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martes, 16 de junio de 2015

La ciudad devastada

Una grieta en el alma:
cunde el dolor
por la ciudad devastada.
El amor se ha hecho humo,
puede más la ambición,
y ya las bocas que cantaban canciones
dulces,
y rebeldes
han sido silenciadas.
La ciudad arde en la indolencia,
ya no se habla del beso,
ni de la caricia que despierta
en el otro lo humano.
Todos 
compiten,
escalan,
trepan,
en el clásico arribismo,
hiedras pudriendo la piedra
limpia,
para echar abajo las canciones
que jalonaban la libertad,
aquellas que hablaban de un afecto
bajo la luna,
para empujarnos a construir
el sueño de todos.
Quizás mañana me mire en tus ojos,
y no esté en ellos;
sólo serán ojos velados al
amor y los sueños.