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jueves, 25 de octubre de 2007

Fragancias

Bajaste del monte
olorosa
a menta
a mastranto
a mejorana.
Ésta noche
cuando hagamos el amor
la cama será un bosque
de especias
perfumadas.

domingo, 21 de octubre de 2007

Tras el cine: Mi novia secreta

La ventaja del DVD, ha puesto el cine en la sala de la casa, aunque el rito de ver un filme en una sala de teatro, con semipenumbra, gaseosa y paquete de crispeta en mano (palomitas de maiz dicen los eufemistas), es un placer incomparable. Sin embargo, hay que aprovechar las ventajas tecnológicas, y como dice, Manuelito, mi filósofo de cabecera, sentarnos a ver pasar el mundo en la comodidad de los adelantos de asombro de la postmodernidad. Por eso, rebuscando en las tiendas de video, que deberían -naturalmente- llamarse de DVD, me encontré con una película del director, Ben Younger, aquel mismo que escribió y dirigió, El informador, sobre ese muchacho de l9 años, que quería ganarse el respeto de su padre, pues para él era una terrible decepción, y también, agarrar en las redes del azar y la suerte un millón de dólares.
Ben Younger, es de esos directores que les funciona la comedia, pero no la banal donde los gag se tornan en fastidio, y el humor se diluye en los tortazos y los exagerados golpes, que terminan por sacar de paciencia al espectador. No, Ben Yourger, apela a un humor fino, que involucra más el comportamiento humano, que la cinética de los personajes. Ese fino humor, se perfila en Mi novia secreta, título en español de Prime, con un reparto muy bien escogido, para las situaciones de una película, que se perfila en ese tono de las cintas de Woody Allen, que se recrean en la conducta humana, y tienen como locación a Manhattan. No quiere decir que Younger, obre como plagiador de Allen.
La conducta humana, es un tema universal, y el hecho de que aún hoy motive a la cinematografía, a pesar de haber sido tratado por los clásicos griegos (Sófocles, Eurípides), luego por Shakespeare en el renacimiento, y en tiempos más modernos por Antonioni, Bergmang, y Claude Chabrol, por citar algunos cineastas, refleja que es un filón inagotable, que nutre literatura y cinematografía.
Mi novia secreta, con esa estupenda y siempreviva actriz que es Meryl Streep, la bella Uma Thurman (de gran registro ante las cámaras) y Bryan Greenberg, dan el perfil, para una historia
donde concurren situaciones conflictivas por razones maternales, diferencias de edad de los amantes, y cuestiones raciales y religiosas, que llevan a Lisa, de origen judío (Meryl Streep), terapeuta de Rafi, la recién mujer separada a la que trata, a censurar la relación amorosa que se gesta entre ella y su hijo David. Lisa, que venía animando a su paciente, para que tuviera una nueva relación sentimental, que le permitiera superar la separación; ella que como su psicoanalista la incentivaba - aplicando terapia- a ser audaz sexualmente con su nuevo compañero, a través de las sesiones, descubre que el amante de su paciente es su hijo, y se conmociona, al pensar que David apenas tiene 23 años, mientras Rafi, llega a los 37.
Indudablemente, obran en la película situaciones éticas (La terapeuta deja que prospere la relación de la paciente con su hijo, aduciendo razones profesionales para no parar el tratamiento). Se observan por otro lado, eventos paradojales : Lisa, a su vez, para salir de la conmoción que le causa, el descubrir el affaire sentimental de la paciente Lisa con su hijo, busca a una psicoanalista para que le trate. Indudablemnte, aquí se perfila ese tipo de humor crítico, que ha sido una constante en Woody Allen: la sátira a los norteamericanos, que no pueden resolver sus problemas de conducta o sentimentales más nimios, si no es a través del psicoanalista, hasta tal extremo que los psicoanalistas, también tiene su terapeuta, al cual acudir cuando la psiquis se les enrevesa.
Una película bien tratada en la dramaturgia; nada sobra ni falta. Buen manejo de cámaras, para capturar el intimismo de una película que habla más del alma humana, y una fotografía estupenda, parta identificar ese espacio tan singular, que es Manhattan, en Nueva York. Relevar finalmente, que la película al darse el conflicto, que lleva a Rafy y David a separarse, no se remedia con el clásico reencuentro, que caracteriza a ese cine entre ramplón y lagrimero americano donde las historias desembocan en una existencia feliz y sin contratiempos de la pareja en cuestión.
Ésta es una cinta conductual, y el mejor final, que entienden ambos, es hacer su vida por aparte, porque en últimas tienen expecativas diferentes: David un joven con sueños y un futuro por vivir. Aún no está preparado para ser padre, tener hijos, como Rafy, se lo hace entender. Se arrepentirá, más tarde de tenerlos, y ella, con ese anhelo de toda mujer de realizarse como madre, no quiere vivir el drama de ser repudiada, por no haber actuada desde la sensatez, ella, la de mayor edad, con la experiencia de un amor frustrado, pero sin hijos. Un final no esperado para la tradición que se apega a finales de hadas, pero para quien observa el cine desde expectativas mayores, un final racional y sin traumas, pero al fin el más justo, el que esperaba. Alguna vez, lo cartesiano, tiene que ganarle al corazón, para bien de todos.

