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lunes, 16 de noviembre de 2009

Huevos de ansiedad




He sentido


que la luna ya no era


mi hermana.


Que el sol se había


hecho noche,


que las palomas


volaban en un cielo


sin estrellas,


que las bocas


de los revólveres


vomitaban sus


balas de muerte,


y los niños,


jóvenes,


y viejos


rodaban de nuevo


a las fosas ya olvidadas.


!Qué terrible¡


la noche


sin candil,


y el viento frío


azotando las puertas


y ventanas de esta casa


poblada de ausencias


y en su ulular


un canto de hiena,


aria yerta,


que muerde adentro


como áspid inclemente.


Esta noche no hay


un


beso,


una


caricia dulce


que abrevie mi dolor,


espina en un costado,


que enerva con


ponzoña ,


el resto de este cuerpo,


hecho de nervaduras


simples y sensibles.


A la noche me asomo,


por una ventana de niebla


y no sé quién soy:


He perdido mi brújula


y astrolabio,


erro


por regiones sin contornos,


ilímites,


como esta angustia que pone


en mi alma,


huevos de ansiedad.