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sábado, 16 de agosto de 2008

Murió Fanny Mickey, con su sonrisa ancha, su pelo rojo y en las tablas










Como en la novela de José Eustasio Rivera, La Vorágine, llegó a Colombia tras de un amor, ya formada como actriz en la Argentina. Con su risa amplia, encantando, entró por la Costa Pacífica, y se quedó en Cali, al lado del maestro Enrique Buenaventura, otro andariego, que había sido marinero, para vivir las aventuras contadas por un Conrad. Le apostaron a sacar adelante el sueño del Teatro Experimental de Cali (TEC). Empezaba la década del sesenta, con un país que experimentaba el llamado Frente Nacional, en materia política, para apaciguar los ánimos belicosos de los partidos Liberal y Conservador, enfrentados por el poder.
El Frente Nacional, cerró las puertas a la democracia. Sólo, por la reforma plebiscitaria, podían acceder al poder los dos partidos tradicionales. A los otros que se los comiera el tigre. Los puestos públicos eran repartidos milimétricamente: por mitad. Los cuerpos colegiados lo mismo. En ese estado de cosas, nacen grupos como El TEC de Cali, El Teatro Popular de Bogotá (lo dirigió hasta su expiración, Jorge Alí Triana), La Candelaria, del maestro Santiago García, El Teatro Libre de Bogotá, con Ricardo Camacho, y German Moure en las riendas, y La Mama, entre otros. Época difícil por las luchas agrarias, y la posesión de la tierra, desplazados en busca de un espacio en las ciudades, para asentarse, un país modernizándose a los trancones, con grandes necesidades; el desarrollismo, llenando de dinero al sector capitalista, mientras acrecían los vulnerables y la insatisfación de sus necesidades esenciales. Del contexto social, político y económico se nutrió, lo que se llamaría El Nuevo Teatro Colombiano.
Desde Calí (siete años con el TEC), y Bogotá, con El Teatro Popular de Bogotá (TPB), Fanny Mickey, contribuyó a la consolidación del Nuevo teatro colombiano, como actriz. Luego, en el lenguaje popular se abriría del TPB,y fundaría la Gata Caliente, en la modalidad del café teatro, donde sus logros más relevantes, una obra con textos de Daniel Samper Pizano, si mal no recuerdo, se le daba palo a la dictadura de Videla en la Argentina. Y, embocaría en la fundación del Teatro Nacional, con más de treinta años de recorrido, por el ese mundo mágico, agitado y lleno de vida del arte de las tablas, con compañías nacionales y extranjeras. Por lo menos esta experiencia, sirvió para que los actores de teatro, tuvieran trabajo y sueldo. Pero, ahí no se quedaría la Mickey. Se le metió la ventolera de un festival como el de Nancy en Francia, de expectativas mundiales, y creó el Iberoamericano de teatro. Quizás, no le perdonan los teatreros y maestros que mantienen el espíritu del Nuevo teatro colombiano, la implementación de un teatro de compañía y de mayor espectáculo en su Teatro Nacional, que se fuga de los intereses de una dramaturgia, y una puesta en escena a partir de lo nuestro.

Pero es innegable, que el paso de Fanny Mickey por el Teatro Nacional, ha sido provechoso, si se cuenta que montó clásicos y teatro de alto nivel norteamericano, y actuó en ellos, como toda una una señora actriz, que se subía al escenario con temperamento, y lo tenía también para dirigir, a pesar de su bonhomía, y esa sonrisa de comisura a comisura, jugando con su pelo rojo, que a sus 78 años, cuando la sorprendió la muerte, en plan de trabajo en Cali, no le parecía a nadie grotesco. Le daba más simpatía, le escuché decir, a una vecina que cada vez que venía El Teatro Nacional a Bucaramanga, no se perdía función. "Lástima su muerte. Fanny nos enseñó a las mujeres, a darle valor a la cuca, y no mirarla con objeto de pecado. Esos Diálogos de la vagina(de Eve Ensler), una obra de gran humor e ingenio acosta de la burla de nuestro propio sexo, y una lágrima rodó mejilla abajo, corriéndole la pestañina.
Fanny era un terremoto: actriz, gestora cultural, directora de escena, productora y ejecutiva. Le daba a uno gusto verla en las tablas. Ahí en La Castellana, donde estaba El Teatro Nacional, la vi inmensa, en el papel de Blanche de Un tranvía llamado deseo, de Tennessee Williams, y a pesar de sus 78 años, había salido de gira con Perfume de tango y arrabal, donde cantaba milongas, bailaba, y entre canción y canción, textos monologados de su vida. Se enamoró de Colombia, cuando entró por Calí en la década del sesenta, y ahora que estaba en gira, volvió a Calí, donde una afección renal, no le dio tiempo de cantar las milongas y los tangos de su tierra, que nunca echó en el olvido, y curiosamente vino a morir, en la tierra donde nació para el teatro colombiano.