martes, 16 de octubre de 2007

El atentado a Kussy-Huayra, un atentado contra el arte y el pensamiento

El arte y el pensamiento han marcado el progreso y el desarrollo de los pueblos. Sin pensamiento no hay discusión, dialéctica. El pensamiento es confrontación de ideas, no cerrazón, pues las verdades no son únicas e incontrovertibles, y pretende cuando no es monolítico, pétreo (reconoce su condición humana y no la absolutez), a construir un mundo plural, producto de observancias varias, y no objetuales, donde todos quepan a la hora de sentarse a la mesa del pan, de guarecerse bajo el alero en los momentos de las tormentas, de juntarse en la cita de los juegos a recrear ese sueño carnal de una felicidad sin divisiones humanas, y ahí entran las artes -sin aspirar a ser conocimiento cuando el pensamiento tropieza y se ciega- a recordarnos que somos humanos, y que la felicidad es la paz, la negación de todo acto violento que destruya la vida y los bienes intelectuales, espirituales y materiales que la sustentan.
Históricamente la estética y el pensamiento tienen su razón de ser en el bienestar humano, luego atacar un bien artístico y cultural, con un artefacto explosivo, como ha ocurrido con el Café Arte Kussy Huayra de Piedecuesta (Santander) es un acto de bárbaros, que al poner en riesgo el arte y las ideas, ponen también en riesgo la vida, pues del arte y el pensamiento se nutre.
Luego, para que la vida siga viviendo, y no muera la alegría, el café con el respaldo de los pensadores, teatreros, poetas, y tejedores de sueños al calor de un tinto o unas agrias, debe mantener sus puertas abiertas, para poner en jaque a los contemporáneos Primo de Rivera que a la brava quieren imponer sus intereses fundamentalistas, negadores del arte y la inteligencia.

domingo, 14 de octubre de 2007

Vientos alegres



Quisieron reventar
con pólvora negra
el pensamiento y la alegría
y de la misma pólvora
brotaron
formando un bosque
árboles con nidos
de ideas,
poemas,
cuentos,
arlequines,
y canciones.

