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viernes, 5 de febrero de 2010

Aroma













Aún años después de su muerte, él sentía en sus manos, y en su boca, el odoroso y persistente almizcle de su sexo, y se encabritaba con la misma fuerza de cuando ella estaba viva y hacían el amor, empapando de gruesas humedades las sábanas, hasta el amanecer.