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sábado, 7 de junio de 2008

EDER Y JANETH: LLEGÓ QUIEN LLEVARÁ SU SANGRE



Se encontraron en tiempos de los buenos presagios. La luna henchida en las noches, entibiaba sus cuerpos ofrendados en el ritual de la boca que se afana en besos, y los nervios enfebrecidos buscan la piel del otro para sentirse vivos. Sabían que se necesitaban, y esperaban con ansiedad a que llegara la noche, después de la dura jornada diaria del trabajo, para contarse sus angustias, y entregarse fieros a las querencias, con la promesa siempre en la boca del no olvido.
Era un amor de raices perennes. Eso pensaban, blindado contra las borrascas y las tormentas, y tomaron el camino sin miedo a tropezar, por la ruta de los senderos bifurcados, y en la niebla de las malquistancias a las que no escapa amor ninguno, se separaron supurando dolor. Pero, los sentimientos pervivían, no habían muerto. Eran una herida abierta, y no bastaban los besos de otras bocas para cerrarla, ahora que cada uno, en las antípodas, buscaba el olvido del otro.

Estaba escrito en los viejos pergaminos druidas y celtas que el sendero de las bifurcaciones se haría un solo camino para que volvieran a encontrarse y juntaran sus voluntades como en la canción de Urraza :



Las penas serán de dos



las alegrías también



qué dificil caminar



por estos caminos solos.





Y ahora al reencontrarse, tras un largo trecho de soles y lunas caminados con espinas y rosas, han madurado el sueño de sus desvelos: el niño tierno y dulce, calor de sus afectos: su primer hijo. Eder y Janeth: llegó quien llevará su sangre.









Cara de domingo

Que broten nuevos sépalos
y atrás,
en el olvido
lo amargo,
ni siquiera sea un recuerdo.
Ponte el vestido nuevo,
que las campanas
saludan tu nueva vida.
Mira el sol
con espíritu de heliotropo,
que hoy tienes
cara de domingo.