y el tono melancólico semi deprimente, muy bueno. Tampoco es de extrañar que no haya reconocido a La Muerte que lo vino a buscar, pero vaya susto que se habrá dado alno ver su imagen reflejada en el espejo del baño. Has narrado una prisa de forma muy natural y amena. Te felicito, Carlos. Un abrazo.

Siby dijo...



Un relato fascinante,
me agrado mucho visitarte.

Besitos dulces

Siby

Verónica Calvo dijo...

Aplaudo.
Qué buen relato, Carlos.
Fluye y sorprende.
Buena atmósfera y conciso.

Abrazo.