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viernes, 9 de enero de 2009

EL sur si existe, tiene rostro de verso de mujer






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Uno de los rituales más gozosos es el de leer, y escribir poesía . No por evadir la realidad, como alguna vez, en medio de los tragos, me lo sugirió un amigo, cuando en la camaradería que genera el alcohol, le confesé que escribía y digería poesía con la ansiedad de un náufrago.Pierdes, el tiempo, dedícate a hacer plata. La poesía sólo sirve para anestesiar los problemas. Hoy, después de muchos años de haberle dado la vuelta a la vida, con un maletín ejecutivo colgando de su mano, repleto de contratos, me lo he vuelto a encontrar. Agonizaba el 2008, y en su noria de hombre de negocios, paró en Bucaramanga a redescubrir los rostros familiares y de paso el de los amigos, si es que el tiempo y la memoria se lo permitían. Fue él quien me reconoció (!vaya memoria la suya¡) en el puente que une los centros comerciales de La Florida y Cañaveral. Ala!, Carlos Augusto -tronó su característica voz jupiterina- no se acuerda de mí?. Mis ojos buscaron su rostro permeado por el tiempo, y en esa mueca irónica de sus labios, supe que tenía al frente, al viejo amigo detractor de la poesía. Me abrazó emocionado (casi muero de afixia entre sus musculosos brazos. Alzaba pesas, hacía perillas, le daba puños a un saco de lona, y montaba bicicleta estática, para mantenerme, brother, para mantenerme, brother, ahora que vivía en Miami).Me invitó a una cerveza. Sabes, brother, que de los amigos de aquellos tiempos de cuando estudiábamos en el Balbino García, de quien más me he acordado es de tí. El teatro, y la poesía, y esas ganas de cantar que era lo que más me gustaba. Mierda, te ponías a cantar a Yupanquy, yo me acuerdo, y a ese otro man chileno que cuando el golpe a Allende, en un estadio, un militar le dio un sablazo en los dedos. Me parecías un soñador...pero en el fondo me gustaban todas tus guevonadas, brother, y mira que criticaba que leyeras y escribieras poesía. Y, no me lo vas a creer, por la poesía tengo a la que hoy es mi compañera inseparable. Te confieso que en secreto leía a Neruda, a Silva, a Rubén Darío, a Vallejo(hizo una pausa y apuró la Club Colombia). ESo ayudó, porque tuvimos una pelea con Catalina, es colombiana, también, samaria, y no quería nada conmigo. Me dolía que no quisiera reconciliarse. Entonces le escribí un corto poema, que la conmovió: sin ti ya no soy/para qué la vida/si la vida eres tu/ y ya no te tengo. Se levantó, pagó la cuenta, me dio un abrazo, y ahí a la orden, brother.Y, escribe sobre esto si quieres, pero no digas mi nombre, brother. Alguien lo esperaba, era su Catalina.
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La poesía, entonces, hermana. Ojalá los ministros de guerra fueran poetas, o los mismos presidentes verseadores, para que en lugar de balas, lanzaran por las bocas de los cañones de los fusiles poemas de paz y de justicia social.Y es por la poesía que me he acercado a otros, tiene rostro humano, se siente el corazón del otro, su dolor su angustia o su felicidad. Es como una hogaza de pan compartido: sabe a amor. Por eso grato, gracias a los versos, tener ahora la cercanía de mujeres hechas poema, como Déborah Eguren. Con esta mujer, parodiando a su paisano, Mario Benedetti, uno podría decir: el sur si existe, tiene rostro de verso de mujer.


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Débora comparte el verso con la cátedra literaria. Ha tenido la fortuna de esparcir sus poemas en recitales en Paysandú y Montevideo, con Lucía Borsani, otra poeta uruguaya que se casó con la poesía, para fortuna de la misma, a quienes sus detractores, le cantaban por adelantado el requiem in pace, con la masificación de los medios electrónicos y la insurgencia de la informática,y el internet, éstos no han hecho más que apuntalar la creación poética. Los versos de Déborah, se alojan en antologías, y en obra propia (sobre esta última habrá tiempo para que en crónica ya convenida, se converse sobre el tópico).

