La magia de los cuentos oralizados, que nos reportan a los tiempos de Las mil y una noches con Scheherezada, enhebrando cada noche relatos de ensalmo que dejaba sin terminar, para interesar al rey, y éste no la asesinara, la vive Santander, como un ritual inmancable cada año.
Espacios abiertos y cerrados de la Zona Metropolitana (Bucaramanga, Floridablanca, Girón y Piedecuesta) vivieron el Abrapalabra 2007, con la presencia de cuenteros de la estatura de Nicolás Buenaventura, hijo del maestro Enrique Buenaventura, director de siempre (aunque esté muerto) del Teatro Experimental de Cali, cuyos relatos tienen un encanto poético, mítico y teatral; Roberto Nield, argentino, con unos cuentos frescos, con sabor a calle, y un humor (no chiste), para reir pensando, y Rodrigo Jiménez, colombiano para más señas, titiritero, con su Loca Compañía, entre otros.
Este l4 de agosto, Rodrigo Jiménez, que es de todas partes, y como Facundo Cabral lleva la casa consigo, estuvo en Piedecuesta, en el Café de las González, mejor dicho, Kussy-Huayra. Rodrigo, que ya había hecho presencia en este café-arte, con su Loca Compañía, y En la diestra de Dios padre, una versión muy particular para teatro de muñecos, se apersonó de nuevo del espacio, pero esta vez, para atraparnos en la facundia de su palabra para contar sus propias historias y cuentos, en los que se conjugan la sabiduría oriental y su fino humor, con la anécdota y las situaciones cotidianas que vivencian unos personajes muy propios y populares de las costas y el caribe colombiano, pero que en el fondo son país, que hace folclor con la marihuana, y la religiosidad popular. He ahí su acierto: hacer pensar y reir inteligentemente con la idiosincrasia oriental confrontada con la colombiana, adobándolo con un humor que hiperboliza y exagera.
Bien por Rodrigo Jiménez, que se ha ganado el afecto de los teatreros piedecuestanos, y la gente que cree en la propuesta cultural de Kussy-Huayra, café que le viene apostando al arte independiente, y por eso su espacio abierto para quienes no han claudicado al esfuerzo de crear desde cualesquiera de las orillas de eso que llaman tan artificiosamente las manifestaciones del espíritu.
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