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domingo, 30 de marzo de 2008

ESPEJO

Ante los golpes insistentes, abrió la puerta. Un hombre cayó al suelo, aún con el temblor del puñal en la espalda. Lo volteó para verle cara, y descubrió con asombro, que el rostro del hombre muerto, era su propio rostro.

sábado, 22 de marzo de 2008

JULIO DELGADO,UNA JOVEN PROMESA DE LA CUENTISTICA PIEDECUESTANA

Últimamente he escuchado con reiteración que a los jóvenes no les interesa escribir, y por ende, menos hacer literatura en Piedecuesta. Nada más lejano de la verdad, pues quienes aventuran estos comentarios, lo hacen en cafés en medio de la euforia de la cafeína de un tinto, o el alcohol de alguna cerveza, que los estimula al vano cotorreo.. No se han metido en el barro de las investigaciones, ni menos aperturado espacios para hablar y hacer literatura, que al menos les dé un sustento a sus afirmaciones. Con propiedad digo que a los jóvenes piedecuestanos, sí les interesa leer y hacer literatura. El mantener una tertulia, Tras las huellas del poema, por muchos años, me ha permito acercarme a los intereses creativos de los jóvenes en el ámbito de la literatura. La poesía es una de las más afectas. En Tras las huellas del poemas, se han formado jóvenes como Adriana Ortega, hoy estudiante de cine ("las madres lloran y se quiebran/ las lágrimas envenenadas de ira"), Heide Meneses, luchando con la vida para sobrevivir ("Que me arrojo al abismo de color amargo/junto a la frustración que fuma hierbas extrañas para olvidar sus víctimas"), Eduardo Tello, bregando con la vida, pero manteniendo la escritura poética ("paso por su casa aún/ sabiendo que no podré verla/ pienso en sus labios/ por ese camino vagan los míos"), y Yesenia Fernanda Sandoval, invidente, lírica por naturaleza ("Sólo tu, /ojos hechiceros/ labios seductores"), entre otros y otras.
Uno piensa que, mientras las autoridades culturales no salgan del enconchamiento de sus oficinas, a los espacios donde se hace arte y cultura, no se podrá hablar de una política real de desarrollo cultural. Ahora, lamentablemente,quienes tienen el imaginario puesto en la creación del arte y la literatura en cualesquiera de sus expresiones, tienen que pasar proyectos, para que el sector oficial se dé cuenta que existen, sin llegar a pensar que la cultura y el arte la hace el pueblo sin pedirle permiso al Estado, porque si no sería cultura oficial. Esas gentes que hacen arte sin acudir al Estado, son las que mantienen fresco el espíritu por crear. Es el Estado el que tiene que llegar a ellas, es su deber constitucional, para mantener viva la libertad de creación, y más cuando se necesita fortalecer el espíritu de libertad del pensamiento. Y, por eso laudable que los jóvenes escritores piedecuestanos, así sea en folletos, o abriendo espacios en cafés, hagan conocer contra viento y marea, sus poemas, sus ensayos, o sus cuentos.
En el campo de la narrativa, por estos días cayeron en mis manos, unos cuentos del joven , Julio Delgado, con el cual me había tropezado en charlas literarias en el Café Kussy-Huayra, pero no sabía que escribía. Grato ha sido leer sus relatos muy prometedores, que revelan una virtud de su narrativa: la de las frases largas y envolventes, que buscan explicar, Brenda duerme sola a falta de ácaros que defequen polvo en el espacio donde, precisamente sólo persiste la protuberancia de alguno de sus miembros embalsamados por las franjas azules del cobertor."
El fraseo en Julio Delgado, es rítmico y sostenido, para darle musicalidad al texto, y situarlo en el camino de una prosa poética, así la intención mayor sea la de narrar. No toda narrativa es poética, por eso la de Julio Delgado, es distintiva se identifica, en ese andar de frases que poetizan sin dejar de la lado la intención mayor y directriz, que es la de narrar, " te he traído el amor en los fármacos caducos y mis manos severas; hace rato venía odiando el rincón en el que ahora finges estar agobiada por los consuelos que tu incapacidad neutra ha transformado mil veces en mi presencia, en mi retorno cada vez que yo te he ocasionado una tristeza, un laberinto parcamente tapizado, un estado catatónico que ante mi vista en primer plano se destaca fuertemente en contrastes de blanco y negro."
Naturalmente, es el fraseo largo - que discurre desenvolviéndose en un ovillo- el que le permite premonizar y ratificar sus augurios apoyándose en lo narrativo y poético, "de repente, escuché unos fuertes pasos de pies descalzos que bajaban por la escalera y de los que pude deducir eran de un hombre gordo y pesado. Acerté, el hombre era alto y su estómago era más grande que su cabeza calva y repugnantemente pecosa".
Los cuentos de Julio Delgado, definitivamente viscerales, salen de adentro, en un acento triste, cuando no pesimista, desangelizado, que me hizo recordar a Andrés Caicedo. Julio tiene mucho qué decir al lector, y posee hartos recursos literarias para contarlo : prosa poética y narración, y epítetos terminales del fraseo de gran vigor ("triste resignación", "ardor vaporoso", "espasmo sobrenatural". Pero que sea el mismo Julio el que hable. He aquí, su relato, Deus Machina:



