Me vi
en su azul iris
manso azul,
verde glauco,
alga verde,
y me declaré marinero
de la mar de sus ojos.
crítica, pensamiento,mundo cultural, ensayo, producción narrativa y poesia, artes escénicas.
Él la navaja más certera de las islas del Caribe, el puño más bravo de los bares de muerte de las Antillas mayores, el sueño apetecido de sábanas mojadas, de las más briosas putas creolé de las Bahamas, ahora era menos que un despojo humano de barba cana, ojos amanecidos, y un tufo de albañal por culpa de aquella mujer que le ganó el corazón en las faenas del amor, y un día lo dejó por el hombre de mar que la hacía sentir cosquillitas en el estómago, cuando de babor a estribor, le hacía el amor, en medio de los cabos y cuerdas de la cubierta de su barco andariego.
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