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sábado, 6 de noviembre de 2010

Vacío


En la oscuridad un haz de luz, cono perfecto sobre el cadáver encharcado, cuando el gato abrió la ventana en su salto al vacío de la noche.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Garavito: un buen periodista




No puedo decir que lo conocía. Mejor, que sentía su periodismo siempre con la verdad, ajustado a la crítica y denuncia de las trapacerías de quienes ejercían el poder. Un periodista íntegro. Por eso, me viene la imagen del Quijote en la suya, arremetiendo contra la injusticia desde las columnas de los periódicos donde escribió (El Tiempo, La prensa), "sin importarle que lo apartaran de los sitios que quería entrañablemente ni ir en contravía con tal de defender las justas causas en las cuales creía..."*. Ese era Fernando Garavito, el que sentí en sus columnas de El Señor de las Moscas, desde que se vinculó al periódico nacional, El ESpectador, en 1998. El domingo que aparecía su columna, era rito obligado leerlo, por su independencia, y la calidad de su escritura, que le valieron amenazas de muerte, en el gobierno de La seguridad democrática,del sombrío Álvaro Uribe, y lo forzaron al exilio en Estados Unidos, como antes se habían vistos obligados, Daniel Coronel y Felipe Zuleta, periodistas no arrodillados al régimen del hombre del carriel y la ruana.




Ejercía en el destierro, Garavito, el periodismo, y el 28 de octubre, en una de las carreteras norteamericanas, el sueño le ganó a la mano conductora de la cabrilla de su carro , y se fue a otro destino inmaterial: la muerte, cuando iba a satisfacer una beca de literatura y periodismo que se había ganado, justo premio a quien sabía por qué, cómo y para qué hacer periodismo.Garavito no ha muerto. Es que el buen periodismo no muere, y eso era Garavito, un buen periodista, como le gustaría que lo llamaran en el epígrafe de su tumba.




*RAMÍREZ LEÓN, José Luis. Adiós querido Fernando. En: El Espectador. Bogotá (domingo 31 de octubre/2010), p. 52

jueves, 21 de octubre de 2010

Corazón vegetal


Cada tajo del hacha,

en el frondoso encino,

una puñalada,

en lo blando

de mi corazón vegetal

viernes, 15 de octubre de 2010

Tus pies desnudos en la arena


En la playa,

tus pies desnudos

grabados en la arena,

mientras la luna

pestañea celosa,

en lo alto de la noche.

domingo, 10 de octubre de 2010

La mujer de la colt 45


Cuando cerraban el bar, agonizaba justamente la voz de Sabina, en desnudos al amanecer nos encontró la luna. Afuera caía esa especie de llovizna que los limeños llaman garúa. Más de tres meses llevaba ese inviernillo, que se asomaba en gotas de agua fina, en los momentos menos justos: la salida de un cine, la hora de ir al trabajo o salir de él. Eran casi las tres de la mañana, el dueño del bar nos arrojó a la calle, disculpándose, tengo permiso hasta las dos, y no tarda en caerme la tomba, a ponerme un comparendo, así es que ahuequen, y no quedó nadie adentro, ni la voz de Sabina en el equipo cuadrofónico, contándonos de la farra y los polvos peleados con la gata de la canción, en una puja de noche y madrugada. Iris, que así dijo que se llamaba, se repegó a mi cuerpo, y yo le eché el brazo, para darle calor, porque empezó a correr , llevándose las hebras delgadas de la lluvia, un viento frío, por la avenida abajo. Entonces en el abrazo, sentí pegada a su cadera, la colt 45. Conocía esa pistola con solo palparla si me encaletaba una de esas, haciendo inteligencia, cuando estuve en el servicio militar. Tranquilo, no se ponga rabón, me dijo, y paramos un taxi. Fuimos a dar cerca a los Ministerios, donde tenía el apartaco, en el segundo piso, sobre la Gran Avenida. Bajo la chaqueta, bien abrigada traía la botella de aguardiente, que nos había quedado cuando el barman nos puso paticas en la calle, y chupamos el guaro a pico. Abrí la ventana, a pesar del frío. La llovizna no cesaba, terca como el insomnio. Iris se desnudo, tirando en el piso la blusa amarilla como un sol, los sostenes que dejaron al descubiertos, unos pechos redondos y generosos; se sacó también el bluyín de rotos e hilachas, y se tendió en la cama, en la postura de la maja desnuda de Goya. Lo extraño, es que no vi dónde dejó caer la pistola, y , lo que más me preocupaba, era tener que meterme en la cama, y hacerle, alternativamente, el amor para distraerla, mientras descubría donde había dejado la puta colt 45.

domingo, 3 de octubre de 2010

Andariego


Voy sacudiendo el polvo

de los caminos,

y en cada parada,

un beso en el dolor de la partida.

Es que soy

andariego,

transhumante,

y un poco gitano.

sábado, 25 de septiembre de 2010

Sueño





Si...era su boca,

carnal

en la mordida,

húmeda

en el beso.