El calor vaporoso ya se había esparcido lo suficiente. Sentado a un lado de la cama sostuve mi cabeza. En ese momento pensé que era muy gracioso el hecho de que pudiera perderla, de que se me saliera de las manos o se desprendiera de mi cuello con facilidad. Frotaba mis manos húmedas y de inmediato las lanzaba contra mi cabeza que no paraba de negar con ese gesto ladeado, mis ojos cerrados querían no pesar tanto y que los párpados no los oprimiera con una triste resignación. Quería respirar y lo hacia con dificultad por esa molesta constelación de fuego invisible. El sudor en mi cuerpo desnudo parecía impedido de satisfacerme. Allí sentado quise soplar un poco mi pecho, mis brazos y mis muslos que ya comenzaban a temblar. Respiraba aún con más insistencia forzándome a ceder a la tranquilidad, a un latido sincronizado con el corazón. Ese temblor epidérmico, podría asegurarlo, era como esa mismísima constelación o como el ardor vaporoso; algo que mi cuerpo no podía digerir ni expulsar con un espasmo sobrenatural.

Desde un principio supe que todo saldría mal. La insistencia de mi pecho y el dolor de cabeza no eran nada a comparación de lo que me acometería más tarde. En el cielo raso una luz pululaba al compás de un ventilador casi descompuesto que tenia un ruidito estrambótico. A mi derecha, en aquel fondo del cuarto estaba la puerta, con una línea iluminada por base en donde las luces de afuera parpadeaban mucho más con pasos de gente: un tráfico de voces, de ruidos de otras puertas cerradas con dureza, de chismes entre empelados de servicio y una voz que no paraba de ir y venir dando ordenes y gritando con intervalos de tos y aguosos escupitajos. Pero el ruido más intenso era el de algunas mujeres que ya seducidas por los hombres se extendían en interminables carcajadas que eran el proemio de un grito final disminuido y mediocremente consolado.

Detrás de mí, ella comenzó a serpentearme la espalda. Ese roce sudoroso me alteró los músculos. Me erguí con rigidez, mis ojos vibraron bruscos mientras la escuchaba mascullar palabras con su aliento y de vez en cuando un rechinar de dientes apretados.¡¡¡Aldemar!!! ¡¡¡Aldemar!!!- comencé a gritar- ¡¡¡sáqueme de aquí proxeneta mierdoso!!! Pero la algarabía de afuera seguía en su caravana patética de luces.