viernes, 15 de agosto de 2008

SE FUE FALS BORDA, UN SOCIÓLOGO E INVESTIGADOR RECIO


La muerte de Orlando Fals Borda duele con ese mismo dolor que dejó el maestro, Estanislao Zuleta a su muerte. Se le hacen a uno, figuras irrepetibles, y su ausencia como en la canción de Alberto Cortez, "no se puede llenar/ ni con las aguas de un río". Con Brecht, esos son los imprescindibles, pues han tenido la virtud de abrir caminos y pensamiento. LLegué a Fals Borda, leyendo al sociólogo y periodista, Alfredo Molano. Citaba a Fals Borda, por su atención investigativa y política, hacia sectores los populares, especialmente campesinos y trabajadores del campo. Quién puede poner en duda que los mejores trabajos en este ámbito, hasta el momento, han sido abordados con el mayor rigor de la investigación social, por el desaparecido sociólogo barranquillero.

Si en el país hay un interés por las ciencias sociales -desde la academia y la investigación- se debe a Orlando Falsa Borda. Prácticamente, las entronizó en el país, al crear la facultad de Sociología, en la Universidad Nacional, junto con el padre Camilo torres, por allá hacia finales de la década del cincuenta. Fals Borda, tenía la capacidad de obervar la realidad desde la investigación y la pragmaticidad política. Naturalezas inherentes. Teoría y ejecución. Por ello formuló, para dotar a las comunidades de una herramienta política, su Investigación-Acción participativa. En adelante, los sectores populares desde la organización, conjuntarían voluntades, enpleando este método para acercarse a sus necesidades, problematizarlas, y en contrar alternativas de solución, negociándolas con el estado.


Era Fals Borda, un hombre que conocía los problemas del campo. Por ello, no extraña, que su obra iniciática, en el campo investigativo, tenga que ver con la tierra : la violencia política, que tuvo al campo como su germen, pues ésta se volcó sobre el agro, para despojar de sus fundos a los campesinos, ya que la economía colombiana se asentaba sobre la propiedad rural. Y, lo sigue siendo, pues los campesinos desplazados de hoy, lo son, por la tenencia de la tierra, para sembrar coca, y oleaginosas.


Otro de sus trabajos esenciales el de Historia doble. Tenía el campo y la academia metidos entre ceja y ceja. Educación y política para el cambio. No en vano sus textos sobre: EL problema de la tierra, La Reforma agraria, La Acción comunal en Colombia, La educación en Colombia: bases para su interpretación sociológica, Ciencia y compromiso, La educación en el proceso revolucionario, Ciencia propia y colonialismo intelectual, y El problema de la autonomía científica y cultural en Colombia, entre otros.

Para Fals Borda, educación y política iban cogidas de la mano. De ahí su preocupación por proponer para las instancias superiores una educación que se transfugara de las aulas. Una educación a partir de proyectos desarrollados en el contexto social, en el mundo. Lejos del pupitre, y la modorra de las teorizaciones. Afrontando lo problemas en el barro de sus orígenes.
Últimamente le había quedado tiempo para persuadir a la izquierda de converger a la unidad y lideró un proceso que desembocaría en la conformación del Polo Democrático. Le va a hacer falta a la academia, a la política y al pensamiento colombiano, un hombre de tanto peso como el maestro Orlando Fals Borda. Paz en su tumba.

