Hoy la miro desde tantas grietas porque la vida no es un llano, donde respirar no fatiga. Cada recodo tiene un sello de torre almenada de amores y luchas seimprevivas o muñonada por el tiempo y la lluvia que amenazan ruina. !Cuánto se construye¡, o se viene abajo por la piqueta de los zapadores que destruyen los sueños y utopías. Hay en su mirada -a pesar de las jaulas- un vuelo de pájaros Añoro su palabra porque fluye sin tropiezos, y como el río no se enreda entre las piedras, las rebasa. Ella nombra los caminos que hay -debidamente- qué recorrer, para la vida justa, allí, donde el pan amasa sonrisas y le pone mordazas a la muerte. Yo le miro desde las muescas hechas en las paredes de la casa, señales de la existencia que no claudica el sueño de construir con todos los caminos; a pesar de los esfuerzos, los golpes, los traspiés, los triunfos las caídas, el dolor espiga en cada siembra, en cada beso en cada día: y aún la mesa no está completamente servida.
Luna de enero abriendo los caminos de la noche. Los habitantes de la calle te esperan, amiga de locos amantes, de la puta de la esquina, del borracho que ahoga en el bar una pena de amor, y habla con ella , mientras orina tras un poste, de su dolor. Luna de enero, ilumina la noche de los desaparecidos