Fue con un estremecimiento delicioso que la mujer lamió y mordisqueó mis hombros. Apretujaba constantemente mi cuello con sus manos examinándolo y buscando la forma de acertar en una buena bocanada de carne. La luz del cuarto pestañeaba y el ventilador había dejado de funcionar. Trate de deslizarme fuera de mi asiento pensando que podría alcanzar la puerta, pero sólo caí sentado sobre el suelo con mi cabeza inclinada donde ya podía ver el rostro de la que quería devorarme. Podía ver su hermosa peluca castaña que me rozaba las mejillas y que delineaba el rostro fino y pronunciado de la mujer. Y grité y grité desde mi parálisis. Aun así, con desesperación, cerré los ojos (mientras la mujer se tomaba su tiempo), y pensé en mi frustrado ritual que hacia un rato me había hecho reír con un placer sobrepujado y que ahora me causaría la muerte en las fauces de una desconocida. Pensé en Aldemar y sus malos servicios, en un buzón de sugerencias, en la plata que no tenia y el problema que eso hubiera provocado si las cosas ya no estuvieran definidas por mi fracaso, por el cortejo mal efectuado. Por mis ojos sesgados pasaron aquellos instantes en que mi timidez y falta de aprecio me habían traído a situaciones como esta, pero de las que lograba escapar con la avidez de mi puta cobardía. ¡¡¡Ohh!!! Sagrado Monstruo Volador tócame con tu Índice Tallarinesco y sálvame. Recitadas estas palabras abrí mis ojos, la mujer ya había expandido completamente sus mandíbulas, de su lengua chorreaba saliva perfumada de cigarrillo pero a pesar de esto no dejaba de ser atractiva. Seguirá siéndolo así a pesar de que yo no quiera abrir mis ojos otra vez. Quiero pensar en lo que me espera.

viernes, 21 de marzo de 2008

La novela del periodista Mauricio Vargas, La última vida del gato.

A Mauricio Vargas lo conocen en Colombia como periodista de la revista Cambio, pero muchos no sabían que había renunciado al periodismo de planta, sólo columnista, y se había dedicado a menestares -no desconexos con el periodismo- como escribir novelas. Creo, va por la tercera con La última vida del gato*, que podría considerarse como el periodismo dentro del periodismo, pues el personaje central es un periodista, que dirige una Unidad Investigativa, en un diario de circulación nacional, naturalmente de Colombia.
La novela le sirve a Vargas, para tocar la realidad actual del país, donde es notoria la influencia de narcos y paramilitares, en la vida política, económica y social nacional. Para nadie es un secreto que las instituciones fundamentales del Estado y de la sociedad, se han visto imbuídas por la corrupción que se deriva de la actividad paramilitar y del narcotráfico. En este contexto se desarrolla la novela de Mauricio Vargas: investigar un evento que involucra a un banquero y a un narco, en el lavado de dinero sucio. Camilo, el periodista, que ha desvelado con su Unidad Investigativa toda una serie de negocios turbios, donde estaban envueltos militares, y otros estamentos del Estado, se aventura en una nueva investigación, que será para él una sorpresa, y tras de la cual está gente perjudicada, anteriormente, por sus investigaciones.
La novela es narrada de manera personal. Camilo, el periodista, le cuenta la historia de su tragedia, a un amigo," lo primero fue el susto hermano. En qué cabeza hermano podía caber que en la mitad del corredor del séptimo piso de un hotel de 250 dólares la noche, refugio del trabajo y la rutina donde escapar, aunque fuera por unos días, de todo lo que le maltrata a uno la vida, un teléfono estallara con su timbre soprano coloratura justo frente a la puerta de los ascensores, justo a mis espaldas.."*. No es una novela lineal. Da saltos en el tiempo, con diálogos ínsitus en la misma narración, cargada de suspenso y erotismo, "Hjalmar apareció en el baño, invadió la ducha con su humanidad pantagruélica sin darle tiempo a Jolie de descubrir que venía armado, la levantó como una pluma y la atravesó sin una sílaba, qué dolor, pero qué rico, tan rico que ni siquiera le molestaba el pomo contra las nalgas, ni los dedos del renano que le atrapaban los muslos como garras, Dios mío, qué manera la de tirar ese titán..."*
No es la gran novela, La última vida del gato, pero si un texto afortunado porque sabe mezclar el interés del oficio periodístico, el suspenso, lo gótico, con un tópico del momento: la corrupción y los negocios turbios que tienen origen en el narcotráfico y el paramilitarismo, y que involucran a los estamentos oficiales.
Mauricio Vargas, como lo han hecho Truman Capote, Norman Mailer, García Márquez, Daniel Samper Pizano, entre otros, hizo escuela en el periodismo para transitar luego, a la narrativa. Ésta novela muestra que madura la pluma y le abre buenas perspectivas al oficio de contar historias largas, que era lo mismo que hacía en alguna forma como periodista con la noticia, la crónica o el reportaje.
*MAURICIO VARGAS. La última vida del gato. Bogotá: Editorial Planeta Colombiana, 2007.
*Ibid. p. 9
*Ibid. p.73

