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miércoles, 26 de diciembre de 2007

El cazador cazado
Cuando el hombre agazapado en el bosquecillo de bambúes, separó las ramas cautelosamente, con la punta del cañón de su rifle automático, para dar muerte a un tigre dientes de sable, una garra le aventó de las manos el arma y la otra le desgarró de tajo certero la cara, transformándosela, en instantes, en una horroroa máscara de tregedia griega.
A Mario, el poeta de la boina negra

Sé que el río Cimitarra
no pudo tragarte del todo.
Eres polvo de estrella,
siemprevivo,
y con él
nunca pueden
las polillas del olvido.