lunes, 8 de octubre de 2007

GAY TALESE, CRÓNICA Y REALIDAD

Si por algo nos apasiona el periodismo, es por ese hombre enjuto, rostro alargado, arrugas surcándole la frente, cabeza cana, y esos ojos incomparables que saltan en su cara incisivos, como interrogando el mundo y a los hombres mismos. Ése es Gay Talese, un mito del periodismo que estuvo en Colombia, gracias al festival cultural F11, organizado por la revista El Malpensante.
Con Talese aprendí que la crónica no necesariamente se escribe con personajes que sean noticia. Los personajes anónimos, esos que deambulan con su cotidianidad por las calles, que asientan su vida nada extraordinaria en una silla de oficina, también valen la pena contarse, en una narración desde lo que el mismo Talese llama no ficción.
Para Talese la vida más ínfima, el ser humano más insignificante tiene derecho a la crónica. A contar de sus entrañas, metiéndose en su piel, sintiéndolo un poco. Sólo basta darles vida a estos seres -sin relevancia aparente para el periodismo - mostrando su carnadura y su alma. Para ello se necesita ser un mago y genio de la palabra, pues es contar desde la realidad del otro, así no tenga pergaminos, y enganchar al lector. Talese lo logra, porque ha hecho de la crónica de seres grises que caminan con sus zozobras, sus sueños y dolores, un verdadero arte. Nadie como talese para contar la realidad desde la misma realidad, con hechizo. Qué buenos son sus relatos de gente común: boxeadores sin relumbre, ganándose la vida a puñetazo limpio en un ring, sin que para los otros su vida sea dramática. Pero lo es. Talese la hace ver dramática, como esas historias de mujeres, o de la misma mafia, abordadas desde una catadura diferente a la que la trataría el periodista de tradición: desde el sentimiento y el afecto.
El aporte, así no lo quiera ver el mismo Talese, al periodismo está en que supo hacer noticia, a contrario sensu del clásico ejemplo de periodismo, no del hombre que muerde a un perro, sino del perro. Gay Talese invierte la ecuación, y la verdad que en su óptica, uno se interesa más por el perro. Sus personajes, son seres humanos descartados para ser nota periodística. Por eso, cuando uno aborda las crónicas de Talese, tiene dudas frente al género que lee: son cuentos o crónicas? Las fronteras se separan, y los géneros se funden, más cuando no hay ficción, pero si arte y una elevada estética de la palabra para que la historia asuma estatura, y agrade al lector.
Mucho le deben Gore Vidal, Capote, y el mismo Gabriel García Márquez, que desde el reportaje y la crónica, permearon la dura costra del periodismo pétreo y objetivo, para permitir que el autor contara, también desde su visión, penetrando la piel de sus personajes. Sin el precedente de Gay Talese, no creo que Truman Capote, lograra esa gran crónica, antes que novela, que es A sangre fría, ni menos García Márquez, sus paradigmáticas Crónicas y Reportajes.

sábado, 6 de octubre de 2007

A propósito de lectura y política

Mucho se habla en Colombia de que nadie lee. Hasta se ha llegado a tasar (no sé bajo qué criterios evaluativos), que en Colombia el promedio de lectura es de libro y medio por año, aunque los más hiperbólicos exageran en medio libro anual. Es cierto que en Colombia no se lee, -a pesar de ser un país de presidentes poetas y escritores (Núñez, Suárez, Betancourt, López), de literatos a granel, y de ostentar Bogotá el mote trillado hasta la saciedad de la Atenas suramericana- en las proporciones que uno quisiera, para ver si se sale del malhadado subdesarrollo que niega la igualdad social, y del analfabetismo político, que ha permitido que en el poder estén los menos interesados en el bienestar general de los colombianos, y su desarrollo humano.
Indudablemente, si no se cuentan con lecturas sólidas de textos desde las expectativas del pensamiento, asumir la realidad desde la interpretación y la reflexión -que son operaciones mentales y de la razón- es difícil que se actúe responsablemente y con capacidad para leer el contexto político nacional.
Las malas lecturas -irremediablemente- son las causantes de las malas lecturas políticas, que han desembocado en llevar a los puestos de dirección del gobierno, a quienes han entendido la política, no como un ejercicio democrático, sino como un fin para alcanzar el poder para su pelecho personal, y mantener la dirección del país, en manos de las castas económicas, que acrecientan sus capitales y bienes, con políticas clasistas y concentradoras de la riqueza.
Naturalmente que si el país lee mal, o sabe leer, es porque la misma escuela mantiene enfoques pedagógicos y mecánicos, en el aprendizaje de la lectura. Leer no es sólo codificar signos o decodificarlos como quien sopla y hace botellas. Leer es un acto complejo que no empieza y termina en sólo leer. Leer va más allá: hay que escribir también, pues en la sentencia de Paulo Freire, quien lee escribe.
Toda lectura tiene una respuesta desde la escritura, y eso traduce que se ha entendido e interpretado el texto abordado. Por eso leer, no puede seguir tomándose como un acto mecánico, o meramente recreativo. Leer es pensar, porque el texto que motiva la lectura puede ser controversial, y el lector no estar de acuerdo con sus plantamientos. La lectura es dialógica, y el lector la asume críticamente, como un combate de pensamiento. Luego, así, también, como un pugilato de ideas y elucubraciones debe tomarse la lectura de la realidad política, para hacer una lectura responsable y juiciosa del quehacer político colombiano, pues cuando se elige, la que se pone en juego es la democracia, la libertad y los derechos esenciales.