martes, 18 de marzo de 2008

En el mismo silencio que te trajo la noche

Llegas,
en el silencio
blanda,
suave
como la hoja del árbol
que cae muda
sobre la capa vegetal.
Duermo,
no te siento,
te acuestas a mi lado,
quizás velas mis sueños
hasta que los ojos,
se te caen profundos.
De mañana,
vas a la ducha,
siento el agua fresca
pegándose a tus poros,
lamiéndote la piel,
!tengo celos del agua¡,
abajo del vientre,
el sexo se me hincha.
Hermosa y desnuda como una flor,
vienes a mí,
vibra la almeja de tu sexo,
brotan sus labios rojos
y carnales,
entro en vos
lento...ola mansa en la playa,
pleamar que es huracán
luego,
y te inundo de mis líquidos,
dejándome vos
la miel de tus aguas lustrales,
me besas urgente,
hurga tu lengua en mi boca,
me arañas en desvarío
llevándote la piel
hasta la hora del eclipse,
cuando ya somos mares en calma.
Calienta la mañana
sus primeros soles,
en ella te vas
con un beso mío
en el mismo silencio que te trajo
la noche.

sábado, 15 de marzo de 2008

Deja



Deja que el agua fresca
venida de la montaña
corra en el cuenco de mis manos,
para dártela a vos,
fresca y límpida,
que calme tus dolores.

domingo, 9 de marzo de 2008

CONVERSANDO AL NATURAL CON EDSON VELANDIA Y SU MÚSICA

"Yo le juro que siento siempre que no he empezado todavía"..."...uso mucho, sobretodo, las herramientas de composición sinfónica, que son la forma de ver la arquitectura de la música"..."para mí la música, es como el oficio del pintor, solo frente al cuadro. Eso es influencia de Javier (Quintero)"..."la música es universal, esa es su gracia, no politizarse"..."la música mía es herencia de mi papá.." soy un genio."
Quién no lo conoce. Pelo largo y pajizo, delgado como un junco, pero se trasforma y se robustece con su guitarra al cinto a la mejor manera de Santana, cuando se sube con sus músicos a un escenario. Siempre le ha gustado la música, más ahora que tiene herramientas para componer y cantar con una pasión enfermiza. Respira con la música, la suya, porque tiene la virtud de componer y hacer letras. Sus proyectos musicales caminan en la intencion machadiana de la identidad, con las bandas Cabuya y ahora Velandia y la Tigra. Ha estado en festivales, entre ellos uno del caribe, que se hace en México, donde con Cabuya se trajo el mayor galardón, y claro, un billetico, no muy largo, pero al menos, para satisfacer necesidades elementales, pues no se puede vivir del aire, ni del golpecito en el hombro del que felicita, pero no
compra el CD, y menos, paga la boleta del concierto, porque es el físico colado
Con la Tigra, en Cali, como invitado especial, al festival de jazz, y nominado Velandia y su banda a los premios de la revista Shook, el año pasado, pues el lanzamiento de su CD, Once Rasqas (así sin c, para malestar de los gramáticos), con video-clip a bordo, (El sietemanes ) puso a sonar en las emisoras sus canciones, en una fusión de ritmos, cuyo producto comentaristas de revista y prensa, aventuran unos, como música de cantina (eso no le ofende a Velandia, le halaga), y otros, quienes se aproximan mayormente a su intención, una experiencia para encontrar en la fusión del rock, el jazz, los blues con los ritmos andinos de la guabina y las cantas, sus propios sonidos. Lo importante, es que las rasqas de Edson Velandia, gustan y suenan hoy en las emisoras culturales de Santander de la Luis Carlos Galán, UIS Stéreo, y la Radio Nacional, dándole estatura de cantautor, en ese perfil de un Rafael Urraza que lo deja todo por su música. Pero aquí no termina el prontuario musical de Velandia. También ha incursionado en el mundo musical de los niños, espacio al parecer erosionado para los compositores en el país, pues es escasa la música que se propone en esta franja infantil. Velandia, no le ha tenido miedo al reto. Para él sólo existe la música, así sin categorizaciones, y no hay terrenos vedados. La música no tiene géneros, como tampoco los tiene para el poeta Mutis la literatura. Por eso, el laboratorio hecho con los niños del Jardín Infantil La Ronda de Bucaramanga, que en el álbum Sócrates, cantan sus nanas, sus canciones de cuna, sus rondas, con un deleite y una fruición que sólo puede despertarles, quien tiene la empatía de hacerles canciones en la emoción de su piel de niños.