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En Antología PLata-Caribe, Poesía Dominicana y Uruguaya del siglo XXI (2008), fueron escogidos los versos de Débora, para hacer parte de este florilegio poético de vates dominicanos y uruguayos. Débora sabe pintar la vida , ahí en sus líneas poética, la existencia, un avatar, una vicisitud, como en un fresco, cuando escribe:






Allá lejos

allá lejos hay ferias gritando de gente y un hombre
se despereza de lunes allá lejos cae lluvia y hay vecinas
que guardan esperanzas en los delantales hay guindas de
jugosos olores y nadie quiere sufrir allá lejos el mundo
se pone redondo de cosas que suenan o gimen allá lejos
hay ángeles poco santos hay injusticia y viento y chocolates
en hermosas fiestas de novias ilusionadas hay amaneceres limpios
y voces a destiempo hay agua bendita con padrenuestro
allá lejos hay rutas de pesadilla y ámbar
hay delirios bocas redondas de amor
golpes de puño escupiendo una cara
juicios postergados
metafísica
engaños
escalones para subir
y bajar
rock
luz
hay cosas desmadradas
hay juan y maría
hay te quiero
allá afuera hay guerras santas y hay quien se suicidó
y no fue de amor hay lunas y circos hay monjas de silencio hay
cáncer y sanaciones allá afuera hay animales pariendo
enjaulados hay mar lavaplatos y libros de didáctica
con tapas coloridas allá afuera hay papeles que no dicen
y discursos de corbata y balcones enamorados
cosechas de maíz y burdeles de orina triste
hay quien hace la revolución hay quien anda viviendo
y hay quien anda muriendo y todo transcurre rápido y no nos damos cuenta
porque el jodido tiempo va y va y va mientras este poema
se resbala de nacido
allá lejos es acá cerca.





Sus versos también hacen parte de la Antología de la poesía erótica latinoamericana de Chiapas, acogida en el título de Al filo del gozo, responsabilidad editorial de Viento al hombro. Destacable, esta empresa de recoger voces femeninas de la poesía erótica que se cuece más abajo del río Bravo. Esta antología, un termometro, para medir la temperatura sobre un tema que a pesar de Gioconda Belli, Orietta Lozano, y otras poetas latinoamericanas, ha sido monopolio de los hombres. Con Al filo del gozo, se rompe un mito: las mujeres también saben expresar , através del verso la respuesta de la piel a la caricia, a la ola que rompe diques en el más esperado de los naufragios, como en el poema de Débora:




RITUAL

Tras la ventana cerrada
llegás hasta mi

No te miro
presiento tan solo lo que vendrá
sospecho la próxima estación
y me resguardo con cautela
para entregar sin pretextos lo que soy

Se rompe el protocolo
y nace la metáfora mas perfecta
el encuentro de dos cuerpos que se saben
que se hablan sin decir
que se escuchan sin hablar

Engarzo mi deseo en tu piel y caigo
me deslizo
desciendo por el desfiladero de tu pecho
que me abandona
y me amarra

Tiemblo
tiemblo de frente al jadeo que inicia el ritual
la mirada entrecerrada
el vaivén desatado
las manos buscando
arañando bordes agrestes
descubriendo tu sabor marino


Afuera llueve


Adentro la marea nocturna


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Son las siete de la noche cuando le doy las últimas palabras a esta nota. Ha intentado llover, después de tantos días de calor, pero es una llovizna que cae a pedazos, haciendo pausas. El calor no baja, o quizás si. Es el poema de Déborah, que ha puesto la temparatura a punto de reventar el tubo del termómetro de la piel.