martes, 25 de septiembre de 2007

Marcel Marceau y el arte del silencio

Sólo lo había visto en películas primero, y luego en videos, y era genial, pero en vivo era gigante, porque su ingenio y creatividad con el gesto y el movimiento, le bastaban para hacerse comprender, sin necesidad de recurrir a la palabra. Como alguien dijo en una frase capsular, un artista que enmudecía para comunicarse.
Ese era Marcel Marceau, quien puso la pantomima en el territorio de las artes mayores, así fueran cinco minutos sólamente para una farsa, mimada por un sólo hombre, el inolvidable Bip, un payaso de chistera vieja, cara blanqueada por el albayalde, y labios incendiados de rojo, y enfundado en una chaqueta de abotonadura, algo marinera, y unos pantalones abombados, que lo hacían singular en las tablas, en la calle, en el cine, en donde quiera que emergía, para entre gestos amargos, contraídos por el dolor, o expandidos por el músculo risorio, cuando la alegría hacía fiesta en su cara, supo participarnos de su arte con sus obras, El fabricante de máscaras, El jardín público, Adolescencia, madurez, vejez y muerte, entre sus trabajos clásicos.
Marceau, se nutrió de Chaplin, con su incomparable Charlot, con Buster Keaton, y Laurel & Hardy, maestros del cine mudo. De ellos, Marceau supo que para el teatro de la pantomima, en esa categorización del mimo, la palabra sobraba, porque qué mejor que el gesto y la cinética del cuerpo humano para mostrar ternura, amor o dolor, como lo supo develar en los escenarios, este mimo francés, que pudo llegar, también al cine con su arte de silencio, en Barbarella, con Jane Fonda, y en algunas de las películas de Mel Brooks.
Sólo, un espíritu como el suyo, que le tocó padecer los rigores de la segunda Guerra Mundial, donde su padre fue sometido a los horrores de un campo de concentración nazi, y no le quedó más remedio que unirse a la resistencia, pudo lograr en Bip, un personaje tan global, en el contexto humano, e ícono del librepensamiento en política. Un personaje sin esguinces, que refleja la gracia y el dolor de la existencia: la felicidad del hombre que juega a construir su existencia, y la del que sufgre por el constreñimiento de sus sueños.. Por eso, esos gestos amargos propios de la tragedia griega, y de festividad connotadores de la comedia helénica, reflejados en esa máscara de pintura blanca, que realzaban la boca roja, y los ojos exaltados de bordes negros, de su inolvidable Bip, personaje similar al Charlot de Charles Chaplin, pasarán a la historia de un género menor que Marcel Marceau, supo engrandecer: la pantomima.