Hace unos días, me tropecé en el messenger con el chino Velandia como le digo cariñosamente. Se encuentra trabajando en el Festival Iberoamericano de Teatro, como camarógrafo, y estará, también, con su banda, en el mismo certamen. Algo le habría de servir su amistad con Fanny Mickey, y el posicionamiento de sus rasqas en las emisoras, una propuesta diferente, más de búsqueda, a tantos remiendos o colchas de retazos de eso que llaman fusión, y abunda por ahí, como verdolaga en la playa. De una le planteé hablar de sus asuntos - naturalmente en el campo de la música- como si se estuviera confesando. No habrían dobleces. Sería un palique ameno, sin preguntas preparadas. Sin máscara en las respuestas. Y, los interrogantes fueron fluyendo naturales, la inquietud por conocer el momento en que le pica el gusanillo de la música y Velandia escarba en la memoria, "la primera vez que canté tenía nueve años, fue una canción que mi papá me escribió para celebrar el día del maestro en la escuela María Auxiliadora, que hoy está anexa al Balbino. Pero era un juego, una vaina de las izadas de bandera donde todo el mundo hacía alguna maricada. En bachillerato, en el Balbino, cuando hacía octavo, hubo un festival de la canción, yo cante de puro hijueputa pa' mamar gallo y los ensayos me maravillaron, sentía que eso de cantar era mágico. El día del Festival de la canción canté como un culo. Me deprimí y lloré como una gueva. Entonces de pura venganza, juré que me iba a volver un músico ni el hijueputa. El cuento es que si me pregunta cuándo empezó esto, yo le juro que siempre siento que no he empezado todavía".
A Velandia lo conocí de estudiante en el colegio Balbino García, con una envidiable ansiedad por el teatro (trabajó con el grupo Gestus). Luego asomando al verso al verso, ganó el Primer Concurso Estudiantil de Poesía Metropolitana, organizado por el Balbino García y después al lado de Freddy Chona, ya saxofonista, lo observé, terciada la guitarra, cantando con propiedad y respeto, ya se ganaba sus aplausos, y como tenía su pinta y su tumbao, por ahí le pedían autógrafos, improvisadas fanáticas de su música en ciernes. Se podría pensar que por estos tiempos, rota la pubertad, Velandia andaba buscando un espacio dentro del arte que identificara su vocación. Desde el otro lado del MS, Velandia hila los recuerdos y los encaja en su rompecabezas mental, "a mi desde chiquito me gustó el desorden y la representación. Así que bendito Dios!, fui a parar al Balbino (colegio), allá se sentía mucho desorden creativo. La oportunidad de hacer teatro y de bailar en el grupo de danzas, más para armar borracheras que pa' hacerse bailarín. Todo era un mero descontrol, se podía pasar el año siendo un perfecto vago. Hicimos el periódico El Chivatazo, se acuerda?, y actuaba con usted y trataba de sacarle jugo a la literatura cotidiana, sin ser lector, nunca he sido lector. Luego cantaba con Chona que, era vecino de la cuadra y era como el saltimbanqui de por ahí. Todo era puro descontrol, la edad más bonita de todas. Lo hacíamos por mamar gallo, sin afán de protagonismo. Así empecé esta mierda y trato a toda costa de que no se me derrita esa mística de lo espontáneo. Ahora sólo combino la recocha del colegio y del barrio con otra cosa que me apasiona, que es hacer obras con detalles muy finos, o sea con mucha delicadeza. Creo que eso es la rasqa, lo de mi nuevo CD. O sea que es una joda muy balbinista, muy de Piedecuesta, !claro¡.
Edson Velandia no es improvisado de la música. Tiene una formación académica, recibida en la Universidad Autónoma de Bucaramanga, y uno piensa que ella ha repercutido en sus intereses creativos. Frente a este tópico, reconoce que, " bueno eso es importante, hay que aprovechar las oportunidades de recibir conocimiento y herramientas de todo tipo. Yo uso mucho, sobretodo, las herramientas de composición sinfónica, que son la forma de ver la arquitectura de la música. De eso es lo que más me alimento en relación con la academia."