miércoles, 13 de agosto de 2008

Caballos y sentimiento











Esta noche

los caballos retumban sus cascos

en la tierra seca

y su tan tan

resuena en sus pechos,
ensordeciendo

el diapasón

de los sentimientos.






miércoles, 6 de agosto de 2008

MARIO, CUATRO AÑOS CONTRA LA DESMEMORIA






Cuatro años de su muerte, pero sigue viva su imagen en el Café Kussy-Huayra. El café era él. Ahí estaban sus sueños, y en esa escuela de arte y de derechos humanos que lleva su nombre. Su sombra no se extingue. Ronda las noches cuando la poesía, la música, el teatro y el baile prenden sus fuegos en este café arte que se volvió un rincón entrañable.
Y fluyen sus versos, curados en los mostos de la precocidad. Se había adelantado a su edad. Aún no era mayor de edad cuando preñó los primeros versos que dejaba caer por ahí, como quien riega semillas de aliento para vivir, o quizás de desesperanza?
Sus años, cuando lo sorprendió la muerte, no llegaban a los dieciocho. Se piensa en él como un Andrés Caicedo contrapuesto: amante de la vida, y escribiendo tan joven aún con la madurez de poeta recio, que se observa en el poema A mi padre,de su libro, La Vendimia de los dioses, como en esos doloridos versos de Manrique (coplas), a la muerte de su padre:




A mi padre mi vida
A los cielos la muerte,
De la tierra provienen
Las membras matinales
Que nos lanzan al vacío
De arañar la torre de los encantos
O de un mundo cristalizado
Por el aurífero azar

Ha muerto mi padre
En la eclosión solar,
En la esferar alucinación
De una mañana que se propaga
En el tiempo, atascado
Por el recuerdo crepitante
De la negra aventura
De observar el agujero donde
Se hallan los huesos,
Donde sucumbe la carne,
Y el infierno de los dioses
Socaba la estridencia de un sueño gris.

El vergel de sustancias putrefactas
No tardó en invitarlo a su pileta
Se ahoga la braza en una saeta absurda
Y el féretro dormido
Culmina su paso al fondo,
Se vacía la arena de mi costado
Y también estoy en lo profundo
De un infierno iracundo.


La sombra persiste. Es ella la que no quiere el olvido de esa efigie del pelao de la boina negra, la mochila templada de versos apretados, libros desgastados por el pasar de las manos en las hojas donde se nutría del sueño de cielos estrellados en la noche de la mesa del pan para todos, o de amores y afectos, pieles encendidas de felicidad, porque el amor carnal y entrañable, como el del hermano ya serían la utopía hecha entidad, y mellada por el tiempo dejando en su piel el rastro de la piedra deslavazada por soles, lunas, fríos y lluvia.
De esa mochila, brotaban los poemas transidos de tantos colores, escuelas y movimientos, el surrealismo en el verso," vestigio de leopardo de azufre almidonado/ romance de escalera/ y arsenales devorados"; lírico entrañable, cuando, "mi oprimido corazón/se hace más hondo/ en la mirada fija/ de los objetos que han muerto hoy".
La incertidumbre, esa duda por una existencia que no satisface la ansiedad del ideal, también asaltaría sus versos. Quién no la ha vivido. La sombra que hoy memoramos la vivía en sus poemas, "De la paridad frenética en el péndulo tunante / Que se afinca tras un desconcierto ruborizado en el espectro de camina de prisa, voraz, agitado, también distante, /en un terror dividido por la certidumbre de circular las mismas aceras olvidadas, /Y el desvarió que a veces me corroe por la invitación a la vendimia cósmica/ de machacar el espiral de mis días".
Esa sombra, la de Mario, mayito, que no se pudo tragar el río Cimitarra, porque perdura como el viento enhebrando recuerdos, minando la desmemoria. Rosemberg, Nana, Diego, Eder, Velandia, Iván, Javier, Bibiana, Oscar...y los que se sabe que están ahí, que son muchos pero los nombres se traspapelan (disculpen la omisión), memorando en cada aniversario, y todos los días la parcería con Mario, se encargan de que el olvido no ponga los huevos de la ausencia, en el altar de su recuerdo.


























domingo, 3 de agosto de 2008

Tras el cine.