En Piedecuesta -naturalmente como en todos los lugares- hay un referente musical, que por lo menos, puede ayudar al crecimiento del músico. El maestro Mario Gamboa, que ha estado con celo encomiable frente al proyecto Banda de Músicos de Piedecuesta, desde la dirección y la formación musical, piensa uno qué puede haberle aportado. Al otro lado de la red, Velandia, se toma su tiempo para responder, "Claro¡, es el primer man que me enseñó algo sobre teoría musical. El hecho de que existiera una banda y una Casa de la Cultura hacía que uno tuviera un referente y un hecho motivador, una opción de lo que era ser músico."
Velandia es un creativo ante todo, por ello no es un desacierto categorizarlo como cantautor. Proyectos como Cabuya, y ahora Velandia y la Tigra, tienen sonidos - aunque más este último- propios, pues con Cabuya eran compartidos con el imaginario musical de Sergio. En Velandia y la Tigra, se nota el afán de hacer música más suya, con lo de las rasqas. Cuando se escucha eso de farra garrotera, siente uno que es más su piel musical. Al otro lado de la red, Velandia asiente, !Totalmente¡. Esta obra es nueva, es contemporánea y clásica a la vez. Porque es una obra meramente personal, ni siquiera regional, como era Cabuya. Aquí sólo trabajo con mi propia basura, no con la de un grupo grande. Esta obra es una obra de arte, Cabuya era una obra cultural, o sea que era relacionada con toda nuestra cultura. La Rasqa es la pura mierda mía. Es como la pintura de Javier Quíntero, puro vómito de uno mismo. De hecho para mí ahora la música es como el oficio del pintor, uno sólo frente a su cuadro. Eso es influencia de Javier."
Nadie desconoce el afán de Velandia por componer que, lo ha llevado a hacer música colombiana del interior, atreverse con estructuras clásicas, fusiones con rock, y música para niños con el proyecto Sócrates. Son varios contextos, y uno piensa que puede tener, entre éstos, uno preferido, porque le satisface mejor sus expectativas musicales. Pero no. Definitivamente no. Es categórico, "yo no hago música colombiana. Yo no soy colombiana, me sabe a mierda todo lo que suene a país y a Estado y a nacionalidad y a divisiones políticas. Yo me siento a gusto haciendo sonar la guitarra, la música es universal, esa es su gracia, no politizarse.
En el artista también obra la genética. German Velandia, humorista con varios premios en el hombro ( Sábados Felices de Caracol-Televisión), repentista fino, hacedor de cantas y ahora compositor de letras para carranga, con El son picante, es su padre. De él debe haber rastros en la música que hace su hijo. Edson las reconoce, "la música mía es herencia de mi papá.Todo lo que yo hago es seguir su legado. Quiero y me nace ser fiel a lo que él me ha enseñado, que es -prácticamente- todo lo que yo sé hacer".
La noche se había estirado más de la cuenta, y sabía que al otro la do de la red, ya debían haber bostezos. Pero faltaba la puntada final, y no podía desaprovechar el momento. Le comenté que todo músico tiene un perfil de sí mismo, se reconoce qué es en esto de juntar notas, sonidos armónicos para construir la música, y que él debía tener el suyo. Sin darle vueltas al asunto, en pocas palabras, pero explosivas, soltó la bomba, "!soy un genio¡". Ya no había más de qué hablar," pelao, le agradezco sus respuestas a este palique , con sabor a todo menos a reportaje", y Velandia, natural y silvestre, "yo también le agradezco que pierda el tiempo conmigo. Un abrazo mi hermano desde Bacata", y se enmudecieron los teclados. La noche hacía transito hacia la mañana, y los párpados ya se cerraban...