Cuatro Meses, Tres semanas y Dos días, un filme sin fortuna en las salas comerciales, pero afortunado en los cineclubes




Quise verla en las salas comerciales. Su periplo fue como un soplo. En las salas de cine, distintas a las de Bogotá, ni siquiera se hizo el intento de programar, una película tan polémica, la rumana: Cuatro meses, tres semanas y dos días, del director Cristian Mungiu. Definitivamente, no hay remedio. Por eso hay que recurrir a los cineclubes de amigos, para no frustrarse de ver buen cine. Manuelito, mi amigo filósofo, que ama el cine como una buena noche de amor, la consiguió, y para felicidad del parche cinéfilo, con títulos traducidos al español.

Provistos de buen videobeen, y pantalla grande (contamos con toda la parafernalia), armados de crispeta y gaseosa en cantidades industriales, nos dimos a la tarea de meternos en la piel de la película de Mungiu. No teníamos antecedentes del director, y no quisimos buscar comentarios sobre él, sin antes ver la película. Queríamos obrar, en el momento del juicio, sin presiones. Sólo sabíamos que le habían dado la Palma de Oro, en el festival de Cannes.

Dos mujeres, son las protagonistas de una historia dura, próxima a nuestro mundo, donde juegan un papel muy relevante el criterio y los juicios. Gabita decide abortar. A su lado no está el corresponsable del embarazo, quizá ha escurrido el bulto, mostrando el machsimo frente a este problema del embarazo no consentido, cuaya cilpabilidad recae en la mujer. La apoya, en esta aventura, su compañera de cuarto, Otilia, que quisiera saber la opinión de su novio, pero frente el caso muestra una impasibilidad ataráxica.Y empieza el drama, en medio de un régimen atrabiliario y fundamentalista, como el de Ceausescu, para lograr encontrar quien haga el aborto. Al fin un médico lo hace, después de violar a Gabita y su amiga Otilia.

La película habla, más a través de Otilia, mujer metida en la tragedia, y que la vive desde su propia violación, por su cercanía a su mejor amiga. Pero no desfallece por ello. Menos Otilia. Ni por los desplantes de una sociedad, exageradamente misógina. La vida sigue, y hay que afrontarla, sorteando un medio (se parece mucho al nuestro), donde la mujer (por serlo), por un machismo arraigado debe siportar humillaciones y afrentas que, no la reconocen en su dignidad humana y que, también es sujeto y persona.

Una película hecha con los más mínimos recursos. Se nota la cámara al hombro (no porque juegue a satisfacer las normas del grupo Dogma), planos que no se cortan, se secuencian; la ausencia de banda sonora, para hacer más notorios los silencios, en que reiteradamente entra la película, y darle notoriedad a los momentos decisivos del filme.
Las actrices contundentes en sus papeles. Anamaría Marinca, inmensa en el papel de la amiga que da apoyo a Gabita. No le importa el sacrificio, con tal de que su amiga salga avante en esta decisión difícil de abortar, por un embarazo no deseado. Sin la actuación de Marinca, na película, quizás hubiera cojeado, apunta, Manuelito, mi filósofo, mientras pienso en los silencios, esencialmente en el del final, que se cierne como un balance y destino de la mujer de ese entonces, en la Rumania de 1987, con un déspota, apoyado en una falsa moral, como Ceausescu, amparando un machismo trasnochado, y sojuzgando el principio de la persona a decidir por sus actuaciones y comportamientos propios.



viernes, 1 de agosto de 2008

Nada es nada


Sólo sé que el mar no es agua y salitre,

ni la luna fuego

que entibie la noche de los enamorados.

Menos que el sol ponga fuego en sus corazones.

Nada es nada,

mientras la imaginación sueña

el juego de construir fantasmas

en un viejo tablero de ajedrez.

domingo, 27 de julio de 2008

Quedarme en vos





Esas pequeñas cosas
que hacen quedarme en vos:
tu ingrávido caminar,
esos tus ojos
lagos siempre vivos,
tu mano cual paloma al aire
despidiéndose
en el instante que la noche
se abre al día
después de empapar sábanas blancas
con la piel en sudores
de un amor de madrugada