sábado, 8 de marzo de 2008

PLEGARIA DE NUESTRAS UTOPÍAS


Que en el final del camino
plantemos la bandera de libertad
de la canción Patria de Víctor Heredia,
y tu sonrisa colgada de sus pliegues
reafirme la victoria.

viernes, 7 de marzo de 2008

LA SEMANA SANTA Y ARTE RELIGIOSO, UNA EXPOSICIÓN INFALTABLE EN MANOS DE LA ACADEMIA DE HISTORIA DE PIEDECUESTA

La apertura en la Semana Santa de Piedecuesta, de un espacio para las artes plásticas, es de los proyectos - en el campo de la cultura- que ha ido arraigando, hasta tal punto que, no sería un despropósito, categorizarlo como una tradición, si se observa que por lo menos ya va por las dos décadas de estarse realizando, a pesar de las dificultades y avatares, a que se han visto abocados, sus creadores,y posteriormente sus prohijadores, para que se mantenga en el tiempo y en el espacio.
Hace doce años, La Academia de Historia de Piedecuesta -prácticamente desde su fundación- para no dejar morir esta tradición de convocar a los artistas plásticos, motivando su imaginario creativo a proponer desde sus disciplinas, trabajos de expresión espiritual, se viene haciendo cargo de la organización y ejecución de esta sala de arte religioso.
Esta año la Academia de Historia, concita el interés de los artistas plásticos en el salón de arte religioso, proponiéndolo en la enseña de Destellos y colores de los pinceles piedecuestanos celebran Semana Santa 2008, y el llamado ha tenido gran audiencia, por la diversa participación de los artistas plásticos (alrededor de 26, con una notable vinculación femenina), que desde sus tendencias, en los ámbitos de la talla y la pintura, ofrecen una muestra, interesante como termómetro, para observar a dónde va la plástica piedecuestana.
La curaduría de la exposición en las manos del maestro Gonzalo Rey Jerez, uno de los pintores de mayor oficio y permanencia en Piedecuesta y Santander. Buen tiempo y buena mar, entonces, para la sala Destellos y Colores de los pinceles piedecuestanos, y el aplauso a la Academia de Historia de Piedecuesta, y su cabeza visible, la licenciada Carmen Cecilia Díaz de Almeyda, que cada año, como un atlas, se echa sobre los hombros, la pesada responabilidad de sacar adelante- así truene y llueva- el salón de arte religioso.

miércoles, 5 de marzo de 2008

Este corazón

A vos,
que me regalas
los versos vivos de Neruda
incendiando la palabra.
A vos,
que en Benedetti,
me das poemas de esperanza.
A vos
que en Galeano
alientas mis sueños
y utopías...
a vos,